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José Domingo Blinó, el primer cubano que voló en globo!! Ya conocemos la histo

José Domingo Blinó, el primer cubano que voló en globo!! 👏👏👏🇨🇺🇨🇺🇨🇺

Ya conocemos la historia del toldero portugués Matías Pérez, quien se perdió por los cielos de la Isla, pero la mayoría desconoce la de José Domingo Blinó, el primer cubano que voló en un globo.

Nacido y criado en la ciudad, y de oficio hojalatero con taller en la calle Teniente Rey, el intrépido joven anunció su ascensión en el Diario de La Habana, los primeros días de mayo de 1831.

Por si fuera poco, los habaneros en aquella oportunidad serían testigos no solo de la demostración del primer aeronauta cubano, sino también de la subida del primer globo confeccionado en la Isla.

Su autor sería el propio Blinó, con la ayuda de los mejores profesores de Física y Química de la capital. Acaso ello explique por qué los resultados posteriores del cubano fueran muy superiores a los de sus predecesores venidos de otras tierras.

Llegado el 30 de mayo de 1831, se lanzó por los aires en su globo desde la plaza de los Toros del Campo de Marte (en los terrenos que hoy ocupa el Capitolio Nacional) donde se aglomeraba una entusiasta multitud.

Muy pronto, los espectadores observaron que el aeronauta criollo sobrepasa los límites de sus colegas extranjeros, y en la distancia se pierde de vista, siempre viajando hacia el poniente.

Angustiosas resultaron las horas que siguieron a la desaparición del globo en el horizonte. Se dio orden de movilizar las patrullas y embarcaciones en distintas direcciones y se ofrecieron varias “onzas” por su rescate, pero todos regresan sin información alguna.

Pero la historia no tuvo un fin trágico: al fin, la esperada noticia llega a las autoridades: el primer aeronauta cubano ha descendido, luego de un viaje en medio de lluvias y vientos tempestuosos, en los terrenos del potrero de San José, en el término de Quiebra Hacha, en Pinar del Río.

José Domingo Blinó es el héroe de aquella singular jornada. Objeto de homenajes, serenatas y banquetes. Urgido por todos lo apremios posibles partió rumbo a Nueva York, para, según algunos, comprar un globo aerostático de mayores dimensiones, a fin de emprender nuevos viajes que le permitieran reivindicar su fama ya en picada.

Al volver a Cuba, durante la travesía enfermó de gravedad y murió en el barco en que retornaba. De acuerdo con las costumbres de la época, su cadáver fue lanzado al mar. Triste final para este pionero de la aeronáutica cubana.

Como bien dijera Álvaro de la Iglesia, en sus Tradiciones Cubanas, muy pronto cayó sobre él un “chubasco de seborucos poéticos”, que, por cierto, merecieron ser recogidos por Boloña en una obra de cien páginas titulada Colección de todas las poesías que se han publicado en esta ciudad en elogio del cubano Domingo Blinó”.



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