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La trágica historia y poco conocida de los 2.

La trágica historia y poco conocida de los 2.000 gallegos que fueron esclavizados en Cuba. 😣⛵👨🏻👩🏻🎠

El 29 de noviembre de 1781 el Viceministro de Justicia del Imperio Británico declaraba: «Los negros son cosas. Como cualquier otra propiedad, tirar un negro al mar es como tirar un caballo». Ese mismo año el buque negrero Zong partió de Ghana rumbo a Jamaica con 442 esclavos. 3 meses después divisaron su destino pero, pensando que era la isla La Española, se desviaron de rumbo, por lo que se quedaron sin agua potable, lo que provocaría la muerte de su carga. Pero las coberturas de su seguro no cubrían ese tipo de muerte, así que decidieron tirarlos por la borda y declararlos como perdida de carga. Tres días después, 142 esclavos fueron arrojados al mar Caribe. A pesar de que en 1815 se firmaba un acuerdo que abolía la trata de esclavos, medio Siglo después todavía llegaban a Cuba 10.000 esclavos cada año. Entre ellos, miles de gallegos que fueron esclavizados en la isla. Esta es la trágica historia de los 2.000 gallegos que fueron esclavos en Cuba.

Cuando la noticia de lo ocurrido en el buque negrero Zong se hizo pública se desencadenaron algunas acciones que sentarían las bases en todo el mundo del movimiento por los Derechos Humanos. Pero no sería hasta el 8 de febrero de 1815, en una declaración firmada por ocho potencias europeas durante el Congreso de Viena, cuando se aboliría “oficialmente” el comercio de negros, aunque tan solo “de boquilla”. En 1860 todavía llegaría a Alabama el último barco negrero de la historia de Estados Unidos, el Clotilde, con más de un centenar de esclavos capturados en África.

En esta situación de “semi-abolición” nos encontramos con el triste protagonista de nuestra historia: Urbano Feijóo de Sotomayor, un noble nacido en Viana do Bolo, Ourense, que había hecho fortuna en Cuba gracias al azúcar y el café, y que tenía varias haciendas en propiedad en la isla. Su negocio necesitaba mucha mano de obra, y muy barata. Pero las nuevas leyes contra el tráfico de negros y la bajada en los precios del azúcar, hacían que tener esclavos dejara de ser rentable.

Así que tuvo una idea genial: captar a emigrantes gallegos para trabajar en Cuba. Urbano afirmaba: “Un gallego hace el mismo trabajo que dos negros por el precio que cuesta un esclavo, así que obtendré el doble rendimiento del que ofrece un esclavo y mucho más que lo que podría esperar de un negro jornalero con los precios de hoy”.

Movido por lo que él decía que era un pensamiento filantrópico, puso en marcha su nueva empresa, la “Compañía Patriótica Mercantil de Inmigración”, y para conseguir el apoyo del Gobierno, escribe un libro llamado: “Isla de Cuba. Inmigración de trabajadores españoles”, en el que se muestra como un buen hombre que quiere ayudar a los miles de gallegos que todos los años emigran de su tierra, y que podrían proveer de mano de obra a la isla de Cuba, en aquella época todavía colonia española.

El empresario decía querer llenar la isla de gallegos para ayudar a crecer el país, y proponía un viaje pagado, cómodo, con un tiempo de aclimatación asistido a su llegada y un trabajo seguro, bien remunerado y con los días y horas de descanso suficientes. Además, a cada emigrante se le entregarían tres camisas, un pantalón, una blusa, un par de zapatos y un sombrero de paja…

El Gobierno dio su visto bueno a la idea, y Urbano obtuvo el derecho a transportar trabajadores libres durante 15 años bajo la vigilancia y la tutela de las autoridades.

Así fue como el 10 de marzo de 1854, a bordo del trasatlántico “Villa de Neda”, llegaban al Muelle de Caballería de La Habana los primeros 314 gallegos. Se sumaban a canarios, chinos o indios como mano de obra para la construcción del ferrocarril, la recogida de caña de azúcar y los cafetales, pero en unas condiciones igual o peores que las que tenían los esclavos.

La mayoría de estos emigrantes no sabían leer ni escribir por lo que, sin saberlo, habían firmado unas cláusulas abusivas gracias a las cuales podían quitarles el pasaporte o sufrir castigos corporales si no cumplían con sus obligaciones.

Entre marzo y agosto de 1854, se produjeron ocho expediciones de “colonos gallegos”, con un total de casi 2.000 hombres, pero las idílicas condiciones que había planteado Urbano, como ya sabemos, no se iban a cumplir. A su llegada, los gallegos eran recibidos en centros de aclimatación, simples barracones inmundos, desde donde eran vendidos para ser enviados a plantaciones y haciendas en condiciones infrahumanas: recibían la cuarta parte del salario prometido, las condiciones de trabajo eran deplorables, las jornadas eran agotadoras e interminables, eran encadenados y recibían castigos físicos salvajes.

Dos meses después de la llegada de los primeros gallegos a Cuba ya habían fallecido más de trescientos, así que se rebelaron, pero fueron duramente castigados. Los que consiguieron huir se refugiarían con esclavos fugitivos o deambularían como mendigos por la isla. Además, los hacendados consideraban a los gallegos de su propiedad, por lo que el ejército fue movilizado por el Capitán General de Cuba para darles caza por toda la isla.

Pero algunos de ellos envían cartas a sus familias y, cuando empiezan a llegar a Galicia las noticias del horror, se informa a las autoridades de lo que allí estaba ocurriendo. Estalla el escándalo al descubrirse que el proyecto de Urbano es esclavitud encubierta. En una de las cartas se contaba alguna de las tragedias que les había tocado vivir: “Tan solo pidieron pan, y para castigar ese impulso, mandaron encerrarlos en fétidas estancias, desnudos, cargados de cadenas y alimentados con carne descompuesta que los africanos rehusaban, además de obligarles a trabajar quince horas diarias”.

Ante tal vergonzoso escándalo el Congreso dio orden de clausurar la empresa, liberar a los gallegos, rescindir los contratos y llamar a Urbano al orden para dar explicaciones, aunque nunca se le exigieron responsabilidades ni reparación de deudas. Curiosamente Urbano fue reelegido como Diputado en el Congreso y cobró la subvención de 140.000 pesos que concedía la Junta de Fomento…

No sabemos si Rosalía de Castro tuvo conocimiento de la Empresa Patriótica Mercantil, pero todo parece indicar, gracias a estos versos, que cuando publicó “Follas Novas” en 1880 conocía la historia:

Galicia está probe
i á Habana me vou
¡Adiós, adiós prendas
do meu corazón!

Urbano Feijóo Sotomayor fallecía en Viana do Bolo el 10 de agosto de 1898, dejando tras de sí un oscuro legado y una triste historia.

Pese a que la esclavitud fue completamente prohibida en 1948 por la Declaración de Derechos Humanos de la ONU, su práctica sigue vigente. En la actualidad hay más personas en situación de esclavitud que en cualquier otro período de la historia, casi 30 millones de esclavos. El Departamento de Estado de los Estados Unidos de América estima que cada año más de 600.000 hombres, mujeres y niños son víctimas de tráfico de personas a través de fronteras internacionales. No nos olvidemos de ellos.

Fuente : IVÁN FERNÁNDEZ AMIL06:00 · 5/9/2021
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