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<< Los murales perdidos del Cine Radiocentro>>

De la autoría del artista plástico cubano Luís Martínez Pedro son los dos grandes murales en hierro forjado , que decoraban originalmente la sala de proyección del Cine-Teatro Radiocentro (hoy Yara) de los que hoy casi nadie se acuerda, o ni siquiera sabe que existieron y me incluyo entre ellos.

El artista cubano Luis Martínez Pedro nació en 1910. Después de estudiar arquitectura en la Universidad de La Habana, estudió en la Academia San Alejandro y posteriormente viaja hacia los Estados Unidos. donde se instaló en Nueva Orleans, incorporándose a la Escuela de Arte y Oficios de la ciudad para estudiar pintura y dibujo. Regresó a Cuba en 1933, donde comenzó a trabajar para diversas empresas de publicidad. Con motivo de su primera exposición individual, realizada en 1943, presentó dos series de obras tituladas “El Amor” y “Los Animales”. De 1944 a 1956 realiza ilustraciones para la revista «Origenes» (Orígenes). A partir de 1950 se dedicó a la decoración de cerámica en el taller de Santiago en Las Vegas. Luis Martínez Pedro falleció en 1989, a la edad de 79 años.

Ambos murales flanqueaban el proscenio, y «se integraban al conjunto de color y textura mármoles, bronces, vidrios, maderas, alfombras y tapices que decoraban la sala.
Las estilizadas composiciones muralistas de Martínez Pedro, eran alegorías: la emplazada en el lado izquierdo de la sala representaba a «La Comedia, y su contraparte derecha a «La Tragedia» .

«Es una procesión de Baco, con figuras portadoras de jarras de vino, mientras otras danzan, o tañen los instrumentos de música, surcan el cuadro», según describió un crítico de la época, que concluyó: «Luis Martínez Pedro ha logrado en esos murales, justamente libres de acento naturalista alguno, la agilidad de la línea, la íntima armonía de la composición, la riqueza y originalidad de fantasía que caracterizan su pintura, extrañamente hija de nuestro tiempo».

Los murales, además de su valor plástico innegable, concentraban la atención del público hacia el escenario. Además, unidos en el techo, formaban el marco del escenario, y esa combinación creaba una bocina acústica que proyectaba el sonido desde el escenario hacia la sala.

Posteriormente, y ya con la tecnología de CINERAMA no se aprecian los murales.




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