InicioTodoA PROPÓSITO DE ELOÍSA ALVAREZ GUEDES Y UN MONÓLOGO GENIAL.

A PROPÓSITO DE ELOÍSA ALVAREZ GUEDES Y UN MONÓLOGO GENIAL.

A PROPÓSITO DE ELOÍSA ALVAREZ GUEDES Y UN MONÓLOGO GENIAL.

Cada vez que escuchaba a Eloisa en esta pieza, pensaba, que bien escrito por Onelio Jorge Cardoso, el Cuentero Mayor y que bien interpretado por ella, tal parecía que te estaba haciendo un cuento, que nada era memorizado, voy a tratar de resumirlo para ustedes.

EL BONIATO.

Avisaron por el lomerío que se había muerto Manuela, la viejita buena que vivía por el palmar, la que pasaba la mano y quitaba empachos, sabía de cuanta hierba pa' curar males había y de cuanta oración pa' santiguar, un alma de Dios en la tierra, mandaron con el recao a los hijos de Lancho, rápidos como un bando de guineos y flacos como perros espantados.
Llegué al velatorio a eso de las diez, saludé a las comadres y fui a ver a la difunta, me quedé pasma, tenía los ojos abierto, cuando levanté la vista Rosa, la nieta de Felipa me estaba mirando, " que eso no pue ser, me dijo, a los muertos hay que cerrarle los ojos" yo creo que todo el mundo estaba esperando eso, se armó un rumor bajito como valla de gallo.
En eso llegó quien faltaba, el testigo de Jehová " que eso es que su alma se va sin paz al cielo" y ni corto ni perezoso agarró los párpados de la muerta y los bajó hasta cerrarlos, no bien lo hizo estos lentamente se fueron abriendo y se clavaron en el caballete del bohío , ahí mismitico nos amarramos a resar un rosario a la vírgen de la misericordia, entonces saltó Tingo el tuerto,"caballero ¿ porqué no vamos a buscar a Cundeja la vieja del bajío? , esa ha de estar muerta , dijo otro, no está muerta na, la semana pasada le pasó la mano a mi nieto " y pa ya salió Tingo a buscarla.
Llego Cundeja con un vestido de lienzo almidonado ,blanquito de tanto lavarlo, saludo a los presentes y fue a ver a la difunta, se viró pal lado y pidió "traiganme un boniato tierno, cocinado con un poco de azúcar, carameloso y tibio aún", sus palabras fueron órdenes, al ratico en un plato esmaltao apareció el apetitoso boniato, miró a la muerta y se lo colocó en el medio de la barriga a la altura del ombligo y, oh milagro de Dios, los ojos de la difunta fueron bajando del caballete hasta situarse fijamente en el dulce boniato, quedando solamente un filito que apenas se veía, es mandato de los cielos, hasta para morirse es mejor con la panza llena.

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