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Por. Henry Puente.

El zapatero ha sido una tradición en Cuba desde tiempos memoriales, era la solución que tenía el pobre para continuar con el mismo calzado por largo tiempo, al no tener la posibilidad de adquirir uno nuevo, también había, quien teniendo los recursos financieros, por razones diferente, acudía al zapatero, hasta por el placer que significaba estar enamorado en dertiminado o cómodo artículo, del cuál no querias desprenderte, hasta algunos ricos o la clase media acudían al profesional reparador. Aún al día de hoy, pensé a la enorme escasez de todo, ha sobrevivido está estirpe de héroes. Para remendar el calzado muchos en Cuba todavía acuden al zapatero, quiénes sembrados en su silla y con la vista fija en lo que hacen, zurcen, pegan, clavan, doblan, recogen y estiran, hasta devolverle utilidad a lo que parecía muerto, sin recursos, convertidos en unos auténticos magos, logran hacer su trabajo. Ir a las peleterías en Cuba, supone de por sí una altísima e incontestable inversión, la mayor parte de los artículos en venta sobrepasan los 50 dólares, ostentando una calidad relativamente mediana o mala, por tanto, se procura que lo adquirido dure el máximo tiempo posible, Tenis, sandalias, chancletas, monederos y bolsos llenan las mesas de los zapateros, estos conviven con pomos de pegamento, carretes de hilo, agujas, tachuelas y máquinas, algunas con pedal todavía, la materia prima es adquirida por dónde aparezca o inventada, algo que ha caracterizado al cubano por décadas, se hace normal, que un profesional del remiendo labore en un garaje, portal o pasillo de martes a sábado, muchos materiales dicen los zapateros son conseguidos por la izquierda, aún así, se torna muy difícil porque no se consiguen, mayoritariamente, utilizan las mismas que le sobran, otras, de personas que ceden lo que ya no usan y de ahí también sacan piezas para la reparación, no obstante, no carecen de trabajo y siempre tienen algo para por lo menos poder reforzar el desvencijado zapato, a veces hasta botas de invierno, que los cubanos utilizan si las encuentran, a pesar del calor imperante en la isla, estos verdaderos titanes, dedicados a disfrazar un poco mejor la miseria, pueden reparar cosas increíbles, como, unos tenis marca Puma deportivos desgastados, comercializados con esté sello en el Hotel Habana Libre, allí son verdaderamente muy caros, poniéndoles un refuerzo por dentro con una tela parecida y luego lo cosen súper curioso, y resuelto el lío. Asimismo, la escasez de ofertas y los elevados precios provocan que gran parte de la población no solo acuda a los zapateros a reparar, sino también a comprar, varios de estos trabajadores se dedican también a componer y fabricar calzado, al punto que hay clientes que prefieren lo artesanal, por su apariencia y la calidad es superior, pocas veces se despegan, sin embargo, algunos adquiridos con precios astronómicos en alguna tienda sufren rápidamente esté final, así han crecido varias generaciones de cubanos.
Para poder satisfacer las necesidades de los ciudadanos y lograr que estos salgan complacidos, los zapateros tienen que enfrentarse no solo a la minuciosa faena, sino a la carencia de materias primas. Las buscan en el mercado negro, lo cual los obliga a poner precios que les represente una ganancia considerable. Además deben pagar un impuesto de licencia y viven con el temor de que un inspector detecte que sus herramientas no fueron importadas de manera legal. En ese caso, los multan y les quitan todo, incluyendo las pertenencias de trabajo…..



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