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Celeste Mendoza “La reina del Guaguancó”, fue una intérprete singular de la músi

Celeste Mendoza “La reina del Guaguancó”, fue una intérprete singular de la música cubana, destacando en el bolero, los ritmos guapachosos que hoy llamarían salsa y sobre todo en el guaguancó, destacaba por su alegría proverbial, su simpatía y sus curvas espectaculares que le hacían ser una "mulata de fuego", que a nadie dejaba indiferente y la llevaron a ser modelo del legendario Cabaret Tropicana. Una carcajada estrepitosa solía romper el dialogo que establecía con sus oyentes y al que seguía un trago largo de ron antes del siguiente número musical y así hasta el final del espectáculo una y otra vez, un día y otro, mes tras mes y año tras año.

La mulata guapachosa paseó su música y sabrosura por escenarios de varios países de tres continentes y hasta hizo incursiones en el cine, pero lo suyo era el espectáculo en directo, en un bis a bis con su público, aunque se prodigaba en radio y televisión, pero para ella no era lo mismo, no interactuaba ni ella imponía las reglas. Fue Intérprete emblemática del guaguancó que supo transmitir en la voz y el movimiento corporal, la sensualidad, picardía y emotividad que demanda el género.

Celeste Mendoza nació en la ciudad de Santiago de Cuba, el 6 de abril de 1930, en el popular barrio de Los Hoyos. A los trece años de edad la trasladaron para La Habana donde se dio a conocer en un programa radial de aficionados por su interpretación de El marañón, una creación de Julio Cuevas.

Recibió lecciones de baile, impartidas por su primo Jorge Beltrán, con quien posteriormente formó pareja y se presentó en el Cabaret Mi Bohío ubicado en la zona playera de la barriada de Marianao.

En 1950 se presentó en el Teatro Martí en calidad de bailarina de la Compañía Batamú.

En 1951 integró el cuerpo de baile que dirigía el coreógrafo Roderico (Rodney) Neyra en el famoso Cabaret Tropicana, donde la Mendoza, durante la visita de las cantantes Josephine Baker y Carmen Miranda, hizo geniales imitaciones de éstas, con las que ganó el aplauso y la admiración del público presente. Ese mismo año formó un cuarteto con Omara Portuondo, Gladis León y con su hermana Isaura Mendoza, bajo la dirección del pianista Facundo Rivero.

En 1952 se inició como cantante solista y se presentó en el programa Alegrías de Hatuey transmitido por Radio Progreso, con el acompañamiento de la orquesta conducida por el Maestro Ernesto Duarte.

En 1953 debutó ante las cámaras de televisión invitada por Joaquín M. Condall al programa Esta noche en CMQ, donde cantó a dúo con Miguel de Gonzalo.

Realizó presentaciones en el Teatro Blanquita y tuvo contratos en diversos centros nocturnos de La Habana en los que popularizó canciones al estilo de Soy tan feliz, de José Antonio Méndez y Que me castigue Dios, de Marcelo Salazar.

Su personalísima interpretación se convirtió en un éxito de la difusión.

Siguieron giras artísticas por países de Europa y Latinoamérica y una intensa actividad en programas radiales y espectáculos donde tuvo la oportunidad de compartir el escenario con figuras tan famosas como Benny Moré, Ignacio Villa (Bola de Nieve), Edith Piaf, Ninón Sevilla, Carmen Miranda, Josephine Baker y Pedro Infante.

Participó en los festivales de música popular de 1962 y 1963. Tomó parte en la filmación del documental Nosotros la música de Rogelio París e integró el elenco del Music Hall que se presentó en la capital francesa, con el atractivo de agrupaciones y figuras como la Orquesta Aragón, Los Papines y Elena Burke, en 1964.

Firmó contratos con la televisión francesa y se presentó ante el público de Berlín, Moscú y Leningrado.

A su regreso a Cuba fue ovacionada en teatros y espectáculos de cabarets y se convirtió en la protagonista de otros cuatro documentales.

Actuó, igualmente, en una película con Tin Tan, Tin Tan en La Habana, y un corto musical para la televisión francesa.

En sus discos, reeditados en Venezuela, Francia y Canadá, la rumba ocupa un lugar muy destacado, así como otros géneros y autores de la cancionística cubana y latinoamericana.

En su larga carrera artística recibió numerosos reconocimientos.

En la Feria Internacional CUBADISCO 1998 fue galardonada, junto al grupo musical Los Papines, por el disco El reino de la rumba.

El pueblo de Cuba recuerda las interpretaciones que hizo de obras como Échame a mi la culpa, Que me castigue Dios y Papá Oggún pero, sobre todo, su destreza para manejar el guaguancó, la guaracha, o para asumir combinaciones genéricas en las que boleros o rancheras incrementaban su interés musical y danzario a partir de estructuras rítmicas propias del mambo y de la rumba.

Ella será por siempre, como dijera la singularísima Rita Montaner: ¡La reina del Guaguancó!



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