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El Morro Castle Una de las tristemente célebres tragedias de la historia naval d

El Morro Castle Una de las tristemente célebres tragedias de la historia naval de Cuba, que protagonizó un lujoso barco de pasaje que cubría la ruta La Habana-Nueva York.
El Morro Castle era un lujoso crucero, con 11 300 toneladas de desplazamiento y 503 pies (153,3 metros) de eslora. Su sistema de propulsión estaba integrado por dos poderosas turbinas de vapor, de 16 000 caballos de fuerza, que le permitían mantener una velocidad media de 20 nudos (36 kilómetros por hora). Como toda embarcación de su género disponía de espaciosos restaurantes, tiendas, salones y cámaras de varias clases y verdaderos apartamentos de lujo.

El día de la tragedia este cubría la ruta La Habana-Nueva York, con 400 pasajeros y 240 tripulantes a bordo, aunque otras fuentes consignan que transportaba a 558 personas en total. Soplaba un viento huracanado. La tragedia que marcó su fin tuvo lugar cuando la hermosa nave estaba por llegar a las costas de los Estados Unidos, por la costa de New Jersey, procedente de La Habana.

A eso de la medianoche del sábado 8 de septiembre de 1934, sin que nadie se percatase, se originó un fuego en la elegante biblioteca de la nave, situada en la cubierta C, el cual se extendió rápidamente hacia otros salones aledaños. Esto es, al menos, lo que recogen las versiones más generalizadas acerca de lo ocurrido. En esa cubierta se hallaban también un salón de estar y una sala de escritura.

El Morro Castle envuelto en llamas, 8 de septiembre de 1934. Tres horas después, en la fría madrugada del Océano Atlántico, la luz y el calor de las llamas fueron detectados, seguidos por la orden de abandonar la nave. Esta terminante decisión nos induce a pensar que en ese momento ya el siniestro había alcanzado grandes proporciones y se había hecho incontrolable. Los camareros, mozos y demás miembros de la dotación cruzaron los corredores, llamando a los ocupantes de los camarotes. Al tocar, decían a los adormecidos pasajeros: ¡póngase el salvavidas y suba a cubierta!

Muchos pasajeros quedaron atrapados por las llamas en sus camarotes y los que pudieron llegar a las plataformas superiores, encontraban un panorama marcado por el caos más absoluto. Pocos atinaban a obedecer las instrucciones de dirigirse a los botes de salvamento, pues las recalentadas planchas de acero hacían imposible el caminar sobre ellas. Nunca se puso nunca en claro por qué no funcionó el sistema contra incendios y muchos se preguntaron por qué el telegrafista demoró tanto en transmitir la señal de auxilio.

Los botes salvavidas se hicieron a la mar llevando como promedio a unos 30 tripulantes y solo a dos pasajeros cuando disponían de 58 capacidades. Para mal de males, el primer oficial, que asumió el mando de la nave a la muerte del capitán, insistió en navegar de frente al temporal de viento, lo que hizo que las llamas se propagaran con más fuerza y rapidez.

En la prensa de la época pronto comenzaron las especulaciones sobre las causas del incendio. Se habló de que había sido un rayo que cayó cerca de los depósitos de combustible, pero muy pronto surgió la teoría, ratificada a resultas de investigaciones exhaustivas de que en el Morro Castle hubo un sabotaje. Para los que así opinaban, la causa de la catástrofe había sido una pluma de fuente con un dispositivo de ignición dentro dejada en la biblioteca del barco.

La hipótesis del sabotaje sería comprobada 25 años después del suceso, por el investigador Thomas Gallagher, cuando señaló que George W. Rogers, radiotelegrafista-jefe en la nave, efectivamente había colocado el tal dispositivo en la biblioteca, y que ese era el causante de la catástrofe.

Los propósitos que lo movieron para tal proceder, se desconocen, pero el hecho de que el responsable del siniestro fuera el telegrafista-jefe explica porqué el Morro Castle no transmitió a tiempo sus llamados de auxilio. El telegrafista de guardia que se decidió a pedir ayuda lo hizo por su propia voluntad y sin haber recibido orden alguna en tal sentido. La empresa naviera Ward Line fue multada a causa del incendio y se condenó a penas de prisión a los oficiales del buque; sentencias que después fueron anuladas.

Curiosidades y coincidencias

El naufragio tuvo lugar en 1934, el 8 de septiembre. Ese mes y ese día coinciden con la fecha en la que en Cuba se celebra la festividad de la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de la Isla. Según la leyenda, la imagen de la Virgen fue hallada a principios del siglo XVII por tres humildes pescadores, sobre las aguas del mar… en medio de una tormenta.
El capitán del Morro Castle, Robert Willmott, había fallecido en su puesto de trabajo, horas antes de desatarse el fuego, víctima de un infarto cardiaco. Por esos días, Willmott cumplía un año de casado con Mathilde Howe, a quien había conocido en el mismo barco, mientras la dama regresaba a Estados Unidos procedente de La Habana.
El notable deportista cubano Frank De Beche , campeón de natación, confiado en sus propias fuerzas y habilidades, cedió caballerosamente su salvavidas a la señorita Rosario Camacho y pereció en el intento de mantenerse vivo en el mar hasta que lo rescataran de las gélidas aguas.
Renée Méndez Capote, colaboradora del periódico “El Mundo”, quien después sería una conocida escritora, (por ella misma nombrada la cubanita que nació con el siglo), era una de las pasajeras del Morro Castle en su viaje final. Transcurría el Gobierno de los cien días y el presidente Grau San Martín le había confiado a Renée hacerse cargo del consulado de Cuba en París. Antes, ella había planificado pasar unos días en Nueva York. Renée, que era gorda, había quedado atrapada por las llamas en su camarote y la tripulación logró sacarla por la escotilla. Renée pudo contarse entre los sobrevivientes porque el camarero estadounidense Carol Prior tuvo un gesto de cortesía para con ella, le cedió su salvavidas y, de pronto, sin saber cómo, se vio metida, con otras 35 personas en un bote de salvamento, donde pasó cuatro horas de angustia antes de arribar a la costa de Nueva Jersey. Ya en Nueva York, uno de los periodistas que acudió a entrevistarla, le preguntó si era comunista. Renée habló entonces de sus simpatías por la izquierda y ahí mismo la opinión pública empezó a tacharla de incendiaria y de haber sido la causante del desastre. Aquel incendio es, decía Méndez Capote, fue el peor recuerdo de su vida.

Este doloroso hecho causó tanta tristeza en nuestro País que hasta el Trío Matamoros lo inmortalizó en una de sus composiciones

Letra de El Desastre Del Morro Castle

Del puerto de La Habana el Morro Castle se vio zarpar, una tarde habanera, linda hechicera como su mar.

En la extensa cubierta gozaban todos con gran primor, en el barco lujoso que majestuoso iba a Nueva York.

Las madres cariñosas llevaban hijos del corazón; novios recién casados y enamorados de su ilusión.

Al tercer día de viaje y a veinte millas para llegar, un viento huracanado levanta airado el inmenso mar.

El Morrocastle corría (corría)
navegando sin cesar;bajo lo inmenso del cielo y el inquieto cielo azúl de la mar.

Y mientras todos dormían llenos de un dulce sopor.
Les espiaba la muerte que andando silente iba en el Vapor. (se repite)

Las tres de la mañana y todos duermen sin un temor, cuando sale una llama qué todo inflama todo el vapor.

Las mujeres y niños
pedían auxilio con gran terror.
Los ancianos lloraban otros rezaban al gran creador. La madre busca al hijo otro a su esposa todo es dolor; Entre el fuego chispeante, volcán bramante que cusa horror.

Se tiraban al agua mujeres y niños en confusión, y quedaron ahogados otros quemados como el carbón.

Ciento treinta y dos murieron (murieron) sembrando un cruel dolor. En la capital cubana y en la americana ciudad de New York.

Quien fue la mano incendiaria sabe dios quienes serán. (Mas los pobres que cayeron aquellos se fueron y no volverán) se repite.

Oír Aquí: https://youtu.be/2O5gXJIUxZY




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