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El final trágico de Roberto Faz! Me contaron que, al parecer, le dio un ataque d

El final trágico de Roberto Faz! Me contaron que, al parecer, le dio un ataque de catalepsia y lo sepultaron vivo. En el escenario contagiaba al público con su sabor y su facilidad para improvisar. Hacía bailar con sus sones y enamoraba con sus boleros.

En esa lista no puede faltar el nombre de Roberto Faz, en opinión de los estudiosos en materia de música, de los cantantes y coleccionistas; uno de los vocalistas más versátiles y mejor afinados no solo de la fecunda isla antillana, sino de América Latina.

Roberto, el segundo de los tres hijos del humilde hogar conformado por Pascual Faz y Angelita Monzón, vio la primera luz hace 100 años, el 18 de septiembre de 1914 en Regla, municipio eminentemente industrial de la provincia de La Habana.

¡ASÍ CANTABA ROBERTO FAZ!
Gracias a la bella versión que hizo el guitarrista cubano Eliades Ochoa del son Píntate los labios María, incluido en el álbum Sublime ilusión de 1999, muchos colombianos descubrieron años más tarde (por allá en 2004, cuando el tema fue popularizado en los estaderos y las emisoras) el nombre de Roberto Faz, intérprete original de esa canción:

Píntate los labios, María, píntate/ Píntate los labios, María, píntate/ Cuando conocí a María/ María era muy graciosita/ y ahora que ya no se pinta/ ya no luce tan bonita… María.

En realidad no eran pocos los que no solo desconocían ese tema lleno de sabor, sino que ni siquiera sabían de la existencia de Roberto Faz, el sonero que más adelante, en esa misma canción, mencionaba Eliades Ochoa.

Cuenta el historiador Helio Orovio, en su Diccionario de la Música Cubana biográfico y técnico, que con solo 13 años, Roberto Faz dio sus pinitos en la música, en el Sexteto Bellamar, fundado por su padre.

Después pasaría por diversas agrupaciones entre las que se destacarían las de Félix Chapotin, los Hermanos Lebatard y el conjunto Kubavana, antes de ingresar, en 1943 –con 29 años- al Conjunto Casino, uno de los más renombrados en Cuba, dirigido por Roberto Espí, y en el que también se destacaba como vocalista Agustín Ribot.

Nelson Pinedo, nuestro inolvidable ‘Pollo Barranquillero’, señala que cuando residía en La Habana, y se desempeñaba como cantante de la Sonora Matancera -entre 1953 y 1958-, tuvo la oportunidad de conocer a Roberto Faz.

“Además de tener una excelente afinación vocal, era un tipo agradable, amiguero. Fue una de las figuras más completas y aglutinantes que ha conocido nuestra música popular. Era muy buen guarachero, sonero y bolerista”, recuerda Nelson, a sus 86 años, hoy residente en Caracas.

Al lado de su tocayo Roberto Espí y Agustín Ribot, Roberto Faz constituyó un genuino trío generador de éxitos con el fondo musical del Conjunto Casino.

Con Benny Moré.

ANGUSTIOSO FINAL
El 26 de abril de 1966 Roberto Faz falleció en La Habana, a los 52 años, al sufrir, -al parecer- un ataque de catalepsia.

En su última visita a Barranquilla, en la primera quincena de mayo de 2001, el legendario cantante cubano Celio González nos contó que antes de vincularse a la Sonora Matancera en 1955, había trabajado con varios grupos de renombre en la isla, entre ellos el Conjunto Casino, con el que grabó en 1953 el bolero Plazos traicioneros, de Luis Marquetti.

Nos contó El Flaco de Oro que en su corto paso por Los campeones del Ritmo, como se le conocía al Conjunto Casino, logró cosechar una buena amistad con Roberto Faz.

“Era una extraordinaria persona. Su timbre era fino y a pesar de su apodo, ‘Enano cabezón’, tenía una estampa de galán de cine mexicano: blanco, grueso y con bigote refilado, al estilo Arturo de Córdova o Roberto Cañedo”.

También nos comentó Celio González que él se encontraba en México cuando se enteró de la muerte de Roberto Faz.

“Me contaron que, al parecer, le dio un ataque de catalepsia y lo sepultaron vivo.

También se comentó, en su momento, que la viuda soñó que él la llamaba desde el sepulcro. Impresionada por ese sueño, ordenó abrir la tumba. La sorpresa fue mayúscula para la desconsolada mujer al verificar que el cuerpo de Roberto estaba volteado y el ataúd presentaba en su interior visibles huellas de violencia”.

Fue ese el final de uno de los grandes del cancionero latinoamericano.

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