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<< Los Vitrales de la Catedral de Cienfuegos: joyas del Patrimonio Cultural de la Humanidad >>

El 8 de diciembre de 1871 con motivo de la celebración de la Purísima Concepción, fueron colocados los trece vitrales en la Iglesia. Doce con la figura de los Apóstoles, colocados seis a cada lado sobre la nave central a una altura de 7 metros y uno en la pared posterior del coro con la figura de Jesús Salvador del Mundo.
Diseñados en forma de ventanales para ser abiertos y posibilitar la ventilación, además de atenuar la entrada del sol o la lluvia al interior del templo; estos vitrales poseen un dato curioso:

Tradicionalmente se representan los doce apóstoles que acompañaron a Jesús, sustituyéndose al traidor Judas por San Matías o San Pablo. Sin embargo, en la catedral cienfueguera aparecen estos dos últimos y el omitido es San Felipe.

La distribución de los vitrales en el templo es la siguiente:
En el lado Norte mirando desde el altar mayor aparecen:

San Matías con un hacha.
San Pablo con la espada.
San Andrés con la cruz.
San Judas Tadeo con un báculo.
San Juan con un águila
Santiago el Menor

En el lado Sur mirando desde el altar mayor aparecen:

Santo Tomás con la escuadra.
San Bartolomé con el cuchillo.
San Mateo con el libro.
San Jacobo con el cayado y sus conchas en los hombros.
Simón el cananeo con una sierra.
San Pedro con las llaves.

Estos vitrales fueron donados por el Señor Pedro Eduardo Dorticós, uno de los benefactores de la ciudad y realizados en París por el prestigioso taller Gsell-Laurent, activo en París desde 1845 en momentos en que ocurría la Comuna en mayo de 1871. Investigadores locales coinciden con la idea de que estos tuvieron que ser escondidos para que no formaran parte del saqueo que ocurrió en esta fecha, registrado como un importante hecho histórico en la vida de Francia.

Los vitrales de la Catedral, dada la riqueza cromática de sus vidrios, la maestría en el arte de la distribución del color, las proporciones entre los elementos de enmarcamiento y las figuras, se puede considerar como uno de los conjuntos de vitrales que mejor recogen el sentido simbólico de la vidriera religiosa de la época.

Con las obras de ampliación realizadas entre 1866 y 1869, el interior del templo adquiere una nueva entidad, a su belleza y valor artístico hay que agregar su función de permitir la entrada de luz y la circulación da aire a través de su vano.

En las lucetas semicirculares de la parte superior de los vitrales aparecen entrelazados en una elipse la letra S y la inicial del nombre del Apóstol.

Posteriormente fueron donadas por el mismo Dorticós otras dos vidrieras azules para los óculos que dan al presbiterio, una con la imagen de la Virgen Inmaculada con la frase Sancta Maria. El otro no tiene inscripciones.

En el año 2018 quedó concluida una restauración de los vitrales que duró aproximadamente 5 años. Los vidrieros españoles, Hermanos Barrio, realizaron el trabajo por encargo del Obispado de la Diócesis de Cienfuegos y Trinidad.
Una labor artística paciente, costosa, pero invaluable para los Hermanos Barrio.

La recuperación devolvió a la Catedral, el color que tiñe su bóveda, la atmósfera íntima para los feligreses, y quince obras de arte que le confieren el carácter de Patrimonio Cultural de la Humanidad.





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