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¿Conocen sobre la Finca de los monos?.

¿Conocen sobre la Finca de los
monos?…

Rosalía González-Abreu Arencibia nació en Santa Clara el 15 de enero de 1862- 1930, dentro de una familia que se destacaría por su carácter benefactor, una de las figuras más controvertidas de la burguesía habanera y la más respetada mundialmente por sus estudios de los primates en cautiverio, hermana de la patriota cubana Marta Abreu. Pero es posible que estos significativos datos no sean los más conocidos, sin embargo su “Finca de los Monos” es recordada por todos.

La Finca de los Monos es un lugar situado en el reparto Palatino del municipio habanero del Cerro, que hoy es una referencia sin importancia en el tránsito por la Calzada de Santa Catalina. Se trata de un sitio prácticamente olvidado pero en su época fue tan importante que según un autorizado científico norteamericano de la época, allí ocurría “el experimento antropológico más grande jamás realizado”.

Antes de llamarse “Finca de los Monos”, se llamaba “Las Delicias”. Tenía siete caballerías de tierra y fue adquirida el 26 de marzo de 1873 por don Pedro Nolasco González Abreu, padre de la insigne patriota Marta González Abreu de Estévez y de Rosalía Paula Caridad de la Luz González Abreu y Arencibia. Esta última mujer fue dueña de una enorme riqueza. Sus recursos, su filantropía y su amor a los animales dieron como resultado la asombrosa colección de animales que reunió en los terrenos que habían sido de su padre.

Se puede decir que la Finca de los Monos fue el primer zoológico en Cuba y que reunía aves, mamíferos y reptiles, casi todos traídos de Asia y África y atendidos personalmente por Rosalía, auxiliada por criados y jornaleros.

La prensa sensacionalista también se ensañó con Rosalía publicando caricaturas de ella bailando, volando en un avión o en otras situaciones junto con sus monos. Y por ello a su quinta “Las Delicias” la empezaron a llamar “la finca de los monos”.

Se decía que en su mansión en forma de castillo, existía más de un misterio pues los simios que allí habitaban eran tratados casi como personas. Con el tiempo uno de los chimpancés, llamado Jimmy, se convirtió en la mascota preferida de Rosalía y la acompañaba en sus visitas y paseos con un elegante traje hecho a su medida. Viajaba en el asiento delantero al lado del chofer y se encargaba de abrir y cerrar la puerta de su ama y llevarle las cosas que ella compraba o necesitaba.

Los periódicos de noviembre de 1930 tenían un titular que decía: “Una dama cubana lega, al morirse, varios millones para sus monos”. Sin duda alguna, Rosalía Abreu aprendió que los monos, los perros y muchos animales, son muchísimo mejores que el hombre.




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