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🎶🎵La historia de Los Zafiros🎵🎶

El grupo vocal Los Zafiros (cuatro voces y una guitarra), llenó un capitulo estelar en la historia de los cuartetos en Cuba .
Revisando la prensa de la época no encontramos testimonios acerca de la manera en que ellos cuatro se aglutinaron alrededor de la residencia de Néstor Milí, mentor en esa primera etapa.

En realidad, tres de las cuatro voces no eran propiamente cantantes profesionales, solamente Miguel Cancio había trabajado como cuartetero en el grupo vocal de Facundo Rivero, con el que viajó durante seis meses en 1959 a Venezuela. Tenía cierto dominio del montaje de voces, a partir de su participación en un coro en la Escuela Normal.

“Llegué accidentalmente a casa de Facundo para ver a su hermana Elsa y entonces él me preguntó si venía al ensayo, si sabía hacer voces y conocía algo de baile. Inmediatamente me integré y a la semana estaba cantando con ellos en el fastuoso cabaret Sans Soucí, frente al cuarteto de las DeAida”, comentó en una ocasión Cancio.

Tiempo después, el cuarteto de Rivero se desintegra y Miguelito se pone a trabajar como coreógrafo. Entonces conoce a Leoncio Morúa “Kike”, en el capitalino barrio de Cayo Hueso. Sobre ese encuentro apuntó: “Hicimos amistad, tiempo después fuimos hasta la casa de Néstor Milí, compositor con experiencia en agrupaciones vocales y musicales. Entonces aparece milagrosamente Ignacio Elejalde, quien tenía una voz parecida a una mujer, era falsete, más bien “tenorino”. Ignacio conocía al Chino Eduardo Elio Hernández, judoka y chapista que no tenía experiencia de cantante. Llegó a los ensayos con kimono y pelado al rape, al cero, ahí empezó la cosa”.

Primeramente el cuarteto se llamó Los Fakires, luego Miguelito, en un bar de la populosa calle Infanta, sugiere ponerle Los Zafiros por una sortija con la piedra de zafiro que tenía en uno de sus dedos.

Entonces el compositor Robles Díaz se aparece con el guitarrista Oscar Aguirre y una guitarra eléctrica, de moda en aquellos días. Ensayan en casa de Milí, y después en casa de Gisela, la hermana de Kike.

Las primeras canciones que montan fueron: Mi oración, popularizada por Los Platters y versionada por Ignacio. También seleccionaron: Y sabes bien, de Robles Díaz, Linda chiquita y Cuando yo la conocí, ambas de Aguirre, y La caminadora, de Milí.

Juntos pudieron hacer algunas grabaciones caseras, que más tarde se escucharon en el bar de Artemio, cito en San José y San Francisco, en el reparto capitalino de Cayo Hueso, en el municipio de Centro Habana.
“De ahí nos fuimos a que nos escucharan en el bar El escondite de Hernando, en la calle Infanta y 0 -cuenta Miguelito-. En esos días el bolerista Lino Borges cantaba acompañándose de una tumbadora. Total que nos dijeron que aquello no era para aquel lugar y prácticamente nos botaron”.
Robles Díaz, un entusiasta del cuarteto contactó con el director del programa Música y Estrellas, Manolo Rifat, y en él hicieron su primera actuación para la televisión. Le siguieron los programas Desfile de la alegría, con Rosita Fornés, y El Casino de la Alegría, con el presentador Germán Pinelli.
En todos los casos, los mulatos cantores se presentaron con traje alquilado. Después, con ayuda de un músico llamado Amaranto y el padre de Kike, el doctor Morúa, se instalaron en el cabaret Oasis de Varadero. El grupo arrebató a los espectadores.
De ahí pasaron al Cabaret Nacional de Prado, donde los asistentes creyeron que se trataba de un grupo de Jamaica. En el cabaret Caribe del Hotel Habana Libre los escuchó la esposa de Roberto Cantoral (El Reloj, La barca) y casi enloquece al ver a Ignacio Elejalde cantar arrodillado el momento final de la canción La novia, en la que expresaba el Âí”Ave María”!
Sin embargo, el gran momento de Los Zafiros llega con su viaje a París, como parte del Music Hall de Cuba, un espectáculo que integraban varias estrellas de la música cubana. En el prestigioso teatro Olympia, se comenta que fueron los de mayor éxito en la delegación, compuesta por figuras de la talla de Elena Burke, Los Papines, la orquesta Aragón, Pello el Afrokán y su ritmo mozambique.

El guitarrista Oscar Aguirre era buen intérprete, pero no llegó a cantar junto a Los Zafiros porque se marchó a trabajar al exterior. Es entonces cuando el trovador Reinaldo Hierrezuelo propone a Manuel Galbán, repertorista con dominio en el oficio de acompañar al piano y la guitarra, además de haber trabajado con Borges y Caridad Hierrezuelo.

“Me integro a Los Zafiros -cuenta Galbán-, cuando yo vivía en la calle Campanario 210 esquina a Concordia. Allá fueron a verme y se quedaron complacidos con mi trabajo. El Chino saltó de alegría al saber que ahora podía contar con mi servicio. Me nombraron director del grupo. Éramos cuatro voces y una guitarra (escaseaban los pianos en centros nocturnos). Yo adecué la guitarra eléctrica para que parecieran dos. En las grabaciones empleamos un grupo acompañante de base ritmática integrado por Tata Güines, Guillermo Barreto y Emilito del Monte”.

Cancio, el único cantante vivo de Los Zafiros, no era solista, pero apoyaba muy bien en los back ground.
,Miguel Cancio vive en Miami., colaboró en Cuba con Hugo Cancio (hijo) en la película Locura azul, estrenada en 1997 durante el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, en homenaje a esta popular agrupación cubana.

En aquel entonces su estreno constituyó un verdadero suceso, a tal punto que cuando los verdaderos Zafiros aparecieron en un kinescopio de la cinta, en un estudio de la televisión, el público aplaudió frenéticamente.
Por su parte, Galbán (Gibara, Holguín, 14 de enero 1930-7 junio 2011) se mantuvo con Los Zafiros hasta 1973, después fundó el grupo Batey. En enero de 1998, formó parte del grupo de la Vieja Trova Santiaguera y de ahí pasó a la orquesta del Buena Vista Social Club. Este guitarrista fue uno de los músicos que viajó al extranjero, y representó a Cuba en 170 ocasiones. En 2003 se alzó con un Grammy Latino por el disco Mambo sinuendo.

“En la música viví momentos emocionantes. Estuve en tres ocasiones al borde de la muerte, pero la música me ayudó a traspasar la barrera de los 80. Con Los Zafiros tuve muchas glorias, en el teatro Olympia de París estremecimos el auditorio, salimos a escena cuatro veces y nos aplaudieron durante minutos, me voy satisfecho de haber logrado todos mis sueños”, comentó en una entrevista.

Como guitarrista Galbán no fue un instrumentista de alta escuela, pero los músicos empíricos crean su propia técnica y estilo: “Yo combino los pasajes veloces con los arpegios, a la vez que hago una adecuada utilización de los bajos, de esa manera doy la sensación de que toca más de un músico. Voy sincronizando y apagando con la otra mano, una trampa a la que me llevó la manera de cantar del Kike en Los Zafiros. Yo seguía los pasos de ellos para mantener el ritmo de la agrupación”.

Eduardo Elio Hernández, “El Chino”, nació en 1939, en el central Tinguaro del municipio Pedro Betancourt, en la occidental provincia de Matanzas. Sobre su paso por el cuarteto, Galbán apuntó: Fue la voz que más canciones interpretó como líder del cuarteto, incluso aún conservó una de las grabaciones realizadas en Radio Metropolitana, en 1990.

“Tenía mucha cubanía, era un excelente bolerista y su estilo callejero, rumbero -nació y vivió en zonas de rumberos-. Poseía una voz de tenor, con interesantes modulaciones que creaban toda una atmósfera victrolera. Cuando hacía aquellos bajos con su voz en las notas graves estremecía a las multitudes. Se trataba de un cantante eminentemente natural, como han sido casi todos los grandes cantantes populares de Cuba. Difícilmente vuelvan a surgir dos cantantes como Ignacio y el Chino Eduardo Elio”, agregó. Falleció el 8 de agosto de 1995, a los 56 años.

Ignacio Elejalde, llamado el falsete, aunque verdaderamente era el tenorino, llegaba con su voz a un registro de “re sobre agudo”, superior a lo que hacía el líder de Los Platters, Tony Wilson. Sus inicios en el arte se remontan a la época en que fue bailarín de una compañía cubana que viajó a Portugal y otras ciudades europeas, de ahí su dominio del idioma portugués, además de cantar magníficamente Canción de Orfeo, al punto de que en Moscú calificaron su voz de privilegiada. Ignacio falleció en 1981 como consecuencia de un infarto.

Lázaro Morúa, hermano del Kike aseguró que Leoncio es quien enrola a Miguelito para organizar el cuarteto que presentaron al compositor y guitarrista Néstor Milí.

El Kike, como solían llamar a Leoncio Morúa, nació en el poblado de Varadero, donde se encuentra la famosa playa de igual nombre. Su padre fue médico, pero en su casa se acostumbraba hacer voces, de ahí que haya podido ayudar en el montaje de las voces de Los Zafiros.

Él solía ser muy ritmático y dúctil para cantar el twist, el calypso o la bossa nova, tenía mucho swing y gracia, en pocas palabras era el clásico chévere. En La Habana antes de ser músico trabajó en el acueducto. En su etapa final de la vida es atropellado por un ómnibus, y muere postrado en una cama el 7 de febrero de 1983.

A pesar de los años y de las trágicas circunstancias de su desintegración, el cuarteto de mulatos cantores sigue en la memoria musical de los cubanos.



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