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Las Columnas de Hércules de Cuba.

Las Columnas de Hércules de Cuba. 🕵🙂

Si le preguntas a cualquier habanero cuáles son y dónde están situadas las Columnas de Hércules, probablemente no encuentres a nadie que pueda responder, salvo un arquitecto bien documentado.

Todos las hemos visto cientos o miles de veces, pero ignoramos su historia.

Las Columnas de Hércules son un interesante tema de la mitología griega y han tenido un importante significado histórico y geográfico, ya que con este nombre se designaba el fin del mundo conocido por los griegos y los romanos, el punto geográfico que delimitaba la tierra y los mares que habían sido descubiertos y navegados hasta entonces y más allá de ellas estaba lo desconocido.

Estas columnas, no existentes como tal, sino como referencia, están situadas en el Estrecho de Gibraltar, ya que la leyenda cuenta que Hércules separó una cordillera para abrir paso al mar y así se nombran dos puntos que sellan el mundo conocido. La primera columna fue llamada llamó Calpe, es el Peñón de Gibraltar, y la segunda, llamada Abila pudiera ser el Monte Hacho en Ceuta o el Monte Musa en Marruecos.

Y en Cuba, una de las más preciadas posesiones españoles, no podía faltar un símbolo parecido, acomodado a los intereses peninsulares. Es por ello el capitán general Miguel Tacón y Rosique como parte de su plan de obras públicas destinado a convertir a La Habana en la ciudad más elegante de América. Tacón realmente se destacó con un buen gobierno en obras públicas y un mal gobierno por sus actos despóticos y el fomento de la trata de esclavos.

En esos tiempos el intendente Claudio Martínez de Pinillos, Conde de Villanueva, se había dedicado a dotar a La Habana de monumentos destacados y cuando inauguró la fastuosa Fuente de la India, Tacón se vio urgido de hacerle una competencia tal que lo superara, por lo que proyectó una obra que representara el poderío de la corona española. Esa fueron las Columnas de Hércules que hizo levantar en el inicio del Paseo de Carlos III, lugar donde a diario transitaban miles de personas, en particular la aristocracia en sus paseos hasta el Castillo del Príncipe.

De manera que mandó a erigir las Columnas de Hércules a la entrada del Paseo de Carlos III que conducía hasta el Castillo del Príncipe, uno de los preferidos por la aristocracia habanera para pasear en volantas. En ellas mandó a grabar en latín (“non plus ultra”) la leyenda: “Hasta aquí llega España”, un recordatorio claro para los criollos de quién era el que mandaba en la isla de Cuba. En el centro de las columnas mandó a colocar una estatua del rey Carlos III.

Con el tiempo y el desarrollo del transporte automotor y la necesidad de contar con vías adecuadas para ello, la estatua del rey fue retirada y ubicada junto con su pedestal original en la Plaza de Armas.

Tacón fué un gobernante absolutista y como tal, arbitrario en grado sumo, muy vengativo y que dividió a los habitantes de la Isla en dos castas: los buenos y los malos. Los buenos eran los españoles y los malos los criollos, aunque fueran hijos de peninsulares. Fue un gobernante soberbio, caprichoso y mal intencionado con los hijos de Cuba y con ello le echó combustible a la llama de la independencia.

Tacón dejó para la posteridad dos obras que no las hizo él, el Teatro Tacón, construido en la esquina del Paseo del Prado y San Rafael, donde está hoy el Gran Teatro de La Habana, que se nombró Tacón por adulación al capitán General por su amigo Francisco Marty, un empresario negrero catalán analfabeto que con la trata de esclavos se había hecho rico; el Mercado Tacón, conocido por todos como Plaza del Vapor y situado en la manzana entre las calles Galiano, Reina, Dragones y Águila, donde también aparecía la mano de Marty y que tras un incendio en 1872, se reconstruyó y perdió el nombre de Tacón, por lo que su legado no deja mucho trigo.

Al final el Conde de Villanueva venció ampliamente en el duelo de obras públicas mantenido con el Capitán General Tacón.

Mientras que la Fuente de la India se mantiene como uno de los símbolos inconfundibles de La Habana, las Columnas de Hércules siguen en pie pero casi nadie pueden explicar su presencia ni origen, y mucho menos identificarlas con el detestable gobernante al que la corona española le daba títulos y cargos a pesar de que huyó como un cobarde desde Colombia hasta Perú.

Fuente: Memorias de un cubano.



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