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UNA GRAN DAMA Fue la responsable de que exista el teatro «AUDITÓRIUM» en La Hab – Nostalgia Cuba

UNA GRAN DAMA
Fue la responsable de que exista el teatro «AUDITÓRIUM» en La Habana, Vedado, hoy nombrado
«AMADEO ROLDÁN».

Por. Henry Puente.

Sin la menor duda, el «Auditórium» hoy nombrado Amadeo Roldán, situado dentro de la ciudad de La Habana, en el céntrico y elegante barrio del Vedado, posee dentro de la cultura cubana un lugar cimero, teniendo la responsabilidad de haber lucido en su escenario todas las grandes personalidades del universo artístico de la isla, y muchísimas del Mundo entero, en todos los géneros y disciplinas profesionales conocidas, siendo un auténtico lujo para cualquier artista del planeta, ostentar dentro de su currículum el haberse presentado en él.

La historia del prestigioso inmueble comienza el 2 de diciembre de 1918, con la Sra. María Teresa García Montes de Giberga, perteneciente a la alta sociedad, cuando reúne a un grupo de amigas en su residencia de 15 y D, en El Vedado, con el propósito de hacerlas partícipes de una idea, crear una sociedad que promoviera y patrocinará acciones artísticas, en esa ocasión expuso la lectura ante otras aristocráticas damas, mostrando el reglamento de la proyectada sociedad, en forma inmediata se constituyó la junta directiva, de ese modo nació lo que muy pronto se llamaría «Pro Arte Musical»

Su propósito inicial era el de conseguir el compromiso de un grupo de personas para que compraran localidades para cada concierto de importancia que tuviera lugar en La Habana, para ese momento Hubert de Blanck y Francisco Acosta solían traer a Cuba artistas de renombre y la recién nacida Sociedad quería que, mediante su gestión, se adquiriera el mayor número de entradas posibles a fin de asegurar el éxito económico de las presentaciones y evitar al artista la humillación de una sala vacía, asimismo, la Sociedad pretendía fomentar el gusto y el interés por la buena música, la ópera, el ballet y teatro escenificado.

El éxito del proyecto fue lento pero sólido, creció de manera ininterrumpida gracias a la seriedad, el depurado gusto artístico, el sentido ético y la firmeza que caracterizaban a María Teresa García Montes de Giberga y a sus damas colaboradoras, y los conciertos que la Sociedad patrocinaba crecieron en número y calidad, también contaban con otros escenarios, como la Sala «Espadero» del conservatorio «De Blank», el «Teatro Nacional» hoy Alicia Alonso y «Payret».

La ilustre María Teresa decidió que Pro Arte funcionara como institución y que asumiera por su cuenta y riesgo la organización de los conciertos, un poco más adelante, en junio de 1919, se propuso un proyecto grandioso, al querer que Pro Arte dispusiera de un teatro con todas las ventajas posibles de acústica y comodidad, en ese momento hubo algunos intentos fallidos, pero en junio de 1925 el proyecto comenzó a marchar en firme, se adquirió, en Calzada y D, el terreno donde se construiría el edificio, una superficie de 2211 metros cuadrados, a un costo de 80 000 pesos, de ellos, 40 000 fueron pagados al contado, constituyéndose el resto en una hipoteca, que fue redimida totalmente en junio de 1927. En agosto siguiente se colocó la primer piedra, el proyecto estuvo a cargo de los arquitectos Moenck y Quintana y la ejecución de lo obra de los ingenieros Albarrán y Bibal.

El teatro Auditórium fue concluido en noviembre de 1928, seguidamente, el 22 de ese mes, día de Santa Cecilia, patrona de la música, monseñor Manuel Arteaga bendijo el edificio, «El Club Rotario», de La Habana, le otorgó a la obra el Primer Premio del Concurso de Fachadas, en diciembre del propio 1928 se inauguró el teatro, la función de apertura contó con la presencia del presidente de turno Gerardo Machado que acudió acompañado por toda su familia.

Fue un gran concierto de gala que se dedico a su hada madrina, María Teresa García Montes, Figuraron en el programa la Orquesta Sinfónica de La Habana, conducida por Gonzalo Roig. El pianista José Echaniz, la soprano Natalia Aróstegui y un coro de cien voces, se estrenó el poema, para solista, coro y orquesta de Eduardo Sánchez de Fuentes.

El teatro Auditórium se fabricó con una construcción de tres pisos, contó con capacidad para 2500 personas sentadas, desde su estrenó tuvo una de las mejores acústicas del Mundo, allí radicaba la casa social de Pro Arte, con un elegante salón de recibo, salón de conferencias y actos varios, biblioteca, salón de juntas y oficinas.

Entre las muchas anécdotas referente a la famosa sede, se cuenta que durante una presentación de Rita Montaner «La única» en el Auditórium, en un palco cercano al escenario ocuparon asientos el cardenal Manuel Arteaga y el Nuncio Apostólico en Cuba, el presentador anuncia le nombre de la artista y el lunetario cobra vida cuando la orquesta acomete los compases iniciales de El manisero, sale ella de pronto. “Maniií, maniiií, caserita note acuestes a dormir…” y enfila hacia el palco de monseñor Arteaga, agita el cucurucho ante su cara y se lo pone casi en la boca, el purpurado aprieta los labios, se sonroja, el Nuncio lo mira y ambos se toman de las mano, entonces Rita sigue agitando el cucurucho, ahora ante el rostro del representante del Papa, les vuelve la espalda y en cuclillas mueve su generosa anatomía, se dice que la ovación fue indescriptible, los dos ruborizados también aplauden.

Vale la pena decir, que está inolvidable señora, a quién se le debe la gloria de poder contar con este teatro convertido en leyenda histórica, nombrada María Teresa García Montes de Giberga, nació en La Habana, el 23 de junio de 1880, era una prodigiosa soprano lírica, tocaba en forma esplendorosa el piano, dominaba la técnica de la pintura y hablaba cuatro idiomas, igualmente, dirigió hasta su muerte la revista Pro Arte Musical, enfermó en 1930 con una anemia profunda y los médicos especialistas aconsejaron trasladarla a Estados Unidos pensando que podría mejorar en las montañas de Stanford, pero desafortunadamente no hubo mejoría, más tarde, viajo hacía Nueva York falleciendo en esa ciudad el 10 de octubre, el cadáver llegó a La Habana el día 14 en la casilla de pasajeros de los muelles del Arsenal, allí se expuso el ataúd y durante unos treinta minutos una multitud enorme le rindió homenaje, el cortejo fúnebre partió de los muelles a las cuatro de la tarde, la calle Calzada estaba ocupada por filas compactas de personas, se detuvo el cortejo frente al «Auditórium» y los miembros de Pro Arte depositaron sobre el ataúd sencillos ramos de flores, en el cementerio lo esperaba una enorme concurrencia, poco tiempo después se erigiría sobre la tumba de María Teresa García Montes de Giberga una columna de mármol que sostiene un ánfora inspirado en ella, a esa colosal y emprendedora mujer, a la cual eternamente habrá que agradecerle que exista esa joya arquitectónica teatral nombrada «Auditórium» o «Amadeo Roldán» ….

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