La misteriosa historia de la dama de azul del Castillo de Jagua. 🏰👸💂🤓
Los piratas que transitaban el mar de Las Antillas, mostraban especial predilección por las costas de Cuba. No contentos con atacar las embarcaciones de alto bordo y las dedicadas al cabotaje, atrevíanse a hacer desembarcos en la isla y saquear sus haciendas y poblados, llegando en su osadía hasta penetrar, en los primeros tiempos coloniales, en La Habana, Santiago de Cuba y otras poblaciones de importancia.
La época y el estado indefenso de la isla eran propicios para tales desafueros. El oficio de bandido de mar era remunerador, y los peligros no tantos que lo hicieran inapetecible. España no disponía de buques suficientes para perseguir de modo activo a los piratas, y éstos, por otra parte, tenían buenas guaridas en islas y cayos.
Para evitar estas peligrosas incursiones, se trató en 1682 de fortificar el puerto de Jagua, proyecto que no se llevó a la práctica hasta 1742, erigiéndose sobre una pequeña altura, en la parte oeste del cañón de entrada, donde forma recodo, “El Castillo de Nuestra Señora de los Ángeles de Jagua” conocido hoy como Castillo de Jagua.
El fuerte, dotado con cañones de diverso calibre y una guarnición de soldados, tuvo como primer comandante de la fortaleza al militar de carrera Don José Castilla Cabeza de Vaca. Él y su esposa, doña Leonor de Cárdenas, habitaron el castillo de Jagua hasta su muerte, y según se cuenta, fueron sepultados en ese mismo lugar.
A partir de entonces, durante las noches más oscuras, un ave enorme de rapiña, de aspecto extraño y aterrador, comenzó a sobrevolar el Castillo de Jagua girando en espirales, mientras graznaba. A su llamado emergía, filtrándose de entre las paredes de la capilla del castillo, la silueta femenina de una mujer alta y elegante, vestida de azul, enjoyada y cubierta con un velo transparente de igual color que ondeaba al aire.
La soldadesca asignada al castillo se atemorizó enseguida por los nuevos sucesos, y muchos se negaban a cubrir las guardias nocturnas. Preferían antes, enfrentar a los más crueles y criminales piratas que lidiar con estas apariciones fantasmagóricas.
La fantástica visión, se repetía por varias noches, la cual producía temor entre los soldados que guarnecían el Castillo pese a ser veteranos de guerra.
Aterrorizados por el fantasma, los militares rehuían la guardia en las postas del castillo y no se atrevían a enfrentar la misteriosa mujer.
Uno de los más osado, un joven con el grado de Alférez, recién llegado, arrogante y decidido que no creía en fantasmas ni apariciones de ultratumba, decidió acercarse a la Dama Azul y mostrarle a sus compatriotas que no era otra cosa que fruto de su imaginería extraviada y calenturienta.
Se dispuso así en una buena noche a sustituir al centinela de guardia. Recorrió los alrededores del aljibe, pasó por el puesto de Mando y subió al campanario donde la brisa se sentía más pura y sobre el mar se ensayaba una fiesta de luz provocados por el movimiento de las olas y los rayos de luna.
De pronto oyó un penetrante graznido y gran batir de alas, en el preciso momento el reloj del Castillo daba la primera campanada de las doce. Levantó el Alférez la cabeza y vio la extraña ave de blanco plumaje, describiendo grandes círculos sobre la fortaleza y de las paredes de la capilla vio surgir hacia él, a la misteriosa aparición que los soldados llamaban La Dama Azul por el color del rico traje que vestía. El Alférez dominó sus nervios y fue decidido al encuentro del fantasma.
Lo que paso después entre La Dama Azul y el Alférez no se ha podido saber, pero a la mañana siguiente los soldados del Castillo hallaron a su Alférez, tendido en el suelo, sin conocimiento, y a su lado una calavera, un rico manto azul y su espada partida en dos pedazos.
Don Gonzalo, que tal era el nombre del joven militar se recobró de su letargo, pero, perdida la razón, tuvo que ser recluido en un manicomio. Todavía hoy es creencia que La Dama Azul hace de tarde en tarde sus apariciones, paseando impávida sobre los muros del Castillo de Jagua.
Y, según dice la gente, la Dama Azul en Cienfuegos sigue haciendo de vez en cuando sus apariciones, es más, hay quienes juran que la Dama Azul es el fantasma de doña Leonor, que no resiste la ausencia de su amado, el primer comandante de la fortaleza.
Escrito por: .
Patrocinado por Pacotillas
Todocuba.org