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Breve recuento histórico sobre la construcción e inauguración de algunos de los

Breve recuento histórico sobre la construcción e inauguración de algunos de los casi extintos
Cines en cuba .
Se dice que En los 50, La Habana tenía más cines que París y New York juntas Entre los años 1900 y 1950, Cuba era una isla próspera, para el año 1955 ya existían unas 600 salas de cine en el país y unas 147 en La Habana.
Algunos de estos cines fueron financiados por compañías cinematográficas estadounidenses, como el caso del ahora Cine Yara, que la Warner Bros. abrió en 1947.
El Yara es uno de los pocos cines cubanos que permanecen operativos hoy. Al triunfar la Revolución, los cines fueron expropiados a sus dueños .
Y como los fondos del gobierno han sido bastante escasos y mantener esa cantidad tan grande de cines les fue imposible . En los últimos 50 años, casi el 80 por ciento de los cines han sido cerrados"😢

Ya En 1930 funcionaban en La Habana unas cincuenta salas. El auge del cine como negocio y como actividad recreativa condujo a que los principales teatros capitalinos fuesen utilizados para exhibiciones cinematográficas y además a la adaptación de muchas viviendas para ese fin. Asimismo, nacieron los primeros cines, aún deudores de los teatros en cuanto a su concepción en planta, volumetría y espacialidad, que constituyeron obras destacadas de gran impacto social y urbano. Los llamados cines de verano o al aire libre fueron una modalidad que tuvo auge en las zonas distantes al centro de la ciudad y languideció tras la aparición del cine sonoro. El estudio de estas primeras salas casi centenarias, que en su mayoría no conocimos, permite una mejor comprensión del impacto de esa función en la capital y de la arquitectura que se produjo durante esos años.
A esos primeros cines, le sucedieron en la década de los años treinta otras salas ya adecuadas a las exigencias de las proyecciones. Nacieron entonces grandes salas, con más de mil capacidades para los espectadores, con una imagen propia que delataba inequívocamente su función, pero esa es otra etapa en la evolución de la tipología de los cines habaneros.
Los primeros cines
Si bien la mayoría de las exhibiciones cinematográficas del primer cuarto del siglo XX se desarrollaron a partir de la adaptación de teatros y de la remodelación de viviendas adecuadas a esa finalidad, en paralelo surgieron algunas tempranas edificaciones concebidas ya como cines.
La primera sala construida para esta función en La Habana fue el cine Actualidades, en la calle Monserrate entre Neptuno y Ánimas, inaugurado el 18 de abril de 1906 por el empresario Eusebio Azcue, que quizás sea el cine existente más antiguo de América Latina. Algunos autores le adjudican la primicia al salón Floredora, nombrado después Alaska, ubicado en calzada del Cerro y Palatino, donde se encuentra hoy el cine Maravillas, lo que hace suponer que fuese un antecedente de este.
Con independencia de cuál de los dos haya sido en realidad el primer cine erigido expresamente para tal finalidad, el Actualidades constituye un símbolo, aún en pie, de los pasos iniciales. No se ha podido documentar si la construcción llegada hasta el presente fue la que se edificó en tan temprana fecha, pero existen imágenes de la década de los años veinte, en las que aparece tal como lo conocemos, lo cual evidencia al menos una antigüedad de más de ochenta años. De hecho, es el único sobreviviente de los cines levantados durante el primer cuarto de siglo XX en la Habana.
El auge del negocio condujo a la incorporación de salas de proyección en edificaciones ya existentes o a la concepción de estas como parte de los atractivos de nuevos centros de esparcimiento, como sucedió en el Parque de Palatino, inaugurado en El Cerro en 1906, que incluía una sala dentro de su salón y la conocidas salas Politeama Grande en los altos de la Manzana de Gómez, como parte del complejo de restaurante y café Politeama Habanero, y Politeama Chico o Vaudeville, inauguradas en 1910 .
Algunos teatros dejaron de funcionar como tales y se destinaron solo a cines, lo que en ocasiones implicó remodelaciones de diferente carácter y el cambio del nombre, como ocurrió con el cine Campoamor, que en 1915, después de un incendio precisamente en el local de la compañía cinematográfica que radicaba en ese lugar, reemplazó al antiguo teatro Albisu.
Entre 1915 y 1920, la aparición de salas en la calle Prado cobró un notable auge. Se construyeron durante esos años cines de la talla del Fausto, en Prado y Colón, considerado entonces el más lujoso de la ciudad, próximo al Maxim, en Prado y Virtudes, y al Galatea, en Prado y San José, los dos de más categoría en la capital. También fue famoso el Prado, en Prado y Trocadero , nombrado Margot a partir de 1918. Se edificaron cines, además, en el interior de los hoteles Sevilla y Miramar.
Hasta 1925 el área próxima al paseo del Prado y sus inmediaciones concentraba la mayor cantidad de cines en La Habana, seguida en primacía por la calle San Rafael, reconocida también por el auge de su actividad comercial. A propósito del protagonismo de esa zona .
Y entonces empezó el gran auge del cine . Y las salas de proyecciones empezaron a multiplicarse en La Habana, en una forma tal que solamente en Prado estaba el Margot, el Fausto, el Prado, el Montecarlo, el Niza y uno más cuyo nombre no recuerdo; en San Rafael estaba el Norma, estaba el Inglaterra. Y en fin, por todos los barrios ya había cine, en todas partes había cine. Unos de estreno,
otros de días de moda como el Fausto .

Los cines al aire libre
En julio de 1909 se inauguró el Miramar Garden, en Prado y Malecón, primera sala al aire libre , modalidad que con el tiempo se hizo muy popular, pues como entonces el cine era silente, los ruidos exteriores no entorpecían su disfrute. El mayor inconveniente era que el público debía estar a la intemperie. Próximo a este, en Prado, entre Ánimas y Virtudes se construyó en 1919 el cine Royal, también al aire libre que tuvo aspecto de carpa de circo .
En 1915 se inauguró la carpa-cine La Tienda Negra de Santos y Artigas, promovida como espectáculo cinematográfico al estilo americano, en la calle Belascoaín, cerca de Cuatro Caminos.
La modalidad de cines al aire libre, o de verano, como se les llamó, se expandió con éxito, sobre todo hacia aquellas áreas de la ciudad que se consolidaban en esos años. En el Vedado, que ya empezaba a ser la zona preferida por los sectores de mayores ingresos, se inauguró el Mascota en septiembre de 1915, en 17 y 2, y en 1920 el conocido Trianón, sito en Línea y Paseo, que aunque desde sus inicios fue considerado una sala de lujo, nació como cine al aire libre .
En 1921 se inauguró un nuevo cine Maxim, en Prado y Ánimas, con capacidad para 1 500 personas, del que se elogiaba la buena ventilación de su salón . Al respecto comentaría Eduardo Robreño: «Enfrente [en el Prado] había un cine, empezaba la época del cine, el cine Maxim se llamaba, que, por cierto, era al aire libre. En la temporada de lluvia, como era natural, funcionaba poco; porque había veces que las películas de William Harol y de Tom Mix eran interrumpidas por el agua»
En el antiguo municipio de Marianao, al oeste del río Almendares, fueron emplazadas varias salas de este carácter. En 1915 se concibió un «cine de verano» en la calle 5, entre pasaje C y 2 (hoy 27 entre 64 y 64 A, Playa), concebido para 600 espectadores en lunetas y además 20 palcos, uno de ellos para el alcalde . Estos cines mostraban un eclecticismo sencillo, generalmente con un frontón al centro, enmarcado por columnas, en lo que, más que una fachada, resultaba un muro delimitador del recinto. Los únicos locales cerrados eran los servicios sanitarios, detrás de la zona de la pantalla, y la cabina de proyección, del lado contrario.
Nacieron asimismo, otras salas que si bien eran techadas, sus laterales estaban delimitados por malletas de madera que a modo de celosías constituían un cierre semitransparente para el paso de la brisa, similares a las usadas en las residencias de las zonas costeras.
En esas áreas en proceso de consolidación también fueron construidos cines muy modestos, en naves sencillas de madera, como el Recreo, en 1915, ubicado en la calzada de Luyanó, remodelado en 1918 para sustituirle la primera crujía por mampostería, según diseño del arquitecto Sergio Ruiz de Lavín , quien en 1920 proyectó otro similar en la esquina conformada por las calles 3ra. y A, Buenavista, Marianao, (hoy calle 66 y 29 A, Playa) , con una expresión indefinida entre vivienda y comercio convencional. En ambas naves se utilizaron estructuras esqueléticas de madera, del tipo balloon frame, un sistema llegado a Cuba desde Estados Unidos a mediados del siglo XIX.





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