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LOS ESCULTORES ITALIANOS 🇮🇹 EN NUESTRA HERMOSA CUBA DE OTROS TIEMPOS 🇨🇺😍

Instaurada la República, en 1902 comienza una etapa de “institucionalizar” la memoria histórica y en sus ansias nacionalistas se levantan merecidos monumentos a figuras de la independencia, aunque muchos de ellos son realizados paradójicamente por escultores extranjeros.

Así lo fueron el Monumento a Antonio Maceo hecho por el italiano Doménico Boni en 1916, el Monumento a Máximo Gómez, de 1935, realizado por el italiano Aldo Gamba y el Monumento a Calixto García por los norteamericanos Felix Weldon y Elbert Peets, entre otros. De los más grandes de la patria, solo un cubano, José Vilalta de Saavedra, realizaría la de nuestro apóstol José Martí que se encuentra en el Parque Central.

Aunque no siempre, la adjudicación de los respectivos concursos para las obras, no estuvieron exentos a la polémica. En mayo de 1916 se convoca el concurso internacional para la construcción del monumento a Máximo Gómez, y con ello da comienzo la complicada historia de este conjunto escultórico del controvertido artista italiano Aldo Gamba, inaugurado casi dos décadas después.

El jurado de ese certamen, presidido por el ingeniero civil y secretario de Obras Públicas, José Ramón Villalón, quien ostentaba además el grado de teniente coronel del Ejército Libertador, optó por el diseño de este desconocido joven italiano, que aunque con estudios y algunos trabajos en su país, carecía de una producción importante que lo avalara para tal consideración.

Gamba, nacido en 1881 en Acqualagna, una pequeña localidad italiana de la provincia de Pesaro y Urbino, región de Marcas, había cursado estudios en el “Instituto de Bellas Artes” de la ciudad de Urbino, perfeccionándose en Nápoles y en Roma. Y aunque perteneciente a una familia de artistas y, al parecer, con talento natural para el modelado, lo cierto es que lo que realizara, antes de su arribo a Cuba, carecía de importancia.

Aquí, sin embargo, ganó el concurso, superando a cuantos optaban por el galardón, entre los que figuraban artistas destacados como el norteamericano Gutzon Borglum, el español Moisés Huerta, los franceses Carlés, Maillard y Marqueste y otro italiano, Giovanni Nicolini, quien posteriormente levantaría el Monumento a José Miguel Gómez, en la Avenida de los Presidentes.

Muchas protestas levantó el premio concedido a Gamba y artistas e intelectuales cubanos protestaron por el fallo del jurado expresando su oposición, como la “Asociación de Pintores y Escultores”, una comisión en la que figuraban el dibujante Conrado Massaguer e incluso el empresario Regino Truffin. La opinión generalizada era que el proyecto merecedor del premio debió haber sido para el presentado por el binomio Huerta y Cabarrocas, que consideraban superior “…por su grandeza, originalidad de concepción, majestuosidad, armonía y magistral ejecución…”.

La polémica llegó hasta la Cámara de Representantes y el dictamen fue anulado, pero Gamba presentó un recurso judicial, y las tardanzas procesales del caso legitimaron la elección inicial. Finalmente, casi veinte años después, el majestuoso monumento se inaugura el 18 de noviembre de 1935.

Mientras, Gamba se convirtió en un personaje de la noche habanera y su vida bohemia, sus aventuras galantes, dieron pie a no pocos comentarios (al parecer, lo de los italianos en Cuba no es nada nuevo). Incluso, por asuntos amorosos, emprendió a tiros contra Esther Vera, joven de origen británico radicada en La Habana con la que llevaba relaciones, por lo que tuvo que responder ante la justicia. Aún privado de libertad, realizó algunos encargos, entre los que destaca la “Fuente de las Musas”, para las que supongo se haya inspirado en las protagonistas de sus andanzas.

Si existe en La Habana una escultura emblemática de la noche habanera esa es la “Fuente de las Musas”, emplazada en la entrada del “Cabaret Tropicana”. Su nombre original fue “La Danza de las Horas” y es una obra en la que ocho bailarinas, completamente desnudas, danzan, con gracia y delicadeza, sobre el borde de una fuente. Como ya les comenté en una publicación, su primer emplazamiento fue en el exterior a la entrada del desaparecido “Casino Nacional” en los años 40. En 1953, Martín Fox, propietario de Tropicana, adquirió “La Danza de las Horas” por diez mil pesos, cifra elevada para la época, y desde entonces con su nuevo nombre de “Fuente de las Musas” sirve de símbolo al famoso cabaret.

Además de la “La Danza de las Horas”, Gamba tiene la autoría de la estatua ecuestre del “Mayor general Ignacio Agramonte”, en Camagüey.

Otros escultores italianos, como Carlo Nicoli, es el autor de la estatua de “Miguel de Cervantes” en el Parque de San Juan de Dios. El monumento demolido del presidente Alfredo Zayas, que se encontraba en el espacio que hoy ocupa el “Memorial Granma”, fué obra de Angiolo Vanetti; y el de “Emilia de Córdova”, en La Víbora, es de Ettore Salvatori.

Por si fuera poco, la “Estatua de la República”, debajo de la cúpula del edificio, con un peso de 30 toneladas y una altura total de 14,6 metros, lo que la convierte en una de las esculturas más altas que existen bajo techo en el mundo, es obra de Angelo Zanelli, también autor de otras importantes obras que se exhiben en el Palacio de las Leyes.

El nombre del ya citado Giovanni Nicolini, lo encontramos de nuevo en los monumentos a “Tomás Estrada Palma”, en G y Quinta, en el Vedado, del que solo quedan los zapatos del mandatario, el del mayor general “Alejandro Rodríguez”, en la intersección de Línea y Paseo, y en el fastuoso “Monumento al mayor general José Miguel Gómez”, segundo presidente de Cuba, en la calle G entre 27 y 29, también en el Vedado.

Ya desde mucho antes los escultores italianos habían dejado su huella en la historia de nuestra capital, realizando obras que llegarían a ser símbolo de nuestro país. Por citar algunos, Giuseppe Gaggini, en 1836 nos deja su bellísima “Fuente de los leones”, siendo el artista que inicia el catálogo de la escultura italiana en Cuba. De este mismo autor es “La Fuente de la india o de La noble Habana”, de 1837. De Ugo Luisi la “Estatua de Neptuno” en 1838 y también de un artista italiano, aunque desconocido, es la columna que desde 1847 embellece la Alameda de Paula, el primer paseo con que contó la capital de la Isla.

Al menos el monumento al “Padre de la Patria”, Carlos Manuel de Céspedes”, en la Plaza de Armas frente al antiguo Palacio de los Capitanes Generales en La Habana, es de un cubano: Sergio López Mesa, quien estudiara en la Escuela Nacional de Artes Plásticas San Alejandro….




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