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La vivienda taína y Bohío cubano Cuando pensamos en Cuba se nos vienen a la c

La vivienda taína y Bohío cubano

Cuando pensamos en Cuba se nos vienen a la cabeza Varadero, el famoso Malecón de La Habana o sus calles salpicadas de coches antiguos, pero pocas veces ahondamos en esa cultura aún más pura que invade algunos de los rincones de la isla mas grande del Caribe.

Uno de los mejores ejemplos reside en las construcciones conocidas como bohíos, nombre que recibe la típica vivienda taína de Cuba erigida durante la época precolombina. ¿Nos cobijamos bajo techos de barro y palma? Y a ser posible, ¿sobre una hamaca de algodón?

Antes de la llegada de Cristóbal Colón a Cuba y otras islas del Caribe en 1492, la isla de los habanos y los mojitos ya había sido descubierta por los llamados taínos, hombres llegados desde Sudamérica a través de la desembocadura del río Orinoco, hace más de 4.500 años. Los taínos no sólo llegaron a islas como las Bahamas, sino que también se extendieron por las Antillas Mayores, a las cuales pertenece Cuba, y las Menores.

Tras su llegada, los taínos descubrieron que la fauna y flora de Cuba era muy diferente a la de la selva amazónica: existían hasta sesenta especies de palmeras diferentes, plantaciones de café y el follaje selvático se veía sustituido por playas, montañas, cerros y llanuras que configuraban por completo las posibilidades de asentamiento en este nuevo lugar.

De esta forma, los recién llegados comenzaron a erigir sus viviendas gracias a nuevos materiales, dando como resultado la típica choza de la Cuba taína conocida como bohío. Chozas sencillas hechas con materiales como madera y hojas extraídas especialmente de la palmera real. Los taínos establecieron sus viviendas en una planta redondeada, erigidas con postes y vigas de troncos muy fuertes a fin de que la estructura soportara los caprichosos vientos del Caribe. A su vez, las cañas y hojas de palma fueron utilizados para elevar las paredes, cuyos elementos eran amarrados con bejucos.

A pesar de no tener ventanas, los bohíos contaban con una buena ventilación ya que los materiales naturales utilizados eran frescos y permitían una mejor transpiración. El techo de la vivienda se construía con yaguas entretejidas y barro, para evitar filtraciones de agua en tiempos de lluvia. En lo que respecta al interior, los bohíos contaban con postes de los que colgaban hamacas tejidas con algodón. Por supuesto, la vivienda más grande pertenecía al jefe (o cacique) de la tribu.

Los bohíos servían como lugar para dormir, echar la siesta o convalecer durante alguna enfermedad, ya que lo taínos pasaban gran parte del tiempo al aire libre. En el interior de la choza apenas había objetos u otros bártulos salvo un asiento de madera de cuatro patas también conocido como dujo, vasijas o recipientes, algunos objetos religiosos y armas.

A pesar de que en un principio los bohíos eran más bien redondos y de techo cónico, también pasaron a tener una forma rectangular sostenida bajo un techo de dos aguas, inspirando una arquitectura colonial desplegada durante los quinientos años posteriores a la llegada de Cristóbal Colón en 1492.

De hecho, el bohío sería utilizado durante la época colonial para mantener controlados a los esclavos caribeños, quienes a su vez comenzaron a convivir no sólo con los esclavos traídos de África, sino también con los culíes chinos. Se trataba de aprovechar las construcciones que encontraron, pues tanto la vegetación como los materiales eran muy diferentes a los europeos.

El bohío rectangular inspiraría a su vez la creación de los famosos barracones, construcción de gran éxito en el Brasil esclavista pero que en Cuba se limitó a ser un punto de almacenamiento para los terratenientes cafeteross. Tampoco fueron tantos los barracones, ya que su construcción, a base de mampostería y materiales más costosos no entraba en los presupuestos de algunos capataces y terratenientes, por lo que el bohío se convirtió en una buena alternativa para retener esclavos, especialmente a una taínos que seguirían conviviendo en algunos rincones de la isla cubana hasta finales del siglo XIX

Si viajáis a Cuba, descubrir sus encantos culturales más allá de los típicos highlights turísticos es todo un obligado, siendo los bohíos un buen ejemplar de esa Cuba étnica, ancestral y naturista que aún sobrevive en algunos rincones de la isla.

Actualmente, la parte de Cuba con mayor concentración de bohíos corresponde a la zona oriental de la isla, especialmente en Baracoa, ubicación que servía como enlace entre Cuba y La Española (Haití y República Dominicana) durante los períodos precolombinos y coloniales.

En este lugar la gente aún habla del guerrero taíno Hatuey, conocido como el Primer Rebelde del Caribe y los bohíos lucen junto a los palmerales, siendo un prototipo de vivienda recuperado durante los últimos años gracias a su bajo costo y su perfecta adaptación a una isla húmeda asestada por ciclones y lluvias tropicales. Chozas que no han olvidado la esencia de viejos tiempos y cuyo perfecto camuflaje con el trópico las convierte en lugares quizás no tan fáciles de avistar en un primer momento.

Sino, siempre podréis guiaros por esa nubecita de humo que delata al dueño de un bohío cocinando el primer café de la mañana.





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