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Elena Burke “La Señora Sentimiento”. una de las mejores cantantes que Cuba haya

Elena Burke “La Señora Sentimiento”. una de las mejores cantantes que Cuba haya producido.
Fue como "El rey Midas, convirtió todo lo que cantaba en oro". Elena Burke, nació un 28 de febrero en la barriada del Cerro, en Ciudad de La Habana. Elena Burke se destacó por su gran versatilidad y talento; siendo una de las integrantes del movimiento del filin, un género de la canción cubana que surgió a finales de la década del cuarenta, y que significó una transformación en la manera de componer y de ejecutar la música en Cuba.

Elena en 1940 cantó en la radio por primera vez, en la emisora habanera CMC. Interpretó un tango, «Caminito», de Peñalozza y Filiberto, que había conocido en voz de Libertad Lamarque, ídolo de los cubanos de la época. Por aquellos días Elena estaba muy atenta a todo lo que escuchaba en la radio, en la calle o en los discos: Miguelito Valdés, los conjuntos de sones, los boleros, las guarachas y la rumba.

Muy joven se escapaba de la familia para reunirse en la casa de Ángel Díaz con “los muchachos del filin”, compositores e intérpretes que transformarían la canción cubana: César Portillo de la Luz, José Antonio Méndez, Justo Fuentes, Pablo Reyes, Armando Peñalver, Ñico Rojas, Niño Rivera, Frank Emilio. Elena aprendió una tras otra las canciones nuevas y allí conoció a Omara Portuondo.

En 1943 se presentó en el programa de aficionados más importante de Cuba, la Corte Suprema del Arte, de CMQ Radio, y fue premiada junto a otros dos jóvenes que tendrían una exitosa carrera posteriormente: Rosita Fornés y Miguel Ángel Ortiz. Un día se presentó ante Onorio Muñoz, directivo de la emisora Mil Diez y le dijo: “Por favor, óigame cantar”. Así quedó contratada para presentarse en el programa Ensoñación, con una orquesta dirigida por Enrique González Mantici y Adolfo Guzmán.

Al mismo tiempo comenzó a actuar como solista en varios centros nocturnos –entre ellos El Kursaal– acompañada al piano por Dámaso Pérez Prado. Con Prado de acompañante, participó en actividades organizadas –en fábricas y otros centros de trabajo– por el Partido Socialista Popular, al que pertenecía Mil Diez, emisora que contaba con un extraordinario elenco artístico.

A mediados de la década de 1940 actuó en shows con Las Mulatas de Fuego, en los teatros Fausto y Alkázar, y junto a Josephine Baker en el teatro Encanto.

En 1946 cantó canciones sentimentales en programas que difundía la emisora Radiodifusión O’Shea, donde la presentaban como “la primera intérprete de filin”.

Integró –con Adalberto del Río, Aurelio Reynoso y Roberto Barceló– el Cuarteto de Orlando de la Rosa, compositor y pianista que le entregó a Elena varias de sus canciones para que las estrenara, e incluso le dedicó un bolero: «Tu alma». El cuarteto debutó en la emisora RHC Cadena Azul de La Habana en 1948.

Formó pareja de baile con Rolando Espinosa y luego con Litico Rodríguez. Con Litico se presentó en espectáculos de cabarets en Kingston, Jamaica y Caracas, Venezuela.

Llegó a México con el show Rapsodia en Bronce y Negro con Las Mulatas de Fuego, espectáculo contratado para presentarse en el Follies Bergere. Poco después se unió al cuarteto vocal del pianista Facundo Rivero, con el cual giró por países de Centro y Sudamérica.

A su regreso a Cuba se reincorporó al cuarteto de Orlando de la Rosa que fue contratado para actuar en Estados Unidos en centros nocturnos y hoteles.

La formación del grupo en ese momento incluyó dos voces masculinas (Reynoso y Barceló), y dos femeninas: Elena Burke y Omara Portuondo. Actuaron incesantemente en ciudades de varios estados a lo largo de seis meses.

En 1952 se constituyó el Cuarteto D’Aida con la pianista Aida Diestro, como directora, y las voces de Elena, Omara, Moraima Secada y Haydée Portuondo. Tras apenas cuatro semanas de ensayo, debutaron el 16 de agosto de ese año en el programa de televisión Carrusel de la Alegría, de CMQ interpretando «Mamey colorao», de Peruchín Jústiz y «Cosas del alma», de Pepé Delgado. Luego actuaron durante una semana, también en televisión, en el Show del Mediodía. En cada presentación estrenaban nuevos números: «Qué jelengue», de José Antonio Méndez, «Profecía», de Adolfo Guzmán, «Ya no me quieres», de María Greever, «Las mulatas del chachachá», de Evelio Landa.

El cuarteto comenzó a trabajar en cabarets cada vez de mayor calidad: La Campana, Club 21, Montmatre, Tropicana. El grupo fue contratado para actuar en New York, en el programa de televisión de Steve Allen, y de allí pasaron a Venezuela, México y Argentina.

En 1957 se distribuyó un disco de larga duración para la RCA Victor con una orquesta “todos estrellas” dirigida por Chico O’Farrill: Una noche en Sans-Souci con el Cuarteto D’Aida.

Hacia el final de la década del 50 Elena se separó del cuarteto para continuar su carrera como solista. Comenzó a presentarse en pequeños e íntimos clubes habaneros acompañada tan solo por un solista al piano: Frank Domínguez o Meme Solís. No solo dio a conocer nuevas canciones, sino que impuso un estilo de interpretar letra y melodía. Su público creció, sus fanáticos la perseguían de escenario en escenario.

Los propietarios de la casa discográfica Gema le propusieron grabar su primer disco respaldada por una gran orquesta dirigida por Rafael Somavilla: Con el calor de mi voz, que incluyó «Perdido amor», de César Portillo de la Luz, «Libre de pecado», de Adolfo Guzmán, «Mil congojas» de Juan Pablo Miranda, «Juguete», de Bobby Capó entre otras composiciones de María Greever, Mario Ruíz Armengol, Ernesto Duarte, Frank Domínguez y Eligio Valera. Los columnistas de espectáculos la proclamaron “mejor intérprete de 1959”.

Su segundo disco, La Burke canta, con Meme Solís al piano y la guitarra de Pablo Cano contenía versiones de viejas canciones cubanas como «Corazón», de Sánchez de Fuentes o»Idilio», de Augusto Tariche, junto a creaciones de nuevos compositores marcados por la expresión del filin, como Marta Valdés (!Tú no sospechas1), Ela O’Farrill (1Ni llorar puedo ya!) o Solís (!Qué infelicidad!). Por entonces se le llamaba “Su Majestad, La Burke”.

Grabó un tercer disco para la firma Gema, con orquesta dirigida por Eddy Gaytán con boleros de Piloto y Vera, Pepé Delgado, Marta Valdés, Mario Clavell y otros autores. Se presentó en varias ocasiones en la sala de conciertos del Museo de Bellas Artes y en el teatro Amadeo Roldán acompañada al piano por Frank Emilio, Enriqueta Almanza y el guitarrista Froilán Amézaga.

El musicólogo Odilio Urfé escribió en las notas al programa de un recital ofrecido por Elena en 1963 que era una intérprete vocal con un estilo íntimo y profundo. La cantante, después de cultivar con éxito todas las expresiones genéricas de la música popular cubana, se afianzaba en el caudal de la canción moderna y dominaba un amplio repertorio.

En esa década abrió un espacio diario en Radio Progreso que se mantuvo en el aire por muchos años: A solas contigo. En sus inicios, Elena compartía el programa con Luis García y el cuarteto de Meme Solís pero, a partir de 1969 hasta entrados los años 80, continuó en solitario.

Apareció en el largometraje de Rogelio París Nosotros la música y grabó en 1964 otro disco de larga duración, Bellos recuerdos, con Frank Domínguez y Froilán Amézaga, considerado entre los mejores de su carrera.

Elena actuó en la clausura del Festival cinematográfico de Cannes de 1964 y se presentó en el Olympia de París con el espectáculo Grand Music-Hall de Cuba. Resultó premiada su actuación en el Festival de la canción de Sopot, Polonia, en 1966. En el II Festival Internacional del Disco, en México, actuó junto a Pérez Prado, Ray Charles y Armando Manzanero.

En 1968 dio a conocer creaciones de Juan Formell en un disco con la orquesta Revé. En 1970 se publicó el larga duración Elena, en el que incluyó nuevas composiciones de Formell («De mis recuerdos», «Lo material», entre otras), de Marta Valdés («Hay mil formas»), Pablo Milanés («Mis 22 años») y Silvio Rodríguez («Hay un grupo que dice»).

Su repertorio se nutrió igualmente de la obra de nuevos compositores y de la de los “consagrados”. En una entrevista declaró que no temía a nada que viniera encerrado en una letra y en una buena música.

La “Señora Sentimiento” actuó en 1978 con la Orquesta Aragón y Los Papines en el Lincoln Center de Nueva York. En la década siguiente realizó nuevas giras y grabaciones. Cantó el tema musical de la película Una novia para David (1985) de Orlando Rojas, «Ámame como soy» de Pablo Milanés, que se convirtió de inmediato en un éxito nacional. En 1988 grabó un disco con canciones de Marta Valdés, acompañada con la guitarra de Carlos Emilio y los pianos de Frank Emilio y Enriqueta Almanza.

En 1993 su álbum doble Canta lo sentimental, que celebraba sus cincuenta años de carrera artística, obtuvo el Gran Premio del Disco en Cuba. Grabó además un disco con canciones de Vicente Garrido acompañada al piano por el autor.

Viajó a México donde permaneció actuando hasta 1995, año en que regresó a Cuba y grabó Elena en persona, con Enriqueta Almanza, el guitarrista Felipe Valdés y el percusionista Tata Güines. Hizo presentaciones en teatros en varias ciudades de Cuba. Se presentó en el centro nocturno Delirio habanero durante una extensa temporada y más tarde en El Gato Tuerto, donde se mantuvo actuando, muy cerca del final, mientras sus dolencias físicas se lo permitieron.

El 9 de junio de 2002 falleció en La Habana. A su sepelio asistieron varios cientos de habaneros. La poeta Nancy Morejón dijo, al despedirla, que Elena nació a la fama como la intérprete más fiel del filin. La canción romántica en Cuba alcanzó en su voz el mayor de los esplendores.

Bibliografía

Giro, Radamés: Diccionario Enciclopédico de la Música en Cuba, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 2007.
Martínez, Mayra A.: Cubanos en la música, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1993.

Tomado de http://www.encaribe.org/ (Enciclopedia de historia y cultura del Caribe)

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