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ADAGIOS EN DOS RÍOS

Tres días después de la muerte de Martí, el coronel Ximénez de Sandoval, jefe de la tropa que le dio muerte en Dos Ríos, le envió un informe desde Palma Soriano a sus superiores, en Santiago de Cuba, en el que se lee: «En los bolsillos del citado Martí llevaba cartas y correspondencia oficial, la que retengo en mi poder para remitir a V. E. por mano». Algunos de los escritos que le ocuparon forman parte de dos trabajos de este website («Martí, la amante y sus niñas» y «La autopsia de José Martí«); otros que también llevaba en «los bolsillos», y que se conservan el Archivo Central del Instituto de Historia y Cultura Militar, en Madrid, son papeles en los que había copiado algunos pensamientos de los que pensaba, quizás, hacer uso en alguna ocasión.

Martí gustaba de las máximas: ahí están como prueba las que de muchos autores dejó en sus escritos y en las notas de sus Cuadernos de Apuntes: entre tantos otros, de los clásicos (Heráclito, Sócrates, Eurípides), de los cubanos (Heredia, Luz Caballero, Céspedes), de los hispanoamericanos (Bolívar, San Martín, Cecilio Acosta), de los españoles (Quevedo, Calderón, Balmes), de los franceses (Michelet, Gambetta, Víctor Hugo), de los ingleses (Shakespeare, Darwin, Walter Scott), de otros europeos (Dante, Geohete, Schopenhauer), de norteamericanos (Jefferson, Whitman, Edison).

Su gusto por las sentencias explica los momentos de su estilo aforístico, rico en oraciones breves cargadas de idea. Entre tantos que servirían de ejemplo, véase este párrafo de un escrito suyo en Patria, del 21 de mayo de 1892, en el que aquí se separan las frases que expresan un pensamiento en forma elíptica:

Sobre lo verdadero hay que golpear.
En lo caliente del hierro hay que dar.
Con ir de espaldas a la verdad, de sombrero de pelo y bastón de oro, no se suprime la verdad.
En un pueblo hay que tener las manos sobre el corazón del pueblo.
Es más necesario y justo acercarse a los que han nacido en él, y lo aman, que a los que no han nacido en él y no lo aman.
El corazón crece, y la paz pública, cuando los elementos nacionales de cólera y desorden se convierten, por su propia virtud, en elementos de amor y orden.
Es demagogo el que levanta una porción del pueblo contra otra.
Si levanta a los aspiradores contra los satisfechos, es demagogo; si levanta a los satisfechos contra los aspiradores, es demagogo.
Patriota es el que evita por la satisfacción de las aspiraciones, justas el peligro del exceso de aspiración.

Confirmando su gusto por esas expresiones que contienen una observación moral o un saber útil, en su testamento literario, en la carta que le escribió a Gonzalo de Quesada desde Montecristi el primero de abril de 1895, le dijo: «De lo que podría componerse un Espíritu, como decían antes a esta clase de libros, sería de las salidas más pintorescas y jugosas que usted pudiera encontrar en mis artículos ocasionales». Son esas «salidas más pintorescas y jugosas» las sentencias, proverbios y apotegmas que adornan sus escritos. Y la palabra «Espíritu«, que usa Martí para esa colección que quiso de pensamientos suyos, es cierto que se llamaba así a las partes más puras o notables de las cosas; un mes más tarde, ya en Cabo Haitiano, en casa de su amigo Ulpiano Dellundé, revisa varios libros y escribe de uno de ellos en su Diario: «Lo hojeo, y le descubro su espíritu«: es decir, su quinta esencia: lo más acendrado y puro.

Varios recuerdos llevó Martí a la guerra como escudo contra las balas. La joven Carmita Mantilla le había escrito desde Nueva York la cariñosa carta que se dio hace poco en facsímil en este Web Site (en «Martí, la amante y sus niñas«), donde le decía: «Para mí, y todos los que lo conocen a Ud. como yo, Ud. es el hombre más cerca de la perfección que existe»; emocionado por el elogio Martí le contestó desde Montecristi:

En otro tiempo, cuando los hombres peleaban de lanza y casco en los torneos, rodeados de gente, como ahora pelean a lengua y pluma, el orgullo del caballero, que de veras iba a caballo, era el lazo o la banda de colores que le había dado su hermana, o su novia, o su amiga: y yo llevo así tu carta conmigo, como los caballeros de antes el lazo de colores. Sobre cartas así resbalan las balas.

Y a la misma Carmita, poco después, desde Cabo Haitiano, le acusó recibo de un «libro de citas» que le había regalado; le dijo: «El libro de citas, tú verás cómo va a alejar de mí todo peligro: lo llevaré siempre del lado del corazón». De ese «libro de citas» debió copiar las nueve que aquí se transcriben en el idioma en que aparecen, y se da también su traducción, su facsímil y una breve nota explicativa:

1) Que nul n’entre chez moi, s’il
n’est géomètre
Platon
(Chiliades)

Que nadie entre en mi casa si no es geómetra [matemático].

Esas eran las palabras que se dice estaban grabadas sobre la puerta de la Academia. Aunque Platón contribuyó muy poco a las matemáticas, consideraba que su estudio era el mejor ejercicio para la mente. Creía, además, que los símbolos matemáticos, por ser inmóviles, eran una especie de seres intermedios entre lo inteligible y sensible. La palabra «Chiliades» que escribe Martí pudo tomarla de la colección de sentencias breves de Erasmo, traducidas al francés como Chiliades des Proverbes, tomada a su vez del latín Adagiorum Chiliades.

2) La musique, la géometrie et 
l’astronomie son les anses de
la philosophie.
Platon
(Timeo)

La música, la geometría y la astronomía son las asas [los asideros] de la filosofía.

Opinaba Platón que la aritmética, la geometría, la astronomía y la armonía debían estudiarse, antes que la dialéctica, a fin de ejercitar la mente en las relaciones que el pensamiento puede establecer. En el Timeo, como en otras de sus obras, con esos recursos, quiso mostrar también la relación que existía entre el alma, el Estado y el cosmos.

3) Un certain développement de
l’intelligence exerce une in-
fluence marquée sur l’intensité
de l’action nerveuse.
Fermín 

Cierto desarrollo de la inteligencia influye de manera notable en la intensidad de la acción [respuesta] nerviosa.

Fermín Valdés Domínguez, el fraternal amigo de Martí, y su compañero de estudios, era médico, y esta opinión quizás la recordó por la tragedia de Fernandina, de hacía pocos meses, al fracasar sus planes para iniciar la guerra, cuando, según el testimonio de Enrique Collazo, Martí estuvo «presa de una extraordinaria excitación nerviosa… [en la que se revolvía] como un loco… [y] su escaso pelo estaba erizado, sus ojos hundidos, parecían próximos a llorar. De sus labios no salían más que estas palabras repetidas con tenaz insistencia: ‘¡Yo no tengo la culpa!’ ¡Yo no tengo la culpa!'».

 Sólo el afecto ciego que Martí llegó a sentir por alguna de las personas que quería puede explicar que copiara estas palabras de Valdés Domínguez, casi un lugar común, entre una cita de Platón y una de Virgilio.

4) Mens agitat moles – Virgilio

La mente [la idea, el pensamiento] mueve moles [montañas]

Había dicho Martí al principio de su ensayo «Nuestra América», en 1891, muy cerca de esas palabras de Virgilio: «Trinchera de ideas valen más que trincheras de piedra. No hay proa que taje una nube de ideas. Una idea enérgica, flameada a tiempo ante el mundo, para, como la bandera mística del juicio final, a un escuadrón de acorazados».

5) Ca justo es que el que fase
la bondad tenga nombre
de bueno.
Carta de Sancho IV a
Alonso Pérez de Guzmán, el de
Tarifa

Pues justo es que el que hace cosas buenas tenga bueno de nombre

En castellano antiguo recoge Martí las palabras del rey Sancho IV, el Bravo, hijo de Alfonso X, el Sabio, que le escribió a Alonso Pérez de Guzmán, el Bueno (1256-1309), para darle ese apelativo. Era ese caballero leonés gobernador de la plaza de Tarifa. Sitiado por los moros, le advirtieron que degollarían a su hijo, que tenían preso, si no se rendía, y él, cumpliendo su deber de soldado, como respuesta, les arrojó el cuchillo para que lo ejecutaran.

6) Souffrir injustement exalte le
cœur, et quelle ivresse de
pardonner en immolant son
orgueil
 |
Paul Margueritte

Sufrir injustamente exalta [eleva] el corazón; ¡Y cómo embriaga perdonar sacrificando el orgullo propio!

El culto al sufrimiento, como el que dejan ver estas palabras del novelista francés Paul Margueritte (1860-1918), aparece muy temprano en la vida de Martí: cuando sale de la cárcel hacia el destierro, en 1871, le escribe a su maestro Rafael María Mendive: «Mucho he sufrido, pero tengo la convicción de que he sabido sufrir»; y poco después afirma en El presidio político en Cuba: «Sufrir es más que gozar: es verdaderamente vivir». Y sobre el perdón, sacrificando el orgullo, la prueba mejor es su conducta después de la entrevista en La Mejorana con el general Antonio Maceo: acepta desistir, y un día antes de su muerte le escribe a un amigo: «Sé desaparecer, pero no desaparecería mi pensamiento ni me agriaría mi oscuridad».

7) La chair est triste, hélas , et j’ai lu tous
les livres.
Sté. Mallarmé

La carne es triste ¡ay! Y yo he leído todos los libros.

Es el primer verso de «Brise marine», del poeta simbolista Stéphane Mallarmé (1842-1898), en él muestra su hastío de la vida con la voluntad de huir:

La chair est triste, hélas ! , et j’ai lu tous les livres.
Fuir ! Là-bas fuir ! Je sens que des oiseaux sont ivres
D’être parmi l’écume inconnue et les cieux !
Rien, ni les vieux jardins reflétés par les yeux
Ne retiendra ce cœur que dans la mer se trempe.
O nuits ! ni la clarté déserte de ma lampe
Sur le vide papier que la blancheur défend
Et ni la jeune femme allaitant son enfant.
Je partirai ! Steamer balançant ta mâture,
Lève l’ancre pour une exotique nature !
Un Ennui, désolé par les cruels espoirs,
Croit encore à l’adieu suprême des mouchoirs !
Et, peut-être, les mâts, invitant les orages,
Sont-ils de ceux qu’un vent penche sur les naufrages
Perdus, sans mâts, sans mâts, ni fertiles ilotes.
Mais, ô ! mon cœur, entends le chant des matelots.

8) Il en cuit, d’être seul.
Ferdinand Fabre

Duele [abruma] estar solo

Con esa misma opinión del novelista francés Ferdinand Fabre (1827-1898) escribió Martí en su Cuaderno de Apuntes número 3:

La soledad nos abruma, y cuando hallamos un hermano de la pena ya no estamos solos. Cesa el dolor porque cesa instantáneamente uno de sus motivos: se encuentra algo de lo que se busca, y como el ser humano, volente, sentidor y queredor, tiende siempre a concentrar, cree hallado todo en la porción que ha hallado. Por ficción y exaltación, el dolor cesa, y ése es un placer. Son orígenes tan puros del placer las dos formas de esta relación consoladora: la amistad y el amor.

9) En politique, il est quelquefois nécessaire
de tomber pour rebondir
A.      Tournier

En política es necesario a veces caer para rebotar

Son palabras del político e historiador francés V. F. Albert Tournier (1855-1909), autor de los libros Gambetta, souvenirs anecdotiques (1892) y de L’epopée garibaldienne (1893), dos figuras que mucho interesaron a Martí. Con esa idea de la conveniencia del fracaso para llegar al triunfo, justificó Martí, en la caída del Zanjón, el rebote que representaba el Partido Revolucionario Cubano, y así lo explicó desde Patria el 3 de abril de 1892: «El genio de una época está en acometer; y en esperar, que es lo superior, está el genio de otras. De la obra de doce años callada e incesante salió, saneado por las pruebas, el Partido Revolucionario Cubano».

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