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Enrique Santisteban. Destacado actor cubano recordado sobre todo por su personaj

Enrique Santisteban. Destacado actor cubano recordado sobre todo por su personaje del alcalde Plutarco Tuero de San Nicolás del Peladero, programa emblemático de la Televisión Cubana.

Enrique Santisteban, inicia su vida artística a los quince años de edad y lo hace como músico, llegó a hacer una gira por varios países de América Latina tocando la batería en una conocida orquesta de los años treinta, los Maya. Una vez graduado de bachiller, culmina dos años de medicina, pero sus estudios se truncan por la clausura de la Universidad de la Habana, en época de la tiranía de Gerardo Machado.

Comienza en la Radio en 1936, como locutor de Radiodifusión 0'Shea. Siempre dijo que lo primero que hace como actuación, si a eso se le puede llamar, es cuando a Marcelo Agudo le falta algún actor de reparto, de esos que aparecen para abrir una puerta y sólo decir "adelante" o "señora le preparo el automóvil".

En 1937, engrosa la nómina artística de CMQ Radio, Allí lo convierten en el Tarzán, que desde la primitiva CMQ de Monte y Prado, entre 1940 y 1946, es la atracción radial que más esperan grandes y chicos. A la vez, la CMQ aprovecha sus dotes en papeles centrales de sus novelas, entre ellas la que bate el récord mundial de 50,63 % de audiencia, El derecho de nacer, del autor santiaguero Félix B. Caignet, que inicia sus transmisiones el primero de Abril de 1948. Enrique asume el papel de Jorge Luis Armenteros, el padre espiritual del protagonista Albertico Limonta.

El 18 de diciembre de 1950 se inaugura de forma experimental, CMQ Televisión. Y allí está Enrique para transmitir dolor, odio, alegría, frustración, amor… en obras y personajes que se registran entre lo mejor de la televisión cubana para todos los tiempos.

Su primer gran éxito en la radio ocurrió en la década del 40, cuando personificó a Tarzán en compañía de Marta Jiménez Oropesa como Juana y Bernardo Menéndez como Tarzanito.

En teatro, se inició con la compañía de Pepita Díaz y luego trabajó con las de Manolo Collado, Eugenia Zúffoli, Nicolás Rodríguez y Mario Martínez Casado. Hizo teatro lírico con el maestro Lecuona y también teatro bufo en el Martí, junto a Garrido y Piñeiro, Alicia Rico y Candita Quintana.

En teatro la carrera de Enrique es igualmente importante: debutó con la compañía de Pepita Díaz y luego trabajó con las de Manolo Collado, Eugenia Zúffoli,Nicolás Rodríguez y Mario Martínez Casado.

Hizo teatro lírico con el maestro Lecuona y también teatro bufo en el Martí, junto con Garrido y Piñeiro, Alicia Rico y Candita Quintana. En el Patronato del Arte obtuvo los premios Talía de 1952 y 1953 por su intervención respectiva en Estuve una vez aquí, de J. B. Priestley y La luna está azul. Estuvo en Comedia a la antigua, con Raquel Revuelta (1981, Teatro Estudio, sala Hubert de Blanck) y con María de los Ángeles Santana (1982, teatro Mella).

Se inició en la televisión desde los primeros programas trasmitidos en circuito cerrado. Posiblemente haya sido el actor más completo que ha tenido la televisión cubana en toda su historia, medio donde desarrolló mayormente su labor artística.

Cuando en 1950, nació en Cuba la televisión, Enrique tenía todas las cartas para ser uno de sus fundadores estrella. Fue Otelo, Macbeth y Enrique VIII, entre otros personajes de la literatura universal y también el alcalde Plutarco Tuero de San Nicolás del Peladero, que hizo durante más de 20 años, con una disciplina espartana y con el que logró los rangos de popularidad que ya había disfrutado en la radio. Con El Canario, de la serie En silencio ha tenido que ser, Enrique demostró que no hay personaje pequeño para actor grande. Su dueto con Consuelito Vidal, esa otra gran actriz, es uno de los pasajes que no se pueden olvidar de la popular obra.

Su carrera en el cine, que inició en 1938, también fue extensa y exitosa. Interpretó diferentes papeles en obras de la literatura llevadas a la pantalla, y las series policíacas, estas bastan para ubicarlo en la cúspide de la actuación dramática del país. Entre tantos títulos que nos trajo la pantalla chica, siempre se recuerdan entre signos de admiración la caracterización del escritor francés Emilio Zola:

Emilio Zola en 1952
El dulce pájaro de la juventud
El jorobado de Notre Dame
Otelo
Macbeth
La visita de la vieja dama
Enrique VIII
Réquiem para una reclusa
Mesas separadas
En silencio ha tenido que ser
Julito el pescador
Para empezar a vivir
En cine, el actor consiguió trabajar en 12 películas. Debutó en 1938 con Ahora seremos felices, de William Nolte y Fred Bain, a las que siguieron La canción del regreso (1939), de Max Tosquella y Sergio Miró; Manuel García, el rey de los campos de Cuba (1940), de Jean Angelo; Yo soy el héroe, de Ernesto Caparrós, en ese mismo año; La Quinta Columna (1941), de Salvador Cancio; La renegada (1951), de Ramón Peón; Ángeles de la calle (Cuba-México, 1953), de Tulio Demicheli, y Con el deseo en los dedos (1958), de Mario Barral.

Después del 1959 trabajó en películas clásicas del cine cubano:

Las doce sillas (1962)
Los sobrevivientes (1978), de Tomás Gutiérrez Alea
Aventuras de Juanquinquín (1967), de Julio García Espinosa,
Mella (1975), de Enrique Pineda Barnet.
Trabajó también en El jinete sin cabeza (1974), de Vladimir Vainstock.

Murió en 1983, en plenas facultades, como consecuencia de un accidente automovilístico.

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