InicioTodoEL "CUBANO" que acaparó la atención al casarse con.

EL «CUBANO» que acaparó la atención al casarse con.


EL «CUBANO» que acaparó la atención al casarse con…..

Por. Henry Puente.

Cuándo Tony Hernández, el muchacho provinciano de un pueblo cerca de La Habana nombrado San Antonio de los Baños, se casó con Sara Montiel, él tenía 38 años y ella 75, de ese matrimonio, que duró menos de un año, existió mucho escándalo, demasiadas mentiras, montón de chismes y un sin número de versiones, eso sí, le proporcionó mucho dinero a la diva, y algo de eso al criollo también, a pesar que al día de hoy, se sabe con certeza, nadie dijo la verdad.
Segun el isleño, estaba cumpliendo el sueño de su vida, para la diva, volvía a estar en la agenda mediática y seguía los pasos de su amiga, Marujita Díaz, que también se había traído un novio cubano, joven lindo y musculoso, Dinio, quién posteriormente se dedicaría al cine de adultos.
Para los medios esté enlace fue todo un circo, un montaje orquestado por la española, pero del cuál se beneficiaban los dos, a Tony lo veían como un aprovechado, que escaló hasta casarse con una figura por dinero y viajes, en cambio, Sara lo hacía para vender la exclusiva a la revista Hola y volver a estar en la mirilla pública.
Sin embargo, hay mucho más, Antonio Noel Hernández Martínez, como ya antes argumenté, nació en el pueblo de San Antonio de los Baños, en 1964. En 2002, al momento de su casamiento con la multifacética artista española, todavía residía allí, contrario a lo que pueda pensarse, no tenía graves necesidades económicas. Su padre, taxista durante muchos años, fue un buen sustento para la familia, no obstante, para tener una idea de la magnitud del sentimiento del cubano hacia la primera española que conquistó Hollywood, basta con mencionar la opinión de los que eran sus vecinos por aquel entonces, quienes solo lo recuerdan como un fanático empedernido, diciendo, que más que admirarla con devoción, deseaba ser Sarita Montiel, Tony supo de la actriz cuando tenía 4 años a través de sus películas y desde entonces dedicó su vida a coleccionar y difundir su obra, montaba una pantalla en el poste de la electricidad de su calle y valiéndose de un viejo proyector de 16 milímetros, proyectaba en las noches las películas de la gran estrella.
Si bien pocos de los habitantes de está cuidad faltaban a estos encuentros, Tony sufrió la incomprensión, las burlas y lo que hoy llamamos bullying, pues nadie entendía su veneración hacia la protagonista de películas como Veracruz (1954), El último cuplé (1957) y La Violetera (1958). Desde 1988, el cubano amante del séptimo arte comenzó a trabajar en la Escuela Internacional de Cine y Televisión, ubicada en las afueras de su poblado natal, allí, en la sala de monitoreo de tv y equipos de transfer pasaba sus días, rodeado de discos y fotos de Sara Montiel que colgaba en las paredes de su casa y trabajo, toda su vida se había dedicado a guardar, todo lo relacionado con la, quizás, actriz más famosa en el Mundo del cine español.
La desmesurada pasión de esté cubano fue el leitmotiv que llevó a una joven realizadora canadiense a filmar un breve documental titulado Locura de Amor, en 1999, Tony más tarde diría en España al ser entrevistado, que Sara fue la mujer más importante de su vida, la adoraba incluso antes de conocerla.
Cari Antón, quién era una íntima amiga de Sara, supo de esta situación y motivó a Tony a escribirle, tras varios meses intercambiando correspondencia, Sara, impresionada por está veneración, decide invitar a Hernández, entonces esté viajó a Madrid, era el año 2001, siendo la primera vez que salía de Cuba.
Las distintas descripciones que existen de Tony coinciden en su sencillez, nunca tuvo intención de abandonar su tierra natal, ya que estaba motivado para llevar adelante su carrera como director de cine en la isla, le incomodaba la popularidad y la notoriedad que llegó a alcanzar, cuando él solo estaba convirtiendo en realidad un sueño, conocer a su ídolo.
En marzo de 2002, Sara Montiel vuela a Cuba, 44 años después de su última visita y con motivos diferentes, está vez se paseaba del brazo de Tony junto a un íntimo y especial amigo de esté, al unísono, recibió un cálido reconocimiento, se alojó en el Hotel Nacional, dónde se la nombró huésped ilustre y como tal la trataron, en la Escuela de Cine, su anfitrión le preparó una visita guiada y allí también fue agasajada por su trayectoria.
Cuándo se casaron, el 17 de octubre de 2002, escondidos en un Ayuntamiento de Madrid, en su momento se dijo que el enlace religioso tendría lugar en la Catedral de La Habana, los separaban 37 años de edad, en julio de 2003, Sara presentó la demanda de divorcio. Muchas otras cuestiones incidían en el distanciamiento de la pareja.
De esté modo, Tony se convertiría en el cuarto y último marido de Sara Montiel y se sumó a la lista donde ya figuraban un director de Hollywood famoso, Anthony Mann, los empresarios José Vicente Ramírez Olalla y Pepe Tous y ahora un cubano oportunista, por más que Hernández gritará a los cuatro vientos que no perseguía interés económico alguno, nadie le creyó, aunque esgrimió en varias ocasiones desconocer por qué se terminó la relación, la actriz española dijo que lo hacía por el rechazo de sus hijos hacia su pareja y el distanciamiento que, por ello, habían asumido.
La boda trascendió por los chismes, por la frase dicha por la Montiel al salir del Ayuntamiento, cuando los medios la increparon sobre el casamiento. Pero, ¿qué pasa? pero, ¿qué inventó es este? Durante el punto álgido de la atención mediática, la prensa llegó a publicar verdades acerca de la orientación sexual del cubano, sacando a la palestra hasta el nombre de su pareja, el cuál no mencionaré por respeto, incluso, habló de ciertos abusos y violaciones que sufrió por parte de la artista.
En el 2013, la mundialmente famosa luminaria falleció en España, mientras, Tony aún al día de hoy se encuentra en Cuba, increíblemente, sintiendo la misma veneración de siempre por María Antonia Abad Fernández, conocida en los cinco continentes como la colosal Sara Montiel..

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