InicioTodoENRIQUE ARREDONDO, A PROPÓSITO DE CICLONES.

ENRIQUE ARREDONDO, A PROPÓSITO DE CICLONES.

ENRIQUE ARREDONDO, A PROPÓSITO DE CICLONES.

Haber tenido la oportunidad de vivir en la época de este gran actor humorista fue un privilegio, cada palabra dicha en una actuación en radio, televisión, teatro y cine, que también hizo, era motivo de una carcajada segura y ojo, que más de uno comentó que en persona era serio y pesao, como se dice en buen cubano y es que muchos confundimos a los personajes con los actores y queremos que vayan por la vida haciendo chistes, son como nosotros, con problemas que tienen o no solución.

Aún quedan de Enrique algunas grabaciones en viejos kinoscopios, cintas de celuloide o vídeos de cassette que si no se cuidan se perderán irremediablemente, pero Arredondo nos legó más, lo hizo en sus memorias escritas en el libro " La vida de un comerciante " y les doy Fe que lo he leído tres veces y cuando comienzas no puedes parar, te parece que estás con él y te ríes a mares, ojalá lo reediten algún día.

UNA ANÉCDOTA DEL LIBRO.

Este se compone de datos autobiográficos y de relatos de momentos importantes de su vida artística, en el principio de su carrera fue un hombre eminentemente de teatro y de compañías itinerantes que se movían por todo el país, la competencia era grande, habían muchos humoristas y todos muy buenos.
Enrique en muchas ocaciones hacía alusión en sus chistes al ciclón de 1926, siempre me pregunté porqué esta constante en su verbo, cuando leí el libro, al fin lo supe.

Nos narra que: "…En el año 26 decidí crear mi propia compañía, ya había adquirido cierto prestigio y en pocos días ya tenía varios actores y actrices en la nómina, una tarde apareció una muchacha preciosa, yo que no creía en el amor a primera vista me enamoré, se llamaba Fabiola del Toro, a los pocos días ya éramos novios y después mi esposa para toda la vida, eso sí, al momento le cambiamos el apellido por uno artístico "del Mar" eso del toro, no me sonaba bien, " la señora del Toro",no, no ,no me sonaba bien".

"…Llegamos a un pueblito que tenía un cine donde se podía actuar, serían como las 6 de la tarde y le dije a mi gente que si nos apuntábamos en montar las cosas y mandabamos a alguien con una bocina de cartón por todo el pueblo, a las 9 de la noche estábamos dando la primera función y así se hizo, llegó la hora anunciada, todos maquillados y allí no había ni un alma, le preguntaron al dueño del cine y este nos explicó que alguien había oído por la radio que el observatorio de Belén había dicho que esa noche iba a pasar un ciclón y allí no se movían ni las palmas.
Recogimos todo, preparamos un café con leche y pan y con eso nos acostamos a dormir en una casa grande que habíamos alquilado de dos plantas y sótano.
No creo que habríamos dormido cuatro horas y empezó poco a poco a soplar un viento que primero fue un arruyo pero poco a poco se transformó en un rugido, de pronto nos tocaron a la puerta del cuarto, eran la gente de arriba que estaba empapada hasta los hueso, nos dijeron que cuando vinieron a ver tenían el cielo en la cabeza, el viento se había llevado el techo.
Entonces todos decidimos bajar al sótano que era la parte más segura, vimos volar por la ventana desde palangana, tibores hasta casas enteras, eran las 2 de la tarde y aquello no paraba, como no paraban tampoco el ruido de las tripas, hacía horas que no comíamos nada, de pronto se escuchó un grito de ¡ Cuidado! e instintivamente todos nos tiramos al piso, lo que entró como un bólido por la ventana le arrancó varias persianas, buscamos unos cartones y tapamos el desastre y alguien del grupo nos llamó: ¡ Caballero miren esto! .
El artefacto meteórico no era otra cosa que una olla de presión cerrada y aún tibia, con mucho cuidado la abrimos y tenía dentro un potaje de judías con su chorizo y malangas, la verdad que con la barriga llena todo se ve diferente, a la gente le cambio la cara, afuera rugiendo el león y la gente dándole gracias a las once mil vírgenes, así pasé yo el ciclón del 26, comiendo judías ¡ como no me voy a acordar de él, hasta que me muera…"

Este era Enrique Arredondo, un hombre que salió del pueblo y al pueblo entregó su gracia, por eso en tiempo de ciclón siempre me viene a la memoria, cuídense y que Dios los bendiga.

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