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Relojes Cuervos y Sobrinos.

Relojes Cuervos y Sobrinos.

En 1885 Don Ramón Ramírez Cuervo, maestro relojero y joyero, funda en la Calle Muralla en el centro de La Habana su primer taller y joyería de lujo. En un principio, Don Ramón se dedicaba a reparar relojes y joyas. Posteriormente, viendo el potencial del negocio, se convierte en importador exclusivo para Cuba de relojes de bolsillo de marcas reconocidas como Longines y Roskopf.

Pero el impulso lo toma cuando su sobrino Armando F. Río y Cuervo -después de emigrar de Oviedo y pasar una temporada en México- llega a trabajar con su tío. La joyería alcanza el renombre que sobrevive aún hoy. La idea de Don Armando de personalizar los relojes importados con la marca de Cuervo y Sobrinos y anunciarse como "Los Joyeros de Confianza", los convierten ya para 1917 en “una de las entidades mercantiles más sólidas de Cuba”. Precisamente es esa doble marca la que buscan los coleccionistas. El libro azul de Cuba menciona que para 1917 el capital social de la empresa era de 400.000 pesos y las ventas medias alrededor de 360.000 pesos. Durante 50 años la empresa habanera se consolida y para la década de los 40's y parte de los 50's alcanza su mayor apogeo. Personalidades como Hemingway, Caruso o Gary Cooper se convierten en clientes frecuentes.

En 1917 era la joyería más acreditada de la isla, lo que no quiere decir la más cara. Tenían un rango de productos para todos los gustos. Cualquier habanero podía portar un reloj de bolsillo con la inscripción Cuervo y Sobrinos, desde el chofer de la guagua (camión en cubano), hasta el ministro de agricultura. Su eslogan más famoso: “No importa las cifras que alcance su presupuesto. Un presente para cada posibilidad económica y un objeto para cada gusto. Además… su regalo llevará impreso el tradicional prestigio de la firma”.

“Alma latina, marca suiza”. Con este lema se presenta a sí misma la manufactura de Cuervo y Sobrinos, gozando de una posición única y que debe a su identidad y tradición cubanas por sus orígenes en La Habana.

La combinación de esa alma latina con el sello “Swiss Made” se refleja en todos y cada uno de sus guardatiempos. Una combinación ciertamente atractiva a la vez que singular y atípica en el mundo de la Alta Relojería.




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