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Acueductos Habaneros maravillas de la ingeniería cubana

ZANJA REAL:

Estuvo operativo desde 1592 a 1835, hasta que se construyó el Acueducto Fernando VII. No obstante, la Zanja siguió suministrando agua en el siglo XX a algunos distritos de La Habana extramuros. Primer acueducto construido en Cuba para llevar el agua a la ciudad de La Habana. Se abastecía del río Almendares y funcionó entre 1592 y 1835 hasta la construcción del Acueducto de Fernando VII.

Sumario
1 Construcción y funcionamiento
2 Las fuentes
3 El abandono
4 Fuentes

Construcción y funcionamiento
La Zanja Real fue el primer acueducto construido en Cuba y funcionó desde 1592 hasta 1835, cuando La Habana intramuros pasó a ser abastecida de agua por el Acueducto de Fernando VII; pero aún así, la Zanja continuó prestando servicios hasta el siglo XX a algunos sectores de La Habana extramuros, así como fue utilizada para el regadío y la eliminación de desechos de algunas industrias.

Su construcción la comenzó en 1566 el maestro mayor Francisco de Caloma, y se culminó 26 años después bajo la dirección del ingeniero Juan Bautista Antonelli a un costo de 35 mil pesos. Fue el maese de campo Juan de Tejeda, gobernador y capitán general de Cuba, trajo definitivamente al Callejón del Chorro (a un costado de la actual Plaza de la Catedral) en el año 1592 era una conductora por derrame libre. Los constructores lograron que esta se separara en tres ramales, para abastecer del líquido a las armadas dentro del puerto, a las fortalezas de la ciudad y al ganado que entraba en la misma.

Era el acueducto un canal excavado en el suelo a lo largo de un sinuoso camino de casi trece kilómetros desde el río Almendares, y el área de su sección debe haber sido aproximadamente de un metro cuadrado ya dentro de La Habana, según la descripción del mismo Tejeda.

Las aguadas alimentadas por la Zanja Real era inicialmente cuatro en los comienzos del siglo XVII: la ubicada frente a las casas del Cabildo (conocida después como Plaza de San Francisco); la que se encontraba en las cercanías del Molinillo de San Pedro, donde nace la actual Luz, y otra en el Callejón del Chorro. Estas tres datan de la última década del siglo XVI. Luego se sumaría la aguda de la Plaza Nueva (luego y hasta la actualidad, Plaza Vieja), para totalizar las cuatro. En 1634 se construiría una quinta, al lado de la Fundición, donde luego se ubicaría La Maestranza.

Dichas aguadas eran cisternas o pilones de los cuales se podía tomar directamente el agua por la población de la ciudad. Estaban ubicadas cerca de la costa de la bahía, adonde vertían por caños de bronce el líquido para llenar los toneles de los barcos.

Estas aguadas, que estaban alimentadas por las acequias, en su recorrido por dentro de la primitiva ciudad se contaminaban notablemente, el agua que llegaba a los ciudadanos era viscosa y siempre contaminada. Los habitantes la curaban en vasijas de madera y barro. No debe dudarse que muchas de las enfermedades contraídas por pobladores se debieron a la calidad de estas aguas, por lo que se fue haciendo necesario cubrirlas para protegerlas en lo posible.

Todo parece indicar que el primer canal en ser cubierto fue el de la calle Amargura. Este canal tomaba sus aguas de una caja existente en las afueras de la ciudad, detrás de la zona que ocupara el Convento de San Agustín.

Ya en el siglo XVIII, además de los canales descubiertos que conducían a los pilones públicos donde la población acarreaba el agua, existían también cañerías de fábrica, vinculadas a la conducción por presión, que entonces funcionaban con surtidores y constituían un paso de avance en la aplicación de la hidráulica. La conducción a presión del agua de la Zanja Real por cañerías de fábrica benefició la higiene de las aguas en su circulación intramuros, aunque el sector extramuros mantuviese las acequias abiertas. Esto posibilitó la instalación de fuentes escultóricas, proyectadas sobre el terreno y provistas de surtidores, las cuales se abastecían de cajas de agua cercanas ubicadas a mayor altura que garantizaban la presión necesaria para su funcionamiento. La circulación vial se vio también favorecida al crearse superficies regulares y sólidas sobre los canales que ahora aparecían soterrados.

Las fuentes

La Plaza Nueva con su fuente. Grabado de la época.
El 7 de abril de 1606, se mandó a cubrir la zanja que atravesaba lo que hoy serían las calles San Ignacio y Teniente Rey y se dirigía a la caja de agua ubicada por debajo del nivel del terreno de la Plaza Nueva (hoy Plaza Vieja). La primera fuente pública con surtidor con que contó la ciudad fue ubicada allí durante el gobierno del capitán general Marqués de Casa Torre, entre 1708 y 1711. La modesta fuente de la Plaza Nueva, fue sustituida por otra más ostentosa en 1836. Esa segunda fuente inspiró a la que adorna la hoy conocida como Plaza vieja.

La primera de las fuentes existentes en la Plaza de San Francisco fue construida alrededor del año 1714 y fue establecida frente a las casas del Cabildo, cerca del nacimiento de la calle Amargura, por la que descendía la cañería que la alimentaba. La fuente más nueva y de mayor belleza cuya taza recibía el agua por boca de cuatro leones y un águila fue construida entre 1746 y 1754. Vestigios de las cañerías que llevaban el agua a esta fuente fueron descubiertos en el subsuelo de las calles Amargura y Lamparilla en 2002.

A estas tres primeras fuentes relacionadas le seguirían entre 1740 y 1755 la fuente de la plazuela del Convento de la Orden de Nuestra Señora de Belén (quizás anterior a la segunda de San Francisco) y la fuente del patio del Convento de Santa Clara de Asís en 1752.

El Abandono
Las cañerías de fábrica, de sección rectangular, construidas en general – pero no exclusivamente – con ladrillos, y cubiertas por lajas de piedra caliza, comenzaron a ser sustituidas a finales del siglo XVIII por tubos de barro, primero y de plomo más tarde, como parte del proceso de higienización de la conducción del agua dentro de la ciudad, proceso que concluiría con el cambio definitivo de todo el sistema por el llamado Acueducto de Fernando VII en 1835, que conduciría el agua del río Almendares a través de tuberías de hierro y estaba dotado de un sistema de filtros.

Por decreto regio se aprobaron las obras del Acueducto de Fernando VII, que partía del río Almendares, por Ciénaga, el Cerro y la Calzada de Jesús del Monte, hasta la Puerta de Tierra, en Monserrate y Muralla, y de ahí a la población de intramuros. El nuevo concepto introducido en La Habana con el Acueducto de Fernando VII, el de la conducción de agua potable a través de tuberías de hierro fundido, no provocó un cambio sustancial en la vida cotidiana de todos los habitantes de la ciudad. Sólo una quinta parte de la población habanera – calculada entonces en 130 000 habitantes, recibía en 1850 agua directamente a sus casas a través de menos de 2 000 llaves de agua.

Justamente, tres siglos después de la Zanja Real, en 1893 fue puesto en funcionamiento el Acueducto de Albear, que suministra en la actualidad el diecinueve por ciento del agua que abastece a la capital cubana y La Zanja Real fue abandonada definitivamente.

ACUEDUCTO DE FERNANDO VII:

Se comienza a construir el 18 de junio de 1831 en sustitución de la Zanja Real, debido a la mala calidad de sus aguas. Cuatro años después inicia su suministro hasta 1895 con la construcción del Acueducto de Vento.

Se comienza a construir el 18 de junio de 1831 en sustitución de la Zanja Real, debido a la mala calidad de sus aguas. La Metrópoli decide construir un nuevo Acueducto para La Habana, pues la ciudad contaba ya con más de 100 mil habitantes en 1831. Las obras se extendieron hasta 1835, fecha de su inauguración. Se llamó Fernando VII en honor del Monarca español de ese entonces.

HISTORIA


La toma se hizo del río Almendares, cerca de la presa del Husillo, aprovechando la altura del agua represada. Por una canal descubierta pasaba el agua a la casa de filtros; de allí partía una tubería de hierro fundido de 7.5 km de longitud, dividida en dos tramos: el primero iba hasta la esquina de Tejas, con tubos de 18 pulgadas de diámetro, ocupando una faja de terreno a campo traviesa que se llamaba zona de resguardo del acueducto, mientras el segundo tramo de 14 pulgadas de diámetro comenzaba en la esquina de Tejas y corría a lo largo de la Calzada del Monte para entrar en la ciudad amurallada por la llamada Puerta de Tierra.

El Acueducto tuvo varios errores de diseño. El primero fue que habiéndose calculado para traer 40 mil m³ de agua al día, solo suministraba 5300 m³, y el segundo fue en la casa de filtros, que tenía un pequeño estanque de sedimentación y dos de recepción, haciendo pasar el agua por una serie de almenas y bastidores de tela metálica, colocando en su intermedio capas de grava y arena. No obstante, estos filtros resultaron un fracaso, ya que en la época de lluvias llegaba el agua a la ciudad turbia y malsana, aunque mejores que las de la Zanja, debido a que las aguas del Husillo estaban menos contaminadas que las de la Zanja.

Abel Fernández Simón describe uno de los ramales:

«Hemos tenido la oportunidad de consultar un expediente que se encuentra en el Archivo Nacional (G.S.C. N.o14382, Legajo 377) que contiene valiosos datos sobre un ramal de tubería de hierro fundido de tres pulgadas de diámetro derivado de la maestra principal de 14 pulgadas que pasa por la Calzada del Monte, el que fue instalado en 1841. Ese ramal comenzaba en la esquina de Monte y San Nicolás, siguiendo por esta calle para tomar después la de Campanario, hasta llegar a la Calzada de San Lázaro por la que doblaba hasta terminar en la Casa de Beneficencia. En el trayecto abastecía 70 casas cuyos propietarios obtuvieron plumas de agua y cinco fuentes públicas, a saber:
de la plazuela de San Nicolás
de la plazuela de Lanceros [Dragones]
de la plazuela de la nueva ermita de Monserrate
de la plazuela de la Calzada de San Lázaro
en el atrio de la Casa de Beneficencia.
Abel Fernández Simón

Otra vista del acueducto Fernando VII

Para este Acueducto se importaron de Filadelfia en el año 1835 los primeros tubos de hierro fundido que se usaron en Cuba; el cargamento consistió fundamentalmente en 657 m de tubería de 3 pulgadas, 209 m de dos pulgadas, 36 metros de pulgada y media 19 quintales de plomo, llaves y conexiones, con un valor de $51,737.00 (los derechos de Aduana fueron condonados).

Existe en dicho expediente un recibo manuscrito firmado por el Sr. Luis Gasparini, de julio 26 de 1841, que dice así: Recibí del Sr. Marqués de las Delicias la cantidad de $374.00, valor de un tronco de una pila de mármol con su estatua para colocarse en la plaza de Lanceros”. El costo total de la obra fue de 808,724 pesos y 4 reales.

En la Revista de la Sociedad Cubana de Ingenieros se escribió en 1913 que las tuberías extraídas en la calle de Oficios, con motivo de las obras del alcantarillado en aquel lugar, se encontraban en excelentes condiciones pese a su proximidad al mar, poco drenaje de la zona y llevar más de 50 años de uso.

Primer Acueducto Municipal de La Habana

En 1873 se puso en servicio este acueducto auxiliar, proyectado y costeado por el municipio de La Habana, por gestiones de Don Joaquín de Zulueta y proyectado por el arquitecto municipal Don Pedro Tomé; tenía por objeto abastecer de agua la zona de extramuros, el Arsenal, la fábrica de gas de alumbrado y las fuentes del Campo Marte y del Parque Central.

Las aguas las tomaban de la Zanja Real al pasar por la calle Carlos III, donde después se construyó la Escuela de Odontología. En ese lugar se construyó un edificio de madera dura, en cuyo sótano se instaló una planta de filtros suministrada por la casa Fortín Hnos. y Cía., de París, con capacidad para filtrar 11,840 m³ diarios. El material filtrante era una especie de felpa que fácilmente se obstruía, por lo que resultaron peor que nulos.

La única utilidad de esta obra fue la tubería maestra de 24, 22 y 18 pulgadas que desde los filtros por Carlos III sigue por Reina hasta el Campo de Marte, la que se incorporó con posterioridad al Acueducto de Albear.

ACUEDUCTO DE ALBEAR:

Inaugurado en 1893 hasta nuestros días. Con más de un siglo de existencia el Acueducto de Albear abastece de agua a un 15% de la población de la Capital.

Debido el deficiente servicio de agua con que contaba la Ciudad de La Habana hasta el siglo XIX, después de algunos intentos de construcción, se le encomienda al Coronel de Ingenieros Francisco de Albear y Lara la tarea de llevar el agua a esta ciudad, mediante la ejecución del acueducto que llevaría su nombre.

Para 1858, se aprobaría el proyecto presentado por el ingeniero Albear, pensado para conducir las aguas de los manantiales de Vento hasta la ciudad. Luego, en 1861, se le daría inicio bajo la dirección de Albear.

HISTORIA Y CONSTRUCCIÓN:

La proyección estaba constituida por:

    • Estanque de captación y reunión de los manantiales
    • Obras en la cañada de Vento
    • Presa
    • Canal de toma y derivación
    • Casa y estanque de compuertas y maniobras de los sifones del paso del río
    • Paso del río
    • Canal de conducción
    • Depósito de almacenamiento
    • Red de distribución.


La obra se desarrolló con extrema lentitud debido a la situación existente en la isla para esa fecha y no es hasta 1893 que se da por concluida la obra, 45 años después de haber sido comenzada.

Este acueducto continúa abasteciendo a una considerable parte de la Ciudad de La Habana, evidenciando la técnica y maestría del ilustre Ing. Francisco de Albear. El canal es de sección oval (2,40 x 1,98 máximo), la pendiente de 1:5000 y su entrega de 1,67 m³/s, lo que significa 144.000 m³/día. No obstante, su capacidad total es de 302.800 m³/día. Debemos recordar que, según las normas de la época, se necesitaban 102.000 m³/día para una ciudad de 200.000 hab.

El acueducto de Albear es considerado la obra más importante de Cuba en el siglo XIX. Recibió Medalla de Oro en la Exposición Universal de París en 1878, donde fue considerado como Una Obra Maestra de la Ingeniería. En la actualidad se le considera una se las siete maravillas de la ingeniería en Cuba.

Publicación de @daniel.meliankramer.9
Especial agradecimiento a los colaboradores Néstor Fernández y Humberto Matos por varias de las imágenes

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