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CELINA GONZÁLEZ, YO SOY EL PUNTO CUBANO.

CELINA GONZÁLEZ, YO SOY EL PUNTO CUBANO.

Nació el 16 de marzo de 1929, en el caserío La Luisa, entre Pedro Betancourt y Jovellanos en la provincia de Matanzas, Cuba.
A los cuatro años fue trasladada por su familia a la provincia de Santiago de Cuba. Su casa siempre fue como un “guateque” o alegre canturía; sus padres cantaban tonadas campesinas con voces muy bellas, y dos de sus hermanas —una hembra y un varón— tocaban el tres y el laúd.

Desde muy joven fue simpatizante de la religión afrocubana Regla de Osha o Santería. Según sus propias palabras, en la noche del año 1948 se le apareció la Virgen católica de Santa Bárbara, conocida por estar sincretizada por la deidad africana y gran guerrero Changó, dueño del fuego, del trueno, el rayo y de los alegres tambores asegurándole a ella un triunfo artístico total si le dedicaba un canto de alabanza. Según esta versión de la propia Celina, surgió el famoso canto a Santa Bárbara o “¡Que viva Changó!”.

En 1958, sintió la necesidad de tener su santo de cabecera, en su ceremonia de Kari Osha o de Santo en busca de su verdadero Ángel de la Guardia, que estaría posado sobre su orí (cabeza) como futura iyawo (santera), le salió en los caracoles ser hija de Yemayá sincretizada por la diosa Virgen de Regla, dueña del mar y todo lo que existe en él y donde vive Olokún en lo más profundo del océano.
Poco después, Celina y Reutilio compusieron “Yo soy el punto cubano”, que junto a “Santa Bárbara”, los hicieron famosos en Cuba y en toda Hispanoamérica con numerosas grabaciones.

Desde pequeña, siempre tuvo una voz clara, potente y rítmica. A mediados de los años 40 del siglo pasado conoció Celina al guantanamero Reutilio Domínguez Terrero, un guitarrista espectacular y notable, segunda voz, formando con él en 1947 el famoso dúo de Celina y Reutilio.

Cuando actuaban en el programa Atalaya Campesina, de la emisora Cadena Oriental de Radio de Santiago de Cuba, fueron descubiertos y llevados a la ciudad de La Habana por el ya afamado compositor de guarachas y también oriental Ñico Saquito, autor de las famosas guarachas-sones “María Cristina”, y “Camina como Chencha, la Gambá”, entre otras muchas. De él no solo recibieron esa gran ayuda, sino también musical y la influencia de su estilo peculiar.

Viajaron varias veces a República Dominicana y New York y participaron en las filmaciones de las películas cubanas Rincón Criollo y Bella la Salvaje, junto a la vedette Blanquita Amaro, los cantantes Celia Cruz, Olga, Tony y Ñico Saquito.

Lamentablemente en 1964, el dúo se separó y Celina González comenzó su futura carrera como solista. Algunos años después (1981), formó dúo con su hijo Reutilio Domínguez con el objetivo de rescatar parte del repertorio del antiguo dúo con Reutilio su esposo. Con él grabó en 1999 el disco "50 años como una reina", nominado en el 2001 al Grammy Latino.

Bajo el acompañamiento de los excelentes conjuntos típicos Campo Alegre, Los Montunos, Los Pinares, y del popular programa de televisión Palmas y Cañas, bajo la dirección del notable laudista Miguel Ojeda, la carrera de Celina González como solista cada día fue en ascenso. Se presentó con gran éxito en teatros, cabaret, radio, televisión, y graba numerosos discos en su país, los cuales se reproducen en el extranjero.

Los más importantes escenarios de distintas partes del continente la reclamaron: Colombia, Ecuador, Argentina, México, Islas Canarias, España, EE.UU., África e Inglaterra donde triunfaron por ser sus grabaciones muy conocidas.

Para Celina González, el secreto de su popularidad en todos estos largos años, fue haber sido siempre fiel a sus orígenes y al pueblo que la vio nacer y sobre todo vivir.

Fue ovacionada en los mejores teatros y estadios del mundo. Cantó junto a Benny Moré, Barbarito Diez, Nat King Cole, Pedro Vargas entre otros.

La escritora Mireya Reyes Fanjul después de nueve años de investigaciones acerca de su vida presentó el libro "Celina González, una historia de amor", editado por Letras Cubanas. En el libro se habla de la unión con Reutilio Domínguez, su compañero en la vida y en el arte, el padre de sus cinco hijos, y también del amor que ha profesado a la música cubana, a la que ha permanecido fiel por más de 50 años.

Falleció el 4 de febrero del 2015, a la edad de 86 años, tras una larga enfermedad que la alejó durante años del público pero no de los corazones que todos los ciudadanos de muchos países del mundo que la aman y en especial de sus cubanos que la recordaran por siempre.

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