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GUANABACOA LA CAPITAL DE CUBA POR SEIS MESES Y OTRAS CURIOSIDADES La Real Vill

GUANABACOA LA CAPITAL DE CUBA POR SEIS MESES Y OTRAS CURIOSIDADES

La Real Villa de la Asunción de Guanabacoa, conocida particularmente por este último vocablo, es un sitio con una gran historia. Localizada del otro lado de la bahía de La Habana, este territorio es ampliamente conocido por varios sucesos y personajes que han dejado su huella en la memoria de la nación.

Es conocida, por otro lado, la fama de la zona como “centro espiritual”, pues varias de sus zonas han estado asociadas desde siempre a lo más profundo y genuino de las raíces afrocubanas.

A propósito del cada vez más cercano aniversario 500 de la ciudad más importante de este archipiélago antillano, en Cubalite hemos decidido contarte algunas curiosidades o hechos importantes sucedidos en uno de sus municipios con mayor arraigo y tradición patria.

Para comenzar, bien vale hablar de José Antonio Gómez Bullones, un alcalde que plantó cara a los invasores ingleses durante el ataque de 1762. Resulta que en su intento por proteger el litoral de los invasores británicos, el criollo terminó inventando —sin querer— el célebre arte de “oír un tiro y asaltarlos a machetazos”, pues aquella carga improvisada está reconocida como la primera ocasión en que los cubanos usamos esa herramienta de trabajo como un arma para hacer la guerra. Para desgracia suya, los españoles de entonces no tenían ni idea de cuántos problemas les causaría un siglo después esa dichosa ocurrencia.
Sobre su nombre hay tres teorías. Mientras Don Cayetano Núñez de Villavicencio asegura que se trata de un término aborigen para señalar a un “lugar abundante en aguas”; su historiador, Elpidio de la Guardia, pensaba que provenía de la llamada “lexicografía indiana” y que equivalía a “sitio de aguas” o su versión extendida: “ciudad o pueblo situada entre lomas y en la cual brota un manantial”. Por último, el investigador local, Pedro Antonio Herrera López, ha dado con otra conjetura menos “acuática”, pues luego de analizar diferentes lenguas oriundas del Caribe, opinó que la palabra pudo usarse para nombrar un “palmar alto”.
Aquello de “meter La Habana en Guanabacoa” no es solo una frase popular, sino que su origen está en 1555, cuando esa Villa fungió como residencia del máximo representante de la corona española por estos lares. Resulta que Don Gonzalo Pérez de Angulo, gobernador de la Isla, al observar cómo enfilaban las naves del temerario pirata Jaques de Sores, no quiso quedarse para ver en qué terminaba aquello y partió raudo y veloz hacia el este de la ciudad. Esa estancia allí duró seis meses, tiempo suficiente para que Guanabacoa fuera considerada “capital temporal del país”.
En la calle ubicada detrás de la Iglesia Parroquial Mayor de Nuestra Señora de la Asunción (la Iglesia del parque de toda la vida), se ubica un sitio muy peculiar. La Casa de las Cadenas, sita en la avenida del mismo nombre, debe su apelativo a Don Esteban Pérez de Rivero, piadoso morador que gracias a una Real Cédula otorgada en 1729, podía acoger en su morada a cualquier prófugo de la justicia que lograra aferrarse a una de las cadenas colocadas en el frente de su residencia. Aunque actualmente se halla al borde del derrumbe total, este importante sitio es el único que queda en pie de los tres que originalmente tuvieron ese sentido -uno estaba en México y el otro en España-.
Si de récords se trata, Guanabacoa puede que ostente Guinness con respecto a la cantidad cementerios, pues con un total de seis es el municipio capitalino que más necrópolis tiene dentro de su jurisdicción. El sexteto de camposantos incluye a los siguientes, conocidos como: El Viejo, El Nuevo, el de Barrera, el de Peñalver, el de los judíos asquenazíes y el de los judíos sefardíes, estos dos últimos localizados uno a continuación del otro, cerca del reparto La Lima.
Después de la Guerra de los Siete Años, conflicto que, entre otras, definió la supremacía colonial en el norte de América, hasta Guanabacoa fueron a parar algunos representantes de varias comunidades nativas de esa área geográfica. Entre las etnias que llegaron desde Florida y Georgia, junto a soldados y colonos españoles, se contaban los apalaches y yamasíes.
En 1861 se inaugura su Liceo Artístico y Literario, el cual se convirtió desde entonces en centro de reunión para grandes tertulianos, patriotas y célebres representantes de la cultura nacional. Hace unos años fue rebautizado como Casa de la Cultura “Rita Montaner”. Allí se dieron cita ilustres guanabacoenses como la propia Rita, además de los pianistas y compositores Ignacio Villa “Bola de Nieve” y Ernesto Lecuona. José Martí también visitó el lugar durante su regreso a casa en 1877.
Aunque después de la división político administrativa de 1976 Guanabacoa pasó a tener un territorio de 129, 29 km2, en su momento, la Villa había llegado a contar con 289 km2 de extensión, límites dentro de los cuales se incluían los actuales municipios de Regla (oeste), Cotorro, San Miguel del Padrón (ambos por el suroeste) y Habana del Este (noroeste).
Entre las principales celebraciones religiosas que aquí tienen lugar cada año se encuentran las Fiestas Patronales de “La Tutelar”, la de la “La Guadalupe” (Peñalver) y la de la “La Virgen de los Dolores” (Barrera). Por otra parte, podemos contar también al Wemilere, festival que se realiza en torno a las raíces africanas y que también funciona como evento teórico y científico dedicado al estudio de temas como el sincretismo religioso y las variantes de la fe traída por nuestros ancestros esclavos desde el otro lado del Atlántico.
Conocido por ser una de las figuras más importantes del internacionalismo anticolonial durante las luchas independentistas sucedidas en Cuba a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX, el polaco Carlos Roloff Mialofsky tuvo en Guanabacoa su última morada. Nacido en Varsovia el 4 de noviembre de 1842, Roloff se convirtió en un general de las tres guerras, condición que ostentó a la par de otros próceres como el dominicano Máximo Gómez, y los cubanos Calixto García y Guillermón Moncada, por citar algunos. Murió a los 64 años, el 17 de mayo de 1907, luego de mantener una vida activa en la política republicana del momento.

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