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Olga Moré Jiménez se ganó el nombre de Olga la Tamalera porque como otros tanto

Olga Moré Jiménez se ganó el nombre de Olga la Tamalera porque como otros tantos vendedores callejeros de Cuba, se valía de sus habilidades culinarias para vender un manjar popular de la cocina criolla y tradicional: el tamal en hojas.

En La Habana de 1949, con tres niños y una madre a quienes alimentar, Olga Moré Jiménez oriunda de Cruces, decidió vender tamales para ganarse el sustento diario. En esa época no era habitual ver a una mujer comerciando productos en la calle, por lo tanto, recibía insultos, se reían de ella, pero Olga mujer de gran temple no se dejaba aminorar por estas simplezas, estaba decidida a trabajar duro para posicionar sus tamales en el mercado callejero. Comenzó a frecuentar la esquina de Prado y Neptuno y las matinés de las sociedades de baile, se paraba junto a su lata a pregonar: ¡pican no pican!….. Poco a poco la calidad de sus tamales y la personalidad de Olga fueron ganando popularidad y fue imponiendo su producto sobre otros vendedores de la época.

En una entrevista afirmó q llegó a recibir encargos de particulares, senadores ,Representantes , ministros etc, ya fuera para actividades o festividades, pero en realidad lo q mas le gustaba y disfrutaba a plenitud era vender en la calle .

Otra faceta de Olga era su entusiasmo por el baile, cuando la venta estaba baja en las salas de baile en donde vendía, encargaba su lata de tamales a algún amigo, y se ponía a bailar con mucho ritmo, gracia, y estilo. Conoció a Félix Reina y a Fajardo (“de la Orquesta “Fajardo y sus Estrellas”) cerca del parque “La Normal”, en uno de esos saloncitos de baile que frecuentaba, Fajardo le hizo una cancion para que se recordaran de tan popular personaje, segun Fajardo los tamales de Olga le gustaban muchisimo. Asi surgio el cha-cha-cha que dio la vuelta al Mundo y la hizo famosa. La orquesta Aragón, lo actualizó años más tarde volviendo a dar vida a los tamales de Olga.

Al año de entrar la Revolución a Cuba, desaparecieron de las calles Olga y sus tamales, se rumoraba, que Olga había comentado: ¨me retiro antes de que me confisquen la lata de tamales.

La receta de los afamados tamales nunca fue divulgada, sólo la conocían su hija y su marido, ella siempre la guardó celosamente.

Su fama llegó al exilio y hasta existen y han existido un par de fabricas de tamales caseros cubanos con el nombre comercial: Tamales Olga y Olga la Tamalera.

Olga la tamalera del pregón, permanece en los recuerdos de una época ya ida, y en el ritmo candente de: Pican, no pican, los tamalitos que vende Olga, Olga.



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