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Martín Fox, el dueño de Tropicana de ser un pobre muchacho campesino se convirti

Martín Fox, el dueño de Tropicana de ser un pobre muchacho campesino se convirtió en uno de los cuatro dueños originales de Tropicana.
El club nocturno había abierto en 1939 dentro de Villa Mina, una residencia privada en un terreno de seis acres rodeada por lujuriantes jardines tropicales, adornada con arañas de cristal importadas e imponentes escalinatas en el barrio de Marianao en La Habana.
Pero en 1950 Fox asumió el control del lugar como propietario único, con lo que comenzaron los años de gloria y de esplendor arquitectónico de Tropicana. El padre de Fox, Pedro, se hizo gerente general de Tropicana, y los dos hermanos se dedicaron a tratar de amasar una fortuna, mientras que el negocio de los casinos financiaba el crecimiento del club nocturno.
Tillie Fox tiene mil historias que contar sobre Tropicana, que algunos consideran el club nocturno más bello que se haya construido nunca. Ella y otros miembros de la familia Fox estarán en Cuba Nostalgia, en Tamiami Park, este fin de semana. esponderán preguntas en el puesto del Nuevo Herald/Miami Herald, donde se está recreando Tropicana.
Fox, hija única que asistió a escuelas católicas, asistió de pequeña en primera fila a toda la acción en el Tropicana. Ella conoció a Harry “El Zurdo” Clark, el gerente de crédito “con conexiones” asignados a aprobar líneas de crédito a los acaudalados. Meyer Lansky estaba también presente, asignado irónicamente por el presidente cubano Fulgencio Batista para mantener la honestidad del juego en los casinos de la isla y asegurar la continuidad del negocio.

“Meyer era un hombre muy agradable”, dijo Fox, quien se relaciona todavía con algunos de los parientes de Lansky. Lansky murió en Miami Beach en 1983. “La atmósfera en Tropicana no tenía nada de siniestro. Yo nunca vi nada de esas cosas de la Mafia que se ven el “El Padrino”.

Fox recuerda que sus padres, para que se entretuviera, la dejaban jugar con su propia máquina tragamonedas, arreglada de modo que ella pudiera alcanzar la palanca y tirar de ella.

“Sí, yo tuve una vida muy privilegiada porque mi familia trabajó duro para alcanzarla. Mi padre y mi tío eran campesinos y habían crecido en la pobreza. Una de las mayores tristezas de mi tío es que su madre había muerto antes de que él se hiciera rico”, dijo.

Una vez que ellos asumieron el control de Tropicana, los hermanos empezaron a elaborar grandes planes para el lugar. Ellos querían recrear una atmósfera de tipo noche parisiense tropical, con coristas en trajes que recordaban rebuscados disfraces de los carnavales de Mardi Gras.

En la década de 1950, el club y su casino alcanzaron renombre mundial, y se convirtieron en un lugar favorito de los turistas estadounidenses, el jet set elegante en fracs y vestidos de noche y celebridades. Elizabeth Taylor y Eddie Fisher, Peggy Lee, Joan Crawford, Marlon Brando, Carmen Miranda, Edith Piaf, Xavier Cugat, todos ellos pasaron por allí. Hollywood filmó una película llamada Tropicana cuya acción transcurría en el club nocturno.

De pequeña, Fox, quien tomaba clases de piano, tocó con Liberace y Nat King Cole, quien era una sensación en Tropicana. “El atraía a tanta gente al negocio que mi tío le dobló el sueldo a $20,000”, dijo. Ella se enteró más tarde de que a Cole le gustaba ir a Cuba “porque todo el mundo lo trataba igual que a un blanco”.

Y Fox dijo que los icónicos Arcos de Cristal del club se pagaron con la ayuda de uno de los maridos de Rita Hayworth.

“Cuando ella se casó con el príncipe Aly Khan, ellos visitaron La Habana y Khan se jugó grandes sumas en Tropicana. Perdió muchísimo dinero, tanto que mi tío usó el dinero que el casino le ganó para pagar por los Arcos de Cristal”, contó. Los arcos, de gran belleza arquitectónica, reflejaban la luz de un escenario para orquesta y pista de baile movedizos que todavía están allí.

Con capacidad para 1,750 personas, Tropicana era una pequeña ciudad, dijo Fox. Había alrededor de 600 empleados –coristas, vendedoras de cigarrillos, barmans y crupiers– para servir y entretener a todos aquellos visitantes.

Los espectáculos eran tan complicados como poner un musical de Broadway cada noche, dijo. La producción, los trajes, la música y los bailarines eran tan espléndidos que el costo semanal de la producción era de miles de pesos, afirmó Fox.

Ella recuerda a Roderico “Rodney” Neyra, el famoso coreógrafo. “Todas sus coristas tenían unas caderas enormes, pero unas cinturas diminutas, diminutas”, dijo.

Hacia 1956, el paisaje político estaba cambiando. Fulgencio Batista, quien era amigo de los dueños de los casinos, estaba perdiendo su control sobre la isla. Fidel Castro, quien no era fanático de los intereses de los “yanquis” o de Estados Unidos en la isla, estaba organizando una revolución.

Una vez que Castro entró triunfalmente en La Habana en 1959, todos los casinos fueron cerrados por el gobierno revolucionario. Al principio la familia Fox contó con cierta protección de que el gobierno confiscara Tropicana. Su padre, Pedro Fox, era amigo de uno de los líderes revolucionarios colegas de Castro, el popular Camilo Cienfuegos.

“El dio a mi papá una foto dedicada para que se la enseñara a los milicianos cada vez que se aparecieran, y ellos se iban”, dijo Fox.

Aparte del temor de perder el club, hubo otros incidentes en esa época, afirmó Fox. El más terrorífico fue un intento de la criada de secuestrarla para pedir rescate. Además, alguien explotó una bomba en el club en una fiesta por Fin de Año para espantar a los clientes, quienes salieron huyendo.

Pero cuando Cienfuegos murió en un sospechoso accidente de aviación, las cuentas de banco de la familia Fox fueron congeladas. “Los ricos fueron declarados gente malvada”, dijo.

Ellos huyeron de Cuba a Estados Unidos, dejando atrás su amada joya, Tropicana, la cual sigue operando hasta hoy en día, administrada por el gobierno.

Su tío murió sin un centavo en 1966, en una casita en Beacon Boulevard en La Pequeña Habana; su padre falleció en 1973. En cuanto a Fox, ella dijo que su experiencia de infancia contando lo que había ganado en las máquinas tragamonedas para niños le vino bien en la vida más adelante. “Yo creo que fue por eso que me dediqué a la matemática”.

TomLuisa Yánez

lyanez@miamiherald.com

Publicación de nuestro amigo Rey González

Martín Fox y su esposa Ofelia, 1957

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