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«No quiero libertad, si unida a ella va la deshonra». La Protesta de Baraguá es

«No quiero libertad, si unida a ella va la deshonra».

La Protesta de Baraguá es conocida por todo nuestro pueblo —fundamentalmente por los historiadores, los maestros de Historia, los estudiosos de la vida de Antonio Maceo, los dirigentes políticos y la inmensa mayoría de los militares cubanos de todas las armas— pero apenas se conoce un suceso vinculado con aquella página histórica.
Se trata del proyecto de asesinato del Capitán General de la Isla, el General Arsenio Martínez Campos, jefe máximo del Gobierno español en Cuba, cuando se presentara al diálogo con el Titán de Bronce bajo los árboles de los Mangos de Baraguá, aquel 15 de marzo de 1878, hace 134 años.
La idea partió de un oficial mambí subordinado a la tropa del entonces coronel Flor Crombet, sin que este lo supiera y sin que tal proceder fuera aprobado por el General en Jefe Máximo Gómez, ni mucho menos por su Lugarteniente General, el Mayor General Antonio Maceo Grajales, quien conversaría con el representante del colonialismo español en aquel trascendental encuentro en la manigua.

Se despierta la ira de Maceo.

Tal hecho ocurre en momentos en que el General Martínez Campos ha accedido a la solicitud de Maceo de que su familia viajara desde Guantánamo hacia Jamaica y que allí fueran recibidos cordialmente.
El alto jefe mambí le había escrito al jefe español una carta el 27 de abril de aquel año 1878, y solo dos días después el héroe de Peralejo recibió la contestación correspondiente, donde le dice:
«El Cristo, 29 de abril.
Señor Antonio Maceo. Señor mío y de toda mi consideración. He recibido la expresiva carta de Ud., del 27, y no hay motivo para las gracias que Ud. me da: yo tengo prevenido que cuando llegue la familia de usted, sea recibida con toda atención».
Y agrega el General Arsenio Martínez Campos algo muy importante:
«La casualidad ha hecho que caiga en mi poder una carta que usted dirigía el 4 del pasado, al señor Flor Crombet, y los sentimientos caballerescos que en ella manifiesta usted, anatematizando un proyecto contra mí, me han impresionado vivamente, y desearía tener ocasión de estrechar la mano de usted como amigo, pues que ha sido enemigo leal. Se despide de usted con toda consideración, s.s.q.s.m.-Arsenio Martínez Campos».
La carta a la que alude este jefe español fue enviada por Maceo al «Señor Coronel Flor Crombet, mi querido amigo», en la que le anuncia una entrevista con Martínez Campos para saber qué clase de paz quiere hacer, pues Máximo Gómez le ha dicho que las intenciones del Capitán General de la Isla parecían ser buenas.
Le dice Maceo a Crombet que desde que se encontraba herido grave en Loma de Bío, se le dijo que el General Díaz tenía el plan de asesinar a Martínez Campos.
Comenta el también héroe de Coliseo y de Mal Tiempo que aunque estaba herido de gravedad, quiso enseguida lograr que tal cosa no se realizara, pues con una conducta de esa naturaleza los cubanos se harían muy pequeños.
Le aclaró a Crombet que él no se confundía y que sabía que esa no era una idea suya: «Usted no tomaría parte en asunto tan asqueroso», y añadió que semejante pretensión «no es digna de hombres como usted» y que por eso mismo tomó con tanto valor la cuestión «a fin de que usted no tomara parte en el asunto y que lo impidiera si posible le fuera».
Maceo le precisa: «Me llené de indignación» y califica el hecho como «poco honroso».
Le asegura que tan cobarde proyecto era el único trabajo que algunos habían hecho en la campaña, es decir, combinar semejante plan de asesinar al jefe adversario «sin exponer el pellejo».
Argumenta además Maceo que en torno a tal idea no se atrevieron a proponerle a él nada. Y expresa este inalterable principio suyo como militar de honor: «El hombre que pone el pecho a las balas y que puede matar a su contrario en el campo de batalla, no apela a la traición ni a la infamia asesinándole».
E incluso, el digno mambí de la Protesta de Baraguá declara que aquellos que quisieran proceder mal con ese señor, tendrían que «pisotear mi cadáver» y expone de nuevo otro de sus principios de siempre: «No quiero libertad, si unida a ella va la deshonra».

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