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El primer cubano en poner sus pies en el Polo Norte: José Joaquín Castillo Duany

El primer cubano en poner sus pies en el Polo Norte: José Joaquín Castillo Duany.
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Siempre en broma se ha dicho, de que un cubano es capaz de llegar y hasta vivir en el Polo Norte. En otros tiempos parecería absurdo, en los tiempos contemporáneos hay viviendo cubanos, que se han ido de su patria buscando un futuro y una vida mejor, en cualquier latitud. No se si precisamente en el polo, pero conozco cubanos, y no pocos, viviendo en Alaska, en Suecia, Noruega, Finlandia, en fin en climas y culturas muy diferentes a su ambiente, por las razones que ya conocemos.

Pues resulta que detrás de esta frase hay un trozo de la historia, no muy conocida, de una figura ilustre cubana, un santiaguero que fue el primer cubano en poner sus pies en el Polo Norte: José Joaquín Castillo Duany.

Y no lo hizo porque fuera explorador, como el tour de placer que protagonizó Núñez Jiménez gracias a su posición política y privilegios, sino enrolado en la tripulación del vapor Rodgers, uno de cuatro buques que el Senado norteamericano financió para salir en búsqueda del barco Jeannette que se había perdido en el Polo tres años antes y del que no había noticias.

José Joaquín realizó estudios en París y se hizo cirujano en la Universidad de Pennsylvania en 1880 y médico de la Marina de Guerra norteamericana. En el año 1881 se unió voluntariamente a la tripulación del vapor Rodgers, que partió el 16 de junio de 1881 de San Francisco, California, para rescatar a los tripulantes del “Jeannette”.

Pero los tripulantes del Rodgers no encontraron indicio alguno del Jeannette. Tras rastrear el norte de Alaska pusieron rumbo oeste, a la Siberia. Cerca del delta del río Lena, una explosión accidental provocó el incendio de la embarcación, y sus 35 tripulantes quedaron a la deriva en el inhóspito territorio polar ruso, donde conocieron que los hombres que intentaban rescatar habían muerto, en su mayoría congelados.

Los 33 tripulantes, 30 soldados, y tres civiles habían abandonado la embarcación en tres botes: pero el segundo bote zozobró y nunca más volvió a saberse de él. El primero logró llegar hasta el delta del río Lena pero el cansancio y las enfermedades hizo que finalmente los 14 tripulantes fallecieron, incluido el comandante.

El último bote sin embargo, corrió mejor suerte. Consiguieron arribar a la costa oriental del río Lena donde los condujeron a una villa, y tras establecer contacto con autoridades rusas lograron regresar a los Estados Unidos en febrero de 1882.

Los tripulantes del Rodgers casi todos murieron víctimas del frío, el hambre o el escorbuto. El cubano Castillo Duany cirujano asistente y médico de la expedición, resistió todas las adversidades y tuvo ánimo suficiente para hacer una serie de apuntes que publicaría luego en su libro “Los hábitos y la higiene de los esquimales”. Con dos compañeros, atravesó la Siberia, llegó a la península de Kamchatka, cruzó el estrecho de Behring y arribó al poblado de Sitka, en Alaska. Desde allí se trasladó a San Francisco, donde lo recibieron como a un héroe y lo colmaron de honores.

Castillo Duany se unió a la causa independentista cubana y participó en varias expediciones para llevar pertrechos a los insurrectos cubanos, todas exitosas. Finalmente se radicó en Santiago de Cuba con su esposa Matilde Simoni y sus hijos, donde ejerció su profesión y continuó en sus labores separatistas. Como una curiosidad hay que decir que Matilde era la hermana de Amalia, la esposa de “El Mayor” Ignacio Agramonte.





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