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El GALÁN POR EXCELENCIA DE LA ÓPERA EN CUBA, HOY NI SIQUIERA MENCIONADO EN LA C


El GALÁN POR EXCELENCIA DE LA ÓPERA EN CUBA, HOY NI SIQUIERA MENCIONADO EN LA CULTURA…..

Por. Henry Puente.

Esté apuesto cantante, fue la pareja más estable que tuvo, dentro del arte lírico, nuestra diva ROSITA FORNÉS, en sus esporádicas presentaciones en ese difícil género, asimismo, tenor por autonomasia y miembro fundador del arte operístico en Cuba.
Armamdo Pico, poseía una magnífica apariencia siendo en extremo apuesto, algo que él no deseaba se tuviese en cuenta, pues prefería ser valorado por su trabajo y no por su aspecto, asunto que a la hora de formar elencos le molestaba mucho fuese priorizado, ya que fue elegido para innumerables personajes por la sola razón de ser muy buen mozo, del mismo modo, sería considerado como un actor que cantaba, no como un cantante que actuaba, que en realidad esto último, era por lo que siempre luchó ser valorado, a pesar de esto, se convirtió en un galán muy cotizado.
Nació en La Habana el 17 de julio en 1933 e Inició sus estudios de música con el barítono Joaquín Baralt, los continuó con el tenor José Ojeda, y los concluyó con la soprano rumana Ana Talmaceanu.
Posteriormente, se inicia en 1952 como artista aficionado en la Agrupación Artística Gallega, para 1953, Interpretó las zarzuelas Amad al pobre, en el teatro Auditorium, hoy teatro Auditorium Amadeo Roldán, y en la Agrupación Gallega La del Soto del Parral, igualmente en años posteriores, estrenó en el Teatro Nacional, hoy Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso, la canción de Ernesto Lecuona «Yo nada puedo hacer», y del mismo autor, interpretó el 12 de enero de 1956 en el teatro de la Escuela Normal para Maestros de La Habana, El cafetal.
En la televisión hizo Goyescas, del compositor español Enrique Granados, para 1958 debuta profesionalmente en la compañía de zarzuelas españolas de Aguilá Martelo.
Armando era un señor. De la época en que en la televisión cubana había artistas que entraban a un ensayo y con solo un simple saludo los demás sabíamos que había llegado un señor, de cuando los cantantes y actores aparecían en pantalla vistiendo un traje, un smoking o un frac y daban la impresión de que no estaban disfrazados, que ser elegantes era su estado natural.
Del tiempo aquel en que nuestra TV tenía un porte, una prestancia y señores como Armando Pico interpretaban el repertorio de Lecuona, Prats, Roig, Sánchez de Fuentes y otros grandes clásicos cubanos. Y en los televisores criollos se veían zarzuelas, operetas y óperas y nadie se extrañaba porque en la tele no cabía ni un gramo de indecencia o mala educación, porque las pequeñas pantallas eran un formidable vehículo de cultura.
Un mal día, los que se metían hasta en nuestra manera de hablar censuraron el “señor” porque recordaba a la república que querían borrar de la memoria colectiva. Y ya solo hubo “compañeros”, que es una excelente palabra si se usa bien, pero la pobre sirvió está vez para establecer un falso igualitarismo y definir a mucha gente que no eran señores ni lo hubieran sido aunque lo intentarán durante cien años.
Pero es muy difícil, yo diría que imposible, eliminar una noción. Y los señores siguieron siendo señores aunque les dijéramos compañeros. Y todos los que trabajaron con Armando Pico, con solo verlo entrar a un estudio y saludar sabíamos lo que él era. Como lo sabía el público que lo admiraba en la tele y lo aplaudía en el teatro.
Armando Pico falleció el 11 de Mayo del año 2018, en la ciudad de Miami, donde vivía desde hacía décadas, allí se presentaría en ocasiones sin lograr ser la estrella que fue en su tierra natal Cuba, no obstante, hoy y mañana y siempre habrá que recordarlo como lo que fue: un artista señor en toda la extensión del concepto, uno que brilló con luz propia y contribuyó a dotar a nuestra televisión del porte y la prestancia que una vez, aunque ahora no se crea ¡ EXISTIÓ !……

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