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Convertido en leyenda nacional, evoca y reconoce a grandes personalidades, glor


Convertido en leyenda nacional, evoca y reconoce a grandes personalidades, glorias de la cultura nacional cubana hoy olvidadas…..

Por. Henry Puente.

El teatro Martí antes nombrado «Irijoa» alcanzó una enorme aceptación popular por sus fabulosas programaciones y céntrica ubicación, a lo cual contribuyeron sus excelentes soluciones de diseño y tecnología de la época en que se fabricó.

Su arquitectura exterior la conforman un bloque rectangular coronado por una cornisa corrida a su alrededor y un pretil originalmente rematado por copas, la horizontalidad del edificio es equilibrada por el tratamiento vertical de las ventanas, la cubierta a dos aguas, algo retirada, se expresa como un frontón con una luceta semicircular en su centro, sobre la puerta principal.

El interior del inmueble, con columnas de hierro fundido, pisos de mármol, alfombras, cortinas, espejos y lunetas de hierro, ofrecía una mayor riqueza a la edificación patrimonial, la ventilación y la acústica eran excelentes, y a ello se sumaban adelantos tecnológicos como el que permitía, mecánicamente, colocar el piso de la platea al nivel del vestíbulo y el escenario para la realización de bailes y otras actividades, asimismo, contaba con locales para camerinos, vestuario, utilería y otros usos, además de un restaurante, un café al aire libre y un jardín con esculturas, fuentes y elementos de mobiliario.

El 8 de junio de 1884 fue inaugurado por su constructor, Ricardo Irijoa, cuyo apellido llevó inicialmente el inmueble, nombrado durante un tiempo «Teatro Irijoa» pero este vasco que fuera rico tres veces moriría en la pobreza, al extremo de que el 25 de enero de 1895 se ofreció en el propio teatro una función destinada a recaudar fondos para su viuda, la señora Felicia Crespo, llena de hijos pequeñuelos, según anunció la prensa. El Coliseo de las cien puertas, como lo denominó el poeta bayamés José Fornaris, se inauguró con una función a beneficio del convento El Buen Pastor, protagonizada por aficionados.

Con posterioridad se ofrecieron bailes públicos y diversos espectáculos, desde compañías de bufos criollos y del circo de don Santiago Pubillones hasta zarzuelas, operetas, vodeviles y el estreno en Cuba de la ópera «La Boheme», de Giacomo Puccini, durante 1896 los bufos habaneros de la compañía del empresario Generoso González, dirigida por el compositor José Marín Varona, empezaron a trabajar en el Martí, en su proscenio se estrenaron «La mulata María», con música de Raimundo Valenzuela y el primer libreto de Federico Villoch, calificado como «El Lope de Vega cubano» a causa de su vasta obra y «Mefistófeles» de Ignacio Sarachaga y partitura de Rafael Palau.

Entonces Enrique Pastoriza compró el teatro a los herederos de Irijoa en 1899 y a lo largo de varios meses se llamó «Edén Garden», para 1900 lo rebautizaron con un apellido que lo dignificaría «Teatro Martí» y al siguiente año quedó inscripto en la historia nacional al servir de sede a la Asamblea Constituyente encargada de redactar la primera Carta Magna para la república cubana a estrenarse el 20 de mayo de 1902, originando la decisión como un apéndice a tal Constitución la Enmienda Platt, lo cual aprobó la mayoría de los delegados participantes en la reunión, para 1905 el Martí pasó a manos de José Cano de la Maza y su propiedad recayó en la señora Juana Cano de Font.

Entre 1910 y 1914 sus carteleras anunciaron a las compañías de bufos cubanos de Alberto Garrido (padre) y de Arquímides Pous, y más tarde transcurrió la época de oro del coliseo gracias a la labor de empresarios como Julián Santa Cruz y Eulogio Velasco, quienes trajeron de España a Conchita Bañuls, Eugenia Zuffoli, Pilar Aznar, María Caballé, Rosita Clavería, Blanca Pozas, Consuelo Hidalgo, Enriqueta Serrano, Carmen Tomás, María Marco, Marieta y Eugenia Galindo, Augusto Ordóñez, Casimiro Ortas, Manolo Villa, Antonio Palacios y a la diminuta valenciana Consuelo Mayendía, que se adueñó del público al cantar el cuplé «Mala entraña» que más tarde se haría mundialmente famoso en la voz de Sara Montiel.

A partir de 1929 conocería aquel escenario la fiebre del tango que, con su pequeña tesitura y vestido de frac, desencadenó Paco Spaventa, al que siguieron Agustín Irusta, José Bohr, Charlo, Mercedes Simone, Azucena Maizani y, cuando el cine sonoro se apropió del teatro, las películas de Carlos Gardel. Ya en 1931comenzó la temporada de teatro vernáculo de la Compañía de Manuel Suárez y Agustín Rodríguez, con Gonzalo Roig y Rodrigo Prats como directores de la orquesta y maestros concertadores, la cual se extendería durante más de un lustro y consolidó el arte lírico criollo mediante los estrenos de varias de sus más representativas obras, «Rosa la China», de Ernesto Lecuona, «Soledad», «Amalia Batista» y «María Belén Chacón», de Rodrigo Prats y «Cecilia Valdés», de Gonzalo Roig. Se inscribieron en las carteleras de tan glorioso momento los nombres de Rita Montaner, Caridad Suárez, Miguel de Grandy, Hortensia Coalla, Maruja González, Zoraida Marrero, Zoila Gálvez, Elisa Altamirano, Arturo Vila, Fernando Mendoza, Lolita Berrio, Consuelo Novoa, Luz Gil, Arnaldo Sevilla, Julito Díaz, Carmita Ortiz, Julio Richard, Julio Gallo, Humberto de Dios, Julita Muñoz, Alberto Garrido (hijo) y Federico Piñero, entre otros.

Más tarde salvarían al «Teatro Martí» de un total languidecimiento las presentaciones de la agrupación artística española Cabalgata, y diferentes temporadas de teatro cubano que auspiciaron las compañías de Carlos Pous y José Sanabria o de Alberto Garrido (hijo) y Federico Piñero, así como el denominado Teatro Cubano Libre, fundado en el decenio de los cuarenta por el escritor Carlos Robreño y el empresario Julio Vega con la cantante y actriz María de los Ángeles Santana en calidad de máxima estrella.

Finalmente se instaló en su proscenio el grupo Jorge Anckermann, que contó con la dirección musical del maestro Rodrigo Prats, llevó a cabo las representaciones de piezas de Enrique Núñez Rodríguez y Eduardo Robreño, entre otros autores, y permitió a una nueva generación de espectadores ovacionar a dos inolvidables figuras del arte asociadas a lo anales del Martí por las décadas que allí actuaron ininterrumpidamente, Candita Quintana y Alicia Rico, momento muy exitoso fue la presentación de la obra «El Remero Respetuoso» escrita por Arturo Liendo, con la participación de Luisa María Güell y Jorge País, quienes más se convertirían en colosales estrellas de la canción popular, en el caso de la Güell una cantante reconocida en todo el Mundo.

Desde mucho tiempo atrás, la sede, al día de hoy, convertida en leyenda cultural en él se promueven los conocimientos sobre grandes figuras del arte escénico nacional e internacional, se divulga a sus seguidores contenidos y valiosas imágenes de su archivo de reconocidas personalidades vinculadas a la historia de la institución, como es el aniversario 128 del natalicio del compositor y director de orquesta Eliseo Grenet (12 de junio de 1893) siendo recordado con publicaciones que recogen partituras de su obra musical y fotografías históricas, Grenet es el autor del famoso tango congo ¡Ay! Mamá Inés, entre otros temas relevantes.

Se homenajeá al también eminente director de orquesta y compositor, Gonzalo Roig, con motivo de los 51 años de su desaparición física (13 de junio de 1970). Roig fue fundador de la Orquesta Sinfónica de La Habana, y director de la Banda y la Escuela Municipal de Música de la capital cubana.

Asimismo, se comparten fragmentos de emotivos conciertos con los encuentros de Jóvenes pianistas, efectuados en el escenario del Coliseo de las Cien Puertas, donde han participado reconocidas figuras invitadas, bajo la tutela del eminente pedagogo Salomón Mikowsky.

De manera especial, el Teatro Martí evoca el aniversario 137 de su fundación, el 8 de junio de 1884, por el gallego Ricardo Irijoa, se exhiben al público imágenes históricas de la institución, desde su inauguración en el siglo XIX, después de cuatro décadas de cerrado al público, el coliseo fue reabierto el 24 de febrero del 2014. Cabría destacar, que las honras fúnebres de la grandiosa e irrepetible Rosita Fornés se efectuaron en ese recinto, lugar el cuál la inmensa estrella llenó de luz..



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