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El Cocal Hace poco un amigo compartió una publicación donde aparecía un lugar c

El Cocal
Hace poco un amigo compartió una publicación donde aparecía un lugar conocido por Jimbambay a diecisiete km al este de la ciudad de Camagüey por la Carretera Central y también se mencionó un politécnico llamado “Mártires de Pino III”, cerca de este lugar, donde esta persona estudió. A partir de esto se desencadenaron los recuerdos y la Nostalgia
.
Unos dos km más al este del politécnico en la finca de mi padre, La Caridad, de unas seis caballerías viví desde los tres días de nacido, cuando en el lugar del politécnico estaba la Finca El Oriente y el Jimbambay no se pensaba que existiera, conocí esa zona como la palma de mi mano.
Para mí La Caridad fue como el paraíso particular del que me tenía que separar todos los días, muy a mi pesar, para ir a la escuela de lunes a viernes en la guagüa de Siboney desde los cinco años y jamás se me ocurrió de niño que un día yo sería un extraño en ese lugar.
La finca era de ganadería, producción de leche, cría de cerdos que por la gran cantidad de frutales que plantó mi Papá se criaban sueltos en el campo
.
El tres de octubre de mil novecientos sesenta y tres junto con las demás tierras agrícolas fue expropiada por el Estado, a los pocos días la vaquería fue trasladada a otra finca intervenida, más de cien cerdos fueron “desaparecidos” después todo fue buldoceado, quedando solo la casa con el batey donde había toronjas, cocoteros, y otras frutas.
El Estado sembró algodón el que era fumigado con parathion viviendo mis padres en la casa. No cosecharon nada de las diferentes plantaciones que hicieron, posteriormente en un lugar bonito hicieron un pastoreo, tiraron cercas y mis padres tenían que pasar por entre los alambres de púas de cinco cercas para llegar a la carretera. El resto de la finca se hizo una selva de marabú y maniguas en general.
Todo fue destruido para nada. Muchas veces años después pasé por la carretera y nunca pude llegar, solo se destacaba el pequeño bosquecito donde estuvo la casa y en el sobresalían las matas de coco.
Al ver la publicación mi esposa se comunicó con este amigo que estudió en el Politécnico Pino Tres para saber si conocía el lugar e inmediatamente vino la respuesta:
–Aaaahh si como no, ese es El Cocal–
A pesar del desastre que destruyó todo, la obra trabajadora de mi Papá fue más fuerte que esa destrucción absurda, persistió y generó hasta un nuevo nombre para aquel pedacito de tierra.



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