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Para recordar: Retrato de Gertrudis Gómez de Avellaneda (detalle), 1857.

Para recordar:

Retrato de Gertrudis Gómez de Avellaneda (detalle), 1857.
Oleo sobre lienzo (117 cm x 85cm).
Museo de la Fundación Lázaro Galdiano.
Autor:Federico de Madrazo y Kuntz.

Gertrudis Gómez de Avellaneda nació en Santa María de Puerto Príncipe, Cuba, 23 de marzo de 1814 y muere en Madrid, 1 de febrero de 1873, llamada cariñosamente «Tula» o «La Avellaneda», fue una novelista, dramaturga y poetisa del Romanticismo. Se instaló en España a los veintidós años, donde comenzó a publicar bajo el seudónimo de «La Peregrina» y se dio a conocer con la novela Sab, considerada la primera novela antiesclavista (anterior incluso a Uncle Tom’s Cabin, la cabaña del tío Tom, de la escritora estadounidense Harriet Beecher Stowe).

Mucho se ha discutido sobre la nacionalidad de esta escritora. Tanto Cuba como España la reclaman como suya. Cubanos y españoles la incluyen por igual en antologías y estudios dedicados a poetas de sus respectivos países.

Por otro lado, se la ha considerado la poeta romántica por excelencia; la heroína trágica que, siendo aclamada en público, fue terriblemente infeliz en su vida privada. Independientemente de que esa imagen esté basada en hechos reales, es evidente que ella la promovió en vida, y que muchos de sus admiradores y críticos posteriores contribuyeron a mantenerla después de su muerte. Además, gran parte de su obra es leída y analizada siempre desde una perspectiva biográfica, debido a la publicación póstuma de su correspondencia amorosa con Ignacio Cepeda, escritor y abogado español, con el que mantuvo una tempestuosa relación romántica.

El poema “Al partir”dedicado a Cuba cuando salió a los 22 años:

¡Perla del mar! ¡Estrella de occidente!
¡Hermosa Cuba! Tu brillante cielo
la noche cubre con su opaco velo,
como cubre el dolor mi triste frente.

¡Voy a partir!… La chusma diligente,
para arrancarme del nativo suelo
las velas iza, y pronta a su desvelo
la brisa acude de tu zona ardiente.

¡Adiós, patria feliz, edén querido!
¡Doquier que el hado en su furor me impela,
tu dulce nombre halagará mi oído!

¡Adiós!… Ya cruje la turgente vela…
el ancla se alza… el buque, estremecido,
las olas corta y silencioso vuela.

Fuente:
https://www.poemas-del-alma.com/gertrudis-gomez-de-avellaneda.

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