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HISTORIA DEL CINE EN CUBA (Primer parte)
El 24 de febrero de 1895 se inicia la segunda guerra de independencia en el país. Pese a los esfuerzos negociadores de Arsenio Martínez Campos, capitán general de la isla, la contienda independentista se hace más popular y se extiende por todo el territorio de la colonia. El levantamiento se fortalece y los independentistas controlan con eficacia la parte oriental del país. En 1896 el nuevo capitán general, Valeriano Weyler, crea campos de reconcentración de la población rural con el objetivo de menguar el sustento a los insurrectos; la llamada reconcentración provoca un aumento migratorio hacia las ciudades y la capital. Aun cuando la guerra no llega a La Habana, la vida allí se modifica, aumentan los precios de los productos alimentarios de manera desmesurada y a mediados de 1896 se cierran importantes teatros como el Payret y el Albizu y sólo el Teatro Tacón y el Irijoa quedan abiertos al público. El viernes 15 de enero de 1897, arriba al puerto de La Habana el buque Lafayette procedente de Veracruz, México, que transporta el cinematógrafo Lumière. Gabriel Veyre, farmacéutico de profesión, por sus conocimientos de química, es contratado por los hermanos Lumière como director técnico y operador itinerante para México, Venezuela, las tres Guyanas, todas las Antillas y Colombia. Veyre es uno de los doscientos camarógrafos que los Lumière distribuyen por todo el mundo con el propósito de comercializar el nuevo invento. Entre sus funciones también incluye la de tomar “vistas” para enriquecer el repertorio de exhibición de la empresa. La misma noche de su llegada, desde la elegante habitación del Hotel Inglaterra, Veyre describe en carta a su madre, “El puerto de La Habana es soberbio. La ciudad, que conozco bien poco, un pequeño paseo en este mediodía, me parece muy gentil y mucho más limpia que México. Hay muchos oficiales y soldados porque, como tú sabes, la isla está en guerra”. Nueve días después de su llegada, el cinematógrafo Lumière tiene su primera presentación pública. El historiador Emilio Roig de Leuchsenring, testigo presencial del hecho cuenta, “era un pequeño local, largo y estrecho, que se alquilaba para exhibiciones, en la reducida cuadra de la calle Prado (126), entre San Rafael y San José. La pantalla de ese improvisado cine era una sábana, que al comenzar la proyección se rociaba con agua y el aparato estaba oculto a la vista del público”. Las vistas presentadas según Leuchsenring son: La llegada del tren, Artillería española en combate, El regador y el muchacho, Jugadores de cartas, Disgustos de niñitas, El sombrero cómico, Infantería española en vivac y Bañadores en el mar. La prensa de la época nombra de diferentes maneras las vistas presentadas ese día, de ahí la variedad de sus títulos según las fuentes que se consulte. El día anterior (23) se efectúa una presentación de carácter privado, sólo reservada para periodistas. El cronista teatral Pancho Hermida de la revista semanal El Fígaro, publica en el primer número de marzo del 1897, “todos los días y sobre todo los domingos no da cabida al público el local donde actualmente funciona el ‘cinematógrafo’ que es el único pasatiempo instructivo, público y diario de la vida habanera”. Poco tiempo después aparecen en la ciudad los competidores del cinematógrafo Lumière. El 14 de febrero, el vitascopio de Edison; el 10 de abril, el biograph y el 11 de abril, el cronofotógrafo Demeny. A todas luces, es el cinematógrafo Lumière el más apreciado y el que suscita mayor interés. Veyre le comenta a su madre en la misiva del 15 de febrero del 1897, “Qué lástima que esto sea en tiempos de guerra. El país está casi arruinado y si hubiera venido antes de la guerra, hubiera logrado ganar casi mil francos diarios”. Más adelante agrega: “Como me instalé cerca del teatro Tacón, ahí hago mis veladas porque tengo entradas gratuitas. Ahora hay una buena compañía española la de María Tubau, que amerita su renombre. Es mi única distracción”.
El 7 de febrero de 1897 la actriz dramática española María Tubau de Palencia, amiga y colaboradora del capitán general de la isla, Valeriano Weyler, hace una visita a la Estación Central de Bomberos para presenciar una maniobra de este cuerpo. Veyre aprovecha la ocasión y capta allí la primera “vista cinematográfica cubana”, Simulacro de incendio. Pero de las muchas que se supone que hace en Cuba, es la primera y única “vista” de la que se tiene comprobada referencia hasta la fecha. El 8 de mayo de ese mismo año Veyre parte rumbo a Venezuela. En el barco una pasajera enferma de viruela y la cuarentena le impide desembarcar en el puerto de La Guaira (Venezuela), por lo que regresa a Santiago de Cuba. El 15 de junio se embarca nuevamente, rumbo a Colón (Panamá), que es en la época parte de la república de Colombia. Algunas fuentes aseguran que regresa a Cuba un año después, sin embargo, no existe en su correspondencia publicada ninguna referencia que acredite tal hecho.
La influencia del cine y la industria cinematográfica norteamericana se hace sentir en Cuba desde principios de 1897 con el arribo del vitascopio de Edison y el Biograph y posteriormente, y de forma más determinante, cuando los camarógrafos de la American Vitagraph Company entran junto a Theodor Roosevelt y sus tropas norteamericanas (Rough Riders) en la guerra hispano-cubano-norteamericana. A finales de la década de 1890, el volumen de inversiones norteamericanas en Cuba asciende a unos 50 millones de dólares, que se concentran principalmente en la industria azucarera, tabacalera y metalúrgica. El presidente William McKinley es “presionado” a proteger los intereses estadounidenses en la isla. Los medios de comunicación, en particular los periódicos rivales New York World, de Joseph Pulitzer y New York Journal, de William Randolph Hearst, reflejan con marcado sensacionalismo las atrocidades que comete el gobierno colonial español e influyen con determinación en la opinión pública estadounidenses a fin de legitimar la intervención armada. El gobierno de Estados Unidos busca algún motivo que le permita justificar la intervención de sus tropas en el conflicto hispano-cubano. Dos son los hechos que contribuyeron a conseguir su propósito, el primero, el hurto y la publicación por el diario sensacionalista New York Journal de una carta privada del embajador de España en Estados Unidos, Enrique Dupuy de Lome a José Canalejas, mentor del periódico Heraldo de Madrid, en la que califica al presidente McKinley como “un politicastro” y oportunista; el segundo, la explosión, en la noche del 15 de febrero de 1898, en la bahía de La Habana, del buque estadounidenses Maine, que arriba con el pretexto de proteger de las contingencias de la guerra hispano-cubana a los ciudadanos de Estados Unidos residentes en el país. El 21 de abril, las dos cámaras del Congreso de Estados Unidos aprueban la resolución conjunta que establece la intervención del gobierno de Washington en el conflicto.
Varios camarógrafos de ese país registran entre 1898 y1899, unas veces en vivo y otras por medio de reconstrucciones manipuladas, las operaciones de las tropas estadounidenses durante la guerra tripartita. Según Román Gubern en su libro Historia del cine (1969), con la guerra hispano-norteamericana nace un género nuevo, el de la propaganda política. “Apenas se habían iniciado las operaciones militares y ya circulaban por América centenares de copias de documentales amañados en los estudios sobre la guerra hispano-yanky”. Edward Hill Amet produce en Waukegan, Illinois, el film Sinking Admiral Cervera’s Fleet at Santiago, en el que con ayuda de pequeñas maquetas reproduce la batalla naval del 3 de julio de 1898, en la bahía de Santiago de Cuba. El camarógrafo y productor de la Edison Co., William Paley, filma en el puerto de La Habana entre el 17 de marzo y el 1 de abril del mismo año, Wreck of the Battleship “Maine”, donde se muestran los reducidos restos del acorazado Maine y Morro Castle, Havana Harbor. El 27 de marzo de 1898 filma en Key West, Florida, Burial of the “Maine” Victims. Entre mayo y junio filma en Tampa, Florida, Cuban Refugees Waiting for Rations, Cuban Volunteers Embarking y Roosevelt’s Rough Riders Embarking for Santiago. A finales de junio en Santiago de Cuba dirige Pack Mules with Ammunition on the Santiago Trail, Cuba y Packing Ammunition on Mules, Cuba y un mes después, Troops Making Military Road in front of Santiago. En julio de 1898 el camarógrafo William Heise reconstruye y filma en Nueva Jersey, Estados Unidos, Cuban Ambush y Shooting Captured Insurgents. Por su parte el norteamericano James Henry White, en mayo de 1899, produce con la participación de tropas de la Guardia Nacional de Nueva Jersey, U.S. Infantry Supported by Rough Riders at El Caney, filmado en Orange Mountains con la intención de reconstruir la toma de El Caney, en Santiago de Cuba.
En 1898 se producen dos hechos decisivos en la historia de Cuba, por una parte la derrota de las tropas españolas tras la intervención militar de Estados Unidos y por otra la firma por parte de España del Tratado de París el 10 de diciembre de ese año. El 1 de enero de 1899 se inicia el gobierno de la primera intervención estadounidenses y los camarógrafos de la Edison filman desde el balcón del Club Norteamericano, ubicado en el Paseo del Prado, el desfile de las tropas estadounidenses, el material conocido como General Lee’s Procession, Havana. Al día siguiente en el ático del estudio de la American Vitagraph Company en Nueva York, los productores y camarógrafos J. Stuart Blackton y Albert E. Smith elaboran el reportaje de un minuto Raising Old Glory over Morro Castle, al colocar en la pared del estudio un telón de fondo con una imagen del Castillo del Morro y manipulando la maniobra de arriar la bandera española e izar la de Estados Unidos. En el Catálogo de los filmes de Edison, quien adquiere los derechos de explotación de este material, aparece la sinopsis “Desciende la bandera española, y sube la de las estrellas y las barras. Cae el símbolo de la tiranía y de la opresión que ha imperado en el nuevo mundo durante cuatrocientos años y asciende la bandera de la Libertad. A lo lejos están las torrecillas y almenas del Morro, el último reducto de España en América”. Varias fuentes acreditan erróneamente este material con el título Tearing Down the Spanish Flag (1898). Los norteamericanos mediante una ocupación militar prolongada se proponen muy tempranamente “americanizar” la isla, transformar la sociedad cubana, escuelas, sistema de sanidad, sistema judicial, sistema de gobierno, ayuntamiento, y demás estructuras del estado y fomentar la inmigración de origen anglosajón. Cuatro años dura la primera intervención de Estados Unidos, que termina en 1902.





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