InicioTodoCuba El lechón y las tradiciones.

Cuba El lechón y las tradiciones.

Cuba El lechón y las tradiciones.

Los días de Navidad y Fin de Año nos revuelven aquellas cosas que viste hacer, que después pasaron a tu quehacer, que siempre te resultaron agradables y divertidas a pesar de que por 29 años un absurdo prohibió celebrarla, el Año Nuevo se salvó por azares del destino.

A pesar del desatino por cambiar la tradición, la Navidad y el Año Nuevo siempre se mantuvieron de una u otra forma.

Por otra parte una celebración a secas no es comprensible y a la especie porcina siempre le ha tocado la peor parte de aportar el “lechón asado” que además de su sabor real lleva ese sabor a momentos alegres, familia reunida y un muy organizado desorden.

Así cuando sales del país cargando ese bulto inmenso de recuerdos y nostalgias, entre tantas cosas llevas el “lechón asado” show completo incluido y de momento lo montas en cualquier latitud o clima

En el campo el show empieza con la morcilla aunque no sea en tripa, pasando después a la “jandinga” o “gandinga”, que si es con un casabe humedecido en su salsa, mejor.

El Lechón pasa a ser como el anfitrión, el primero a quién se saluda cuando llegas a la fiesta y como todos los cubanos somos “especialistas” en ciclones, beisbol y lechón asado la mayoría opinamos y tratamos de poner en práctica nuestros conocimientos y si el asador accede a oír los consejos por lo general queda la embarrada.

Cuando se llega al punto culminante y este anfitrión por excelencia está para sacar del horno viene un paso importante: el rabito, por lo general para los más pequeños y después las orejitas para otros gustos.

Después los miembros de la manada le vamos arriba a la presa que si mantiene carne pegada a los huesos está bueno pero si ésta se separa sola está: especial.

En ese momento ya alguien ha dicho: “que buenas están esas patas para unos frijoles” y previsoramente han sido guardadas… pero todavía estamos empezando.

Al día siguiente la carne asada está en unas condiciones óptimas para ser devorada con pan o galletas y un buen café con leche, e inmediatamente se empieza a pensar en el próximo almuerzo con: una buena “montería” utilizando carne asada más las costillitas y sobre todo los “pellejitos o cueritos” tostados; este conjunto cocinado con mucho puré de tomate, cebollas, ajo, sal y vino es como diría un guajiro, muy bueno para “cortar la grasa” consumida hasta ese momento.

¿Ya se terminó el show?, ni soñarlo, faltan para el día siguiente unos buenos frijoles, blancos o colorados, ¿con qué? pues por supuesto con las patas asadas que previsoramente alguien guardó.

No obstante puede que esa alma porcina no pueda aún descansar, pues, en tiempo de coronavirus los lechones siguen siendo del mismo tamaño pero las personas a reunirse menos y viene un último problema:

“Es un crimen botar esa carne que queda…”

Solución:

“Vamos a hacer unas croquetas…” Ovación.

Ya en este momento han pasado tres o cuatro días pero el “lechón asado” sigue dando mucho de qué hablar.

Publicación de Juan Fernandez
#nostalgiacuba

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