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El multimillonario CUBANO Alfredo Hornedo Suárez un ingenioso y lúcido polític

El multimillonario CUBANO Alfredo Hornedo Suárez un ingenioso y lúcido político y hombre de negocios que aunque tuvo una infancia muy humilde y hasta vendió naranjas por las calles habaneras, un día, para su suerte, comenzó a trabajar como cochero de la familia Maruri.

El matrimonio Maruri tenia una hija, Blanquita, la bella señorita de la casa, que se enamoró del cochero y terminaron casándose. Pero en esta historia de amor el pobre que se casa con la joven rica no se dedicó a dilapidar la fortuna heredada, por el contrario. Y aunque le favoreció la posición social y la patrimonio de sus suegros, Hornedo, con su gran inteligencia y habilidad, en muy poco tiempo, hizo crecer la fortuna de los Maruri, conviviéndose en un exitoso e intrépido inversionista.

Incursionó en la política y resultó elegido por el Partido Liberal, primero en 1914, como concejal del Ayuntamiento de La Habana, hasta llegar a Senador, electo 1938 y reelecto en el 44 y el 48. También fue delegado a la Asamblea Constituyente de 1940 y presidió el Partido Liberal entre 1939 y 1947.

Este habanero, nacido en 1882, construyó y operó, desde 1920, el Mercado Único, en gran parte, su plataforma para iniciar una exitosa carrera en disímiles negocios.

Propietario principal de los periódicos El País y Excelsior, y socio de El Crisol, además de dueño absoluto del Mercado Único de La Habana, situado en la manzana de las calles Monte, Cristina, Arroyo y Matadero, construyó el Casino Deportivo, en Primera entre 2 y 8 en Miramar y era un centro de distracción con balneario para familias de la clase media.

Como dato curioso fue en el Casino Deportivo donde se inicio el famoso «paso Casino», un baile de salón que comenzó a practicarse, caracterizado por estimular la creatividad a partir de la libertad de movimientos y debe su nombre al Casino Deportivo.

Hornedo era dueño también del Club de Cazadores de La Habana, del reparto Casino Deportivo y de innumerables bienes inmuebles.

En 1949 construyó el teatro Blanquita (que bautizó en honor de su esposa ya fallecida) y fue quizás la obra que más le enorgullecía, porque por su empeño y tesón, fue considerado, en su época, el mayor teatro del mundo, con 6600 lunetas, quinientos asientos más que Radio City Music Hall, de Nueva York. También contaba con una pista para patinaje sobre hielo.

Casado en segundas nupcias con Rosa Almanza, dio el nombre de ella al hotel residencial que, en 1955, construyó en la Avenida Primera de Miramar: el Rosita de Hornedo, un bellísimo edificio de once pisos con 172 apartamentos y dos pent houses.

Alfredo Hornedo fue considerado entre los hombres más ricos de la Isla.

Muchas de las propiedades y construcciones del ingenioso Hornedo aún le sobreviven pero, como a todo en Cuba, les cambiaron los nombres . Así al Teatro Blanquita le endilgaron el horroroso nombre de Karl Marx (así, en alemán), al edificio Rosita de Hornedo, le pusieron Edificio Sierra Maestra y a la que era su residencia (el majestuoso palacete de Carlos Tercero) ahora le llaman la Casa de Cultura «Joseito Fernández» de Centro Habana.

Es este relato de la vida y obra de Alfredo Hornedo un pequeño ejemplo de la Cuba que fue.

En 1902 los cubanos tuvieron que empezar de cero, construir una nación de la nada, una tierra en ruinas y el país devastado. Muy diferente fue el panorama que encontraron los barbudos que, en 1959 Ellos heredaron un país prospero, pujante, emprendedor, rico, informado y moderno .





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