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¿Qué comían nuestros mambises en la Guerra de los Diez Años? Todo el mundo cono

¿Qué comían nuestros mambises en la Guerra de los Diez Años?
Todo el mundo conoce las dificultades materiales por las que atravesaron los mambises en nuestras guerras de independencia, tanto en armas como en alimentos y otros enseres.

Sin embargo, la inteligencia natural del cubano y la perspicacia de nuestros patriotas durante las guerras de independencia permitieron a nuestras tropas sobrevivir en la manigua y vencer al enemigo en numerosos combates.

La batalla por la supervivencia y el triunfo fue grande, pero aún peor si la contienda duró nada menos que diez años y las condiciones económicas no eran favorables a nuestros antepasados combatientes. Pero es conocida la frase, que no por antigua deja de ser cierta, de que no hay nada más duro que un cubano, y si algo no nos mata, nos fortalece cada vez más.

ESCASOS ABASTECIMIENTOS

Conseguir los abastecimientos adecuados era muy complicado y difícil, fundamentalmente por la carestía de carne vacuna en las zonas de combate. Por ello, nuestros soldados se veían obligados a comer almiquíes, majás o a sacrificar sus propios caballos.

Cocinar la comida también era un asunto complicado. En una ocasión los mambises de un campamento en Las Villas utilizaron cuatro campanas como ollas.

El pan, la galleta, el azúcar, el café y la sal se volvieron alimentos sumamente escasos. Cuando los panales escaseaban, obtenían la miel del fruto de la guásima, aunque lo obtenido no era lo que se puede decir abundante.

La escasez de alimentos en la manigua obligó a sustituir ingredientes y a crear recetas, aprovechando las riquezas naturales del monte y la experiencia de sus pobladores.

BUENOS SUSTITUTOS

A falta de sal emplearon ceniza de palma cana, mientras que para endulzar usaron la miel, y como café hirvieron platanillo, cáscara de boniato y hasta palmiche

Debido a la carencia de provisiones, las tropas consumían plantas silvestres. El palmito crudo era preparado en ensalada; hervido era muy gustado por todos y constituyó gran parte de su alimentación.

Hasta se llegaron a utilizar como espesantes de las sopas las semillas de mamoncillo y tamarindo; contra el agotamiento y el cansancio extremo tomaban agua caliente convertida en agua picante gracias el ají guaguao y después de beberla seguían adelante con marchas y combates.

El sabroso boniato fue una de nuestras viandas salvadoras, tal como sucedió con la papa en Europa para las tropas napoleónicas.

Se confeccionaban platos heredados de la cocina taína utilizando la yuca como componente básico; en el menú se encontraba el casabe, la naiboa, el yare y la catibía, este último amargo al paladar. De ahí surge la frase popular “deja de comer catibía” para abandonar lo malo o lo equivocado que se esté haciendo.

Los soldados cubanos fueron capaces de adaptarse a cualquier circunstancia porque “a buen hambre no hay pan duro”.

EN BAYAMO

Después de ser quemada Bayamo, en enero de 1869, fue convertida en cuna de la cocina criolla. Y ya forman parte de nuestra historia los versos de Carlos Manuel de Céspedes, el Padre de la Patria, cuando declamó su famoso verso:

“Para el cubano es mancilla
y falta de inteligencia
brindar a la independencia con vino de manzanilla.

Manzanilla de Castilla,
Castilla tierra de España,
quien nos subyuga y se empeña
con complaciente maldad.
Yo brindo a la libertad con aguardiente de caña”.

Fuente: Cubahora

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