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En honor a mi padre; sastre y tintorero les quiero compartir este artículo.

En honor a mi padre; sastre y tintorero les quiero compartir este artículo.

SASTRERIA EN CUBA.
Ya en 1877 se registra la actividad de 100 sastres en la capital.
(Publicado por D.Jácome)

Aunque no resulta fácil hacer una publicación de este tema, fundamentalmente por la ausencia de información documentada al respecto, he querido asumir el riesgo y hacerla, ya que el vestir masculino es un aspecto casi olvidado por todos…

Una de las primeras referencias que encontramos sobre este negocio en Cuba es en el siglo XVIII, cuando un inmigrante español montó una sastrería en la villa de Sancti Spíritus, donde se dice que vendía camisas largas con bolsillos cómodos para guardar tabacos. Hay quienes consideran esta prenda el origen de nuestra prenda de vestir nacional: la guayabera.

En 1757 el Obispo Morell describe…”No admira tanto el número crecido del vecindario cuanto el ornato costoso de los trajes. Los nobles y empleados se distinguen en el fausto más brillante… plebeyos sin reserva de color o condición, procuran imitarles”…

La ostentación en el vestir es una constante que mantiene Cuba en la primeras siete décadas del siglo XIX y no solo en la aristocracia, sino en gran parte de la población tanto blanca como de “morenos y pardos libres”, los que constituyeron una mayoría de la clase artesanal dedicada al oficio de sastre.

Ya para la primera mitad del siglo XIX estos comercios se habían multiplicado ante la necesidad del buen vestir en una sociedad donde las apariencias y las normas sociales así lo exigían. Con las migraciones de diferentes países árabes y europeos llegaran a Cuba técnicas y métodos de sastrería que enriquecieron lo que ya era una tradición desarrollada en la Isla por los españoles y criollos.

En una zona de la Calzada del Monte donde se encontraban una multitud de comercios, tiendas minoristas, almacenes, etc. encontramos la sastrería y tienda de ropa nombrada “El Turco”. La sastrería, que se funda en 1875 en la calle Obispo, se anunciaba en la puerta con una foto del filósofo, matemático y físico hispanojudío Maimónides.

De los “nacionales”, muy popular en esta época era Richard, un “sastre elegante” que trabajaba en “El Buen Gusto de Paris”, y que, según la prensa, rivalizaba con Garrido, el joven Director del Prototipo de “La Moda”, una de las sastrerías en que trabajaba.

También encontramos la “Ne-lo y Gelada”, elegante sastrería situada en la calle O’Reilly esquina San Ignacio, que ofertaba “las viejas modas de casacas, de última adquisición” y “de paño negro con sus reformas modernas”. En “La Elegancia Habanera” se complementaba el conjunto con bastones, corbatas y guantes.

Respecto a la zapatería, al parecer el taller de La Habana que hacía el mejor calzado de hombres era el de “La verde olive” de la calle Amargura. Otros comercios, en la calle Habana, donde se puede encontrar un zapato o un buen botín es en “El Telégrafo” o en “La Flor de La Habana”, dos focos de lujo y buen gusto. En la elegante sombrerería “Tono Habanero”, se podía adquirir un magnifico sombrero de felpa y otro finísimo de jipijapa a un precio módico.

A finales de 1840, incluso en la planta baja del “Palacio de los Capitanes Generales”, en lo que fuera la antigua cárcel, se anuncia por la fachada por Obispo la “sastrería de Bastián” y por la de Mercaderes, las sastrerías de “Garrido”, de “Cuesta” y “de la Hoz”.

El inglés J. Hawkes, quien visitaba la Isla hacia 1860, comentaba que la mayoría de las tiendas eran excelentes y la profusión de mercancías a la altura de las de cualquier ciudad europea y afirma que había “sastrerías donde se le asegura una hechura con la misma rapidez que en Londres”. Las estadísticas muestran la existencia de 154 establecimientos o talleres de vestido: camiserías, sastrerías y otros. Solo en 1877 se registra la actividad de 100 sastres en la capital.

En Mercaderes, calle de mercadeo y lugar del trasiego de los comerciantes, en 1880 solo en la Plaza Vieja había dos almacenes de ropa: “Páez Manzanedo y Cía” y “La Capitana” de José del Corral; y una sastrería, “El Gallito” de Domingo del Corral.

Hasta 1915, Obispo y O’Reilly fueron la meca del comercio y la moda, pero en 1920, es Galiano y San Rafael la esquina donde se medía el pulso de la ciudad y ya para mediados del siglo XX es posible que muchos recuerden nombres de sastrerías como “El Arte”, “Oscar”, “Ramallo”, ”Adler y Stein”, “5ª Avenida” y una amplia oferta de establecimientos donde confeccionarse un buen traje, incluso algunos “anatómicos y fotométricos” como la sastrería “El Sol” de la Manzana de Gómez.

Personalidades como Tyrone Power y César Romero iban buscando corbatas de seda italiana a La Habana. Ray Milland, uno de los actores preferidos de Alfred Hitchcock, se surtía de camisas deportivas en el Departamento de Caballeros de “EL Encanto”, donde también John Wayne confiaba en las camisas a la medida de su estatura que confeccionaban en la sastrería de dicha tienda.

Actores, presidentes y muchas personalidades viajaban con frecuencia a La Habana buscando la calidad de estos profesionales. Incluso Meyer Lansky, el conocido mafioso norteamericano amante del buen vestir, cuando quiso renovar alguno de sus 124 vestuarios, lo hizo en la sastrería “Pepe” en la calle San José. Pepe era un excelente profesional que a menudo solía viajar a Italia para comprar decenas de cortes exclusivos y de sedas para trajes de lujo. Sus trajes eran únicos.

Y para concluir, como resumen, una interesante anécdota:

Isaac ‘Ike’ Behar, que confeccionó las primeras camisas para la firma “Polo Ralph Lauren” y que ha trabajado como sastre para más de 35 películas de Hollywood, vistiendo entre otros muchos a Richard Gere y Nicholas Cage para “The Cotton Club” (1984) y también a presidentes como George Bush o Bill Clinton, que aparece en la portada de “Time”, de junio 28 del 2004, con una camisa y una corbata de su firma… es cubano y conoce a la perfección este oficio, pues se lo enseñó su padre, Samuel Behar, sastre inmigrante de Turquía radicado en La Habana desde 1920.

Comenta “Ike”: …»En sexto grado, mi padre me dijo ‘ya aprendiste suficiente en la escuela, retírate y ven a trabajar en la sastería’. Yo tenía 15 años y allí aprendí a coser las camisas a mano y en la máquina de pedal»…

Samuel Behar, su padre, fue uno de los sastres más reconocidos en Cuba, en su sastrería “La Confianza”, en la Calle Santa Clara 112, de La Habana hace más de medio siglo. ¿que les parece?

CUBA EN LA MEMORIA.

Publicación de Mery Oro

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