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PRIMERA MUJER EN CONDUCIR UN CARRO EN CUBA Prostituta selectiva Fue una prostit

PRIMERA MUJER EN CONDUCIR UN CARRO EN CUBA

Prostituta selectiva
Fue una prostituta selectiva. Comenzó su carrera rápida hacia la opulencia, frecuentando hombres poderosos y ricos. Su época de esplendor fue bastante dilatada para este tipo de vida, pues abarcó desde 1917 a 1934.

Tuvo cuatro lujosas casas: en Calzada y B, Línea y B, Habana y Compostela y San Miguel entre Belascoaín y Gervasio; poseyó unos valiosos caballos, así como pieles y muchísimas joyas de incalculable valor, además de nueve automóviles, principalmente europeos pues eran sus preferidos. Sus gastos mensuales para mantener su tren de vida ascendían a $2.000 mensuales, sin contar las cantidades extras con las que ayudaba a su numerosa familia, todo lo cual constituía una verdadera fortuna en la década de los años veinte. Fue la amiga de ricos habaneros dedicados a la política y los negocios.

El nombre de la Macorina ha llegado hasta nuestros días gracias a una canción. El personaje al que alude la canción anduvo por las calles habaneras en la década de los veinte, al volante de un llamativo convertible rojo. Fue la primera mujer que manejó en Cuba y que obtuvo la primera licencia de conducción o carnet de conducir, dado por el Municipio de La Habana, expedido a nombre de María Calvo Nodarse: fue un verdadero escándalo en los años veinte.

La popular Macorina, no sólo tiene en su honor dos composiciones musicales y una pintura de Cundo Bermúdez, sino que fue inmortalizada en las famosas charangas de Bejucal, que se celebran en el mes de diciembre, donde en los desfiles de personajes aparecía una muñecona con careta debajo de la cual estaba su creador, un albañil llamado Lorenzo Romero Miñoso.

Como ya es lugar común en este tipo de biografías, el ocaso de la Macorina se inició en 1934. La situación económica nacional ya no era tan próspera, pero quizás el hecho indiscutible era que la Macorina tenía entonces 42 años. Los amigos del pasado iban amparándose en excusas cada vez que ella les pedía ayuda, y así fue vendiendo todas sus pertenencias, desde las joyas hasta las casas y los coches: la Macorina acabó en la más absoluta pobreza, viviendo en un cuarto alquilado en una casa familiar habanera.

Muerte
Murió en La Habana el 15 de junio de 1977 de un ataque cardiaco

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